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Gumersindo Lafuente

Información de calidad gratis en la red

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Para que un medio informativo pueda trabajar con unos mínimos de independencia y de rigor es necesario que sea rentable. Esto no afecta sólo a los medios tradicionales. En Internet, por supuesto, también es imprescindible. La Red, contrariamente a lo que se nos ha pretendido hacer creer, no es un lugar en el que lo virtual está por encima del sentido común o de las leyes, incluidas las de la economía. Pero a esa rentabilidad que nos permita hacer buen periodismo se puede llegar de muchas maneras. Y no es imprescindible cobrar.

La estructura de gastos de un sitio informativo en Internet es mucho más cercana a la de una emisora de radio que a la de un periódico tradicional. Y es bien sabido y aceptado por todos que las emisoras de radio no viven de cobrar a sus oyentes. Y supongo que nadie pondrá en duda que la calidad informativa de las grandes cadenas españolas es al menos tan digna como la de otros medios por los que los consumidores sí pagan de manera directa.

Cada compañía es muy libre de marcar sus estrategias, pero la realidad del mercado, las posibilidades de la tecnología y las demandas de los lectores nos sitúan ante un escenario en el que hay suficientes argumentos como para pensar en que una buena herramienta informativa gratuita en Internet, sustentada en un diseño sensato y ajustado, tanto desde el punto de vista técnico como periodístico o comercial, puede ser también un buen negocio.

Quizá lo que está pasando durante los últimos meses en España tiene una cierta lógica. No parece nada razonable regalar en Internet algo por lo que cobras en el quiosco. Y la crisis económica, publicitaria y de ventas ha acelerado las neuronas del sentido común de los empresarios de prensa que de pronto han descubierto una vía de agua en sus experimentados modelos de negocio.

Cuando nacieron hace ya más de seis años los primeros medios digitales de información, herederos de los grandes periódicos, nadie se planteó que un día podrían constituir una amenaza para el negocio tradicional. Por eso no se le dio ninguna importancia al hecho de que los contenidos fundamentales con los que se alimentaban esas inmaduras herramientas informativas eran los mismos por los que se estaba cobrando a los lectores de toda la vida.

Había que estar allí, en la Red, en lo nuevo, sin saber todavía por qué. Pero había que estar. Luego llegaron los años del boom, de la codicia, de las valoraciones desorbitadas de los bancos de negocios, de las salidas a bolsa... Internet parecía que iba a convertirse en la gallina de los huevos de oro, pero en realidad aún no tenía modelos de negocio claros, ni suficientes lectores, ni productos competitivos.

Fue la crisis la que hizo desaparecer a casi todas las empresas que operaban en Internet y la que obligó a las que hoy sobreviven a desvirtualizar sus estrategias. Y es ahora, cuando por fin hay una importante masa crítica de lectores en España que usan la Red para informarse y la crisis publicitaria azota ya a todos los medios, cuando algunos quieren imponer el pago como el único modelo de calidad viable en Internet.

Y es un gran error, probablemente tan grande como regalar algo en Internet por lo que se cobra en otro canal de distribución. Estamos ante un nuevo medio que tiene reglas propias. Igual que he defendido que existen unos códigos informativos propios de la Red, siempre basados en las herramientas básicas del oficio periodístico, estoy convencido también de que existen, o al menos están creándose, modelos de negocio rentables y capaces de soportar medios informativos gratuitos de calidad.

© 2002, 2003 Gumersindo Lafuente

Creado en enero del 2003

 

Sobre el autor

 

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