La representación gráfica
de la información


La familia

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Bruno, 8 años

 

 

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Este árbol genealógico, pintado espontáneamente una mañana de domingo por un niño de ocho años, quiere representar muchas cosas.

A derecha e izquierda aparecen las dos ramas familiares: la materna y la paterna. No me parece arriesgado decir que la primacía (por  orden de lectura) ha sido dada a la materna. Ambas se juntan en el tronco, que, de esa manera, sólo puede significar la alianza matrimonial.

El orden ascendente, de crecimiento de la planta, es también el cronológico de la descendencia: primero los abuelos, luego los padres y tíos, y por último el que dibuja y su hermano. Cada individuo es un brote, salvo en el nivel de la generacion del artista, donde los brotes (cualitativamente distintos, todo hay que decirlo) son años: hojitas los propios, pequeños cactus --por lo menos en la rama izquierda-- los del hermano. Curiosa asociación la de los años vividos como "familia" de la persona, o tal vez viceversa... (Las ramas que brotan de otras en el árbol de la derecha --MONSI brota de YO, que brota de LUCAS-- suponen sólo errores de planificación, falta de espacio).

Sí: el autor se ha representado como YO, imitando así --sin duda inconscientemente-- los usos de los antropólogos que rotulan como EGO (castamente, en latín) al centro de sus gráficos genealógicos. Pero tanto YO como su hermano figuran en ambas ramas del árbol: están duplicados. ¿Y qué mejor recurso que ése para marcar la pertenencia de los individuos humanos a las dos familias, la materna y la paterna?

El árbol presenta sólo dos rotulaciones: la del nombre o apodo (VIVI, "ABUELI" --comillas del autor) y las edades disponibles en el momento de dibujarlo. Una observación: a la "ABUELI" paterna se le atribuyen cero años... bastante oportunamente, porque está muerta: ¿qué otra edad tienen los difuntos?

Cifras, nombres y jerarquía arborescente se alían así para representar la situación de YO en el mundo. No me parece mal resuelto.

 

José Antonio Millán

 

 

Última versión, 23 de octubre del 2000
(sí: del 2000, que es lo que me dicta mi conciencia de hablante, a pesar de lo que digan algunos)

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