El caso King
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¿Quién temía al libro electrónico?
El éxito de la publicación
digital del último libro de Stephen King anima los nuevos sistemas de edición
Muchos libros tienen fecha de aparición, pero la última obra de King tuvo
además hora: las 00:01 del 14 de marzo pasado. "En un movimiento sin precedentes en
la industria editorial del libro electrónico, el autor superventas Stephen King ha pedido
que su relato Riding the Bullet (Cabalgar la bala) esté disponible en
exclusiva para los lectores de libros electrónicos". La noticia se extendió por la
red y la prensa mundial: no en vano Stephen King es un autor cuyas obras son
sistemáticamente best-sellers en cualquier lengua.
Para muchos lectores, esta era la primera vez que se oía hablar del "libro
electrónico"... Y para otros era la primera vez en serio. En el campo de las
nuevas tecnologías no pasa un mes sin que se anuncie un nuevo gadget o artilugio,
de modo que el sufrido consumidor se ha acostumbrado a enterarse más o menos de qué va,
y a ponerlo en cuarentena rápidamente.
Pero ahora la cosa había cambiado: nada menos que Stephen King se pasaba en
cuerpo y alma al libro electrónico. ¡La cosa tenía que ir en serio!. Y además, se
ofrecía un buen señuelo: "Por un solo día, el 14 de marzo, BarnesandNoble.com
ofrece su descarga gratuita. Después estará disponible por un precio de ganga:
$2.50" (menos de 450 pesetas). Y el elemento detonante: la obra no se editaría en
papel... Quien quisiera leerla, tendría que pasar por el canal electrónico.
Decenas de millares de personas, adictos a King, a los artefactos digitales, o la
intersección de ambos conjuntos, corrieron a las librerías virtuales donde se servía,
con la intención de conseguir la primicia. Como es lógico, los servidores reventaron, en
la temida figura del e-commerce conocida como "morir de éxito". Pero en
seguida la venta continuó, batiendo el récord absoluto de ventas de una obra en el
primer día. Dos semanas después, 500.000 personas se la habían bajado. King calcula que
ganará 450.000 dólares en total (unos 78 millones de pesetas). El relato nunca podría
haberse publicado aisladamente en forma de libro, debido a su corta extensión: 66
páginas. Y además King ha declarado a la revista Time que si la hubiera publicado
en una revista como New Yorker o Playboy, lo más que hubiera ganado
habrían sido 10.000 dólares.
Todo según lo previsto... Se había coronado una de las mayores operaciones de
mercadotecnia al tiempo digital y editorial. King no es ningún entusiasta tecnológico,
aunque sí ha demostrado un cierto gusto por la experimentación: en 1984 escribió The
Talisman en colaboración con el también escritor de terror Peter Straub usando un
ordenador y un módem; su obra Blood and Smoke salió el año pasado exclusivamente
en versión audiocasete. Tampoco ha demostrado ser un especial activista en la Red:
mantiene un sitio web promocional bastante torpe, y se beneficia del hecho de que muchos
de sus adictos le dedican sitios en la web. Simon & Schuster(el editor de Riding
the Bullet), tiene incluso una zona de banners e imágenes de cubiertas de
libros para que los fans los incorporen a sus webs... No: King y su editor han hecho esto
en beneficio propio y para promocionar el mundo incipiente de los libros electrónicos.
Por otra parte, los impulsores del libro electrónico han promocionado esta nueva
forma de lectura... y de distribución, hasta límites nunca antes sospechados. Una amplia
encuesta recibida por todos los compradores a los pocos días de comprar la obra (con el
señuelo de unos jugosos premios) permitirá mejorar el conocimiento de este nuevo
segmento de compradores, y suministrarles nuevos productos.
¿Veremos la obra en español? Para saberlo me puse al habla con Ralph Vicinanza,
agente de King para derechos extranjeros. Vicinanza es un agente especializado en ciencia
ficción (ha gestionado los derechos de Asimov, Heinlein...). Desde su oficina
neoyorquina, me informó sorprendentemente de que no deseaba licenciar una operación
similar en otras lenguas: "Lo que hicimos fue un experimento" --dijo. "Pero
un experimento exitoso. ¿Por qué no lo repite en la segunda lengua en importancia, el
español?", contesté. "No deseo ceder los derechos a otra lengua, porque
entonces todas las demás se me echarían encima". "Ese es el sueño de un
agente", repuse. "Más bien su pesadilla... Europa", dijo, "está un
año por detrás de Estados Unidos en materia de seguridad [en la red]". "Bueno:
si eso es lo que le preocupa cualquier editor europeo podría trabajar con la casa de
software que mejores resultados haya dado en la experiencia americana...". Vicinanza
--en tono más bien seco-- se negó a considerar esa posibilidad.
El argumento del agente de King es claramente falaz: Europa ofrece estándares
equiparables a los de EEUU... entre otras cosas porque usa equipos y software que
provienen de allí. Ya hay ofertas para hacer la edición electrónica en castellano (confirma
su agente en España, Raquel de la Concha), y normalmente los autores lo que quieren es
vender sus obras... ¿No ocurrirá que veremos de pronto Cabalgar la bala en
español a la venta en cualquier gran librería virtual norteamericana?
