Flor de farola

 

 

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Se busca felpudo humano,
y seiscientas sevicias más

(ramillete inglés)

José Antonio Millán

número: 6
título: The X Directory.
Kink cards 1984-1994
autor no consta
medio: libro
transmisión: impreso
editor: Pi34 Publishing, Contacto
localización: Londres
ISBN 1 898760 00 4
fecha: 1993
advertencia: Los números entre corchetes [ ] remiten a la numeración original de las ilustraciones de la obra
agradecimiento A Javier Candeira, que me lo regaló
  Este curioso libro anónimo (regalo espontáneo de un lector, ejemplo que debería cundir...) resume diez años de vagabundeo azaroso por la capital del Reino Unido. En efecto: a lo largo de un centenar de páginas a todo color asistiremos al despliegue de 601 reproducciones de las tarjetas de ofertas sexuales que abundan en las cabinas telefónicas inglesas.

Las cabinas son soportes privilegiados de informaciones periféricas: están ahí, "en medio de la calle", como quien dice. Nosotros no hacemos gran uso de este medio (con excepciones, véase), pero Inglaterra hierve de material telefónico. De hecho, de haber sido escrita allí esta sección debería haberse llamado Flor de Cabina.

Si bien lo pensamos, además esta práctica es muy oportuna, porque las cabinas son lugares íntimos, privados y dotados de comunicaciones, con lo que se facilita el paso de la tentación a la consiguiente caída, que, como bien decía Oscar Wilde, es la mejor manera de oponerse a ella. En otras palabras: encuentras la tarjeta y llamas. Aunque (nos advierte el anónimo prologuista de la obra) cuadrillas de empleados de British Telephone recorren las calles retirando todas las tarjetas que pillan... les sigue de cerca todo un ejército de jubilados, inmigrantes y adolescentes que reponen otras nuevas.

¿Qué ofrecen estas cartulinas, normalmente de pequeño tamaño (tipo tarjeta de crédito)? De entrada podemos dividir los temas en dos grandes grupos: los comprensibles y los ininteligibles. Llamaremos comprensible a todo aquello que sepamos de qué se trata, aunque no nos guste, por ejemplo: "Delgada y sexy, de 17 años, necesita azotes"; o bien: "Arrástrate ante tu señora". Lo comprensible debería ampliarse hasta cubrir lo metafórico, como en "Se busca felpudo humano" o "Déjame descorcharte". Ininteligibles son "Enjaulado con reacción en cadena" o "Erecciones demolidas". Luego hay cosas que, realmente, hablan por sí solas, como los "Deportes acuáticos" practicados por "Madame Niágara".

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Sea como fuere, hay mucho, mucho spanking ("azotes"): dar o recibir golpes en el trasero, con la palma abierta o con varita flexible. Puestos a dar, se anuncian señoritas con retaguardia "mejilluda". Si uno quiere recibir se ofrecen amas, con frecuencia de color. Hay variantes complejas, como una aleatoria: la oferta la imagen de un calvo escupiendo un par de dados sobre el suelo, cuya cifra resultante —suponemos— será la de los golpes a que se ha hecho acreedor.

     

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  Las tarjetas son de todos los tipos: impresas, fotocopiadas, escritas a máquina: el libro incluso muestra una enviada ¡por fax! Hay casos mixtos: impreso con adiciones manuscritas, etc. Es curioso encontrar vivas prácticas de la imprenta con tipos móviles de siglos pasados: la reutilización de las imágenes, por ejemplo. El mismo dibujo de joven con papel en la boca que se acerca a cuatro patas a unos amenazadores tacones reaparece tres veces, al servicio de distintas Madames y servicios.

Todos los recursos de la moderna técnica publicitaria se ponen al servicio de la captación del lector: "Arrástrate ahora mismo ante mí, gusano", reza una pequeña pegatina autoadhesiva (el estilo de las que se usan para poner las direcciones en sobres) y mecanoscrita. Obviamente, si a alguien le apela esta llamada, debe telefonear cuanto antes: el "gusano" no se merece ni que impriman el aviso...

La creatividad desplegada en estos materiales es grande, cosa lógica: tienen que competir con muchos otros anuncios apiñados en un mismo lugar, todos ofreciendo prácticamente —no nos engañemos— los mismos servicios. Así, una tarjeta [239] dirá, en parodia de un conocido anuncio de cerveza (traduzco meritoriamente manteniendo el verso del original):

Tan joven como bonita,
su piel de melocotón,
refresca las partes
que otras chicas no

El ejemplo que encabeza esta reseña hace uso de la promesa informática —tantas veces incumplida— de que lo que tienes en la pantalla es lo que luego te vas a encontrar en la vida real. O, como se dice en acrónimo: WYSIWYG. El uso de este chiste interno parece indicar que entre la clientela potencial de estos servicios nefandos hay mucho informático... Y todavía más: hemos visto aparecer de nuevo la fórmula en el infame juego de los dados. No sabemos qué pensar.

Repito aquí, por si fuera necesaria, la cauta advertencia de los autores del volumen: por favor, cuando visite Londres no llame a ninguno de estos números; hace años que han debido de ser cambiados, y ahora pertenecen con toda probabilidad a la casa de inofensivas viejecitas que no podrán darle lo que merece, gusano.

Un último comentario. Es una pena que el esfuerzo de recopilación de estas piezas únicas no se haya visto complementado por la elemental precaución de fechar las piezas reproducidas, privándonos así a los investigadores de la posibilidad de realizar un estudio evolutivo del género. Este, sin duda posible, deberá basarse en estudios filológicos e iconográficos que no han hecho más que empezar. Hasta que rindan sus frutos, valga este pequeño adelanto.

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