Los muchos libros electrónicos
En principio, cualquier objeto libresco en forma digital tiene derecho a
llamarse "libro electrónico" (en inglés, e-book). Una de las primeras
ediciones que mereció ese nombre fue la de La Divina Commedia del editor italiano
Zanichelli, en 1988, bajo la forma de un floppy disk de 5½ pulgadas que contenía
el texto en ASCII (el formato más simple). Durante muchos años, el libro electrónico
tuvo casi exclusivamente una función académica: eran ediciones que permitían al
investigador buscar una determinada palabra, hacer estadísticas, etc. Pero, aunque a
nadie se le habría ocurrido usar una edición electrónica para "leer", ya hubo
quien se apresuró a decretar la muerte del libro, tal y como lo conocíamos.
Pero pronto hubo llamamientos a la calma: uno no se puede llevar el ordenador a la
playa, decían unos. O a la cama, apostillaban otros. Para investigar, todavía, pero qué
mal se lee en pantalla... señalaban los de más allá.
Y de pronto, las cosas se han acelerado. Hoy tenemos programas que permiten leer
cómodamente un libro en cualquier ordenador. Tenemos aparatos del tamaño de un libro,
dotados de pantalla y con buena legibilidad. Y por último tenemos otros dispositivos
portátiles (agendas, asistentes), no destinados en principio a la lectura de libros, pero
que podrán perfectamente cumplir ese cometido. Disponemos, como complemento, de una red
de conexión universal --la Internet-- y un sistema de comercio electrónico
suficientemente implantado. Para acabarlo de arreglar, el texto es, de todos los
contenidos, el que más rápidamente viaja por la red...
Todo el sistema de comercialización del libro está cambiando. Una serie de
compañías de peso están apoyando el estándar Electronic Book Exchange (EBX) para
protección, transmisión y validación de obras en el equipo del usuario. Para la venta
pueden actuar los propios editores o las librerías virtuales. Una pregunta que muchos se
hacen es si este nuevo sistema llegará a hacer prescindible al editor, porque en teoría
cualquier autor podría comerciar directamente por la red con sus libros en forma
electrónica. De hecho, ya existe un sitio, Ematter, para que los autores ofrezcan
directamente sus libros, al precio que ellos fijen. De cada venta obtendrán el 50%
(cuando los autores raramente obtienen más del 8 o 10%).
Para preservar el negocio, los libros comprados para un dispositivo dedicado, o
para un software instalado en un ordenador concreto, no pueden ser leídos en otro
aparato u otro programa (aunque sea de la misma marca). Otra modalidad posible, pero menos
extendida, es la posibilidad que tú dejes una obra a un amigo, pero mientras él la tenga
tú no puedas leerla (vamos, como ocurre con los libros de verdad...). Por otra parte, si
uno ha comprado un libro, puede normalmente borrarlo de su equipo y volverlo a descargar
gratis. Y la posibilidad de que la obra se pueda imprimir o copiar queda siempre al
arbitrio del editor.
Pero al lado de estas obras protegidas, todas las librerías de libro electrónico
cuentan con obras abiertas y gratuitas. De hecho, ya ha comenzado el transvase del famoso
proyecto de voluntarios Gutenberg a libros electrónicos. La mayoría de los sistemas de
libro electrónico cuentan con programas gratuitos para crear obras en sus formatos
específicos en modalidad no protegida.
Además de la pura función de lectura, la mayoría de los libros electrónicos
permiten cambiar el tamaño de las letras, subrayar y hacer búquedas y anotaciones. Las
obras pueden contener hiperenlaces y desde ellas se puede llamar a diccionarios.
¿Qué tipo de obras pueden acabar en forma electrónica? Ya se ha comprobado que
los bestsellers son uno de ellos, y es lógico: al fin y al cabo son libros que uno no
siempre desea conservar, sino que se dejan en el asiento del tren cuando se han terminado.
Otro de sus públicos naturales podrían ser los estudiantes: ¿no sería mejor un leve
dispositivo de lectura que una mochila llena de libros? Al alivio de peso en libros de
texto habría que añadir la facilidad de consulta integrada de obras de referencia, e
incluso la posibilidad de contar con sonido incorporado (muy útil en el aprendizaje de
lenguas extranjeras). SoftBook ha empezado un proyecto piloto en Texas: los alumnos se
bajan directamente de la línea telefónica (su sistema no exige un PC) programas, deberes
y lecturas. Otro blanco claro son las personas que viven fuera de su país, y tienen
difícil acceso a la lectura en su lengua: el nuevo libro electrónico francés Cytale
aspira a llegar a una parte de los 1,8 milones de franceses que viven en el extranjero...
¿Qué ocurrirá en el futuro? Por el momento, el éxito de King ha animado a
muchos. International Data Corporation cree que en el 2004 un 5% de hogares
estadounidenses contarán con libros electrónicos. Mientras llega ese momento, se
exploran nuevas fórmulas: el último título de la editorial de la Harvard Business
School, Digital Capital (sobre cómo hacer negocios en la Web) sale a la venta en
formato normal el 1 de mayo, pero desde un mes antes ha estado disponible (y más barato)
en RocketEdition.
A continuación, presentamos algunos de los artefactos y programas que se pueden
considerar "libro electrónico"...
Reproducen en la pantalla del ordenador la página de un libro, con unos comandos
simples de paso de página, o zoom. Sólo pueden leer sus formatos propios.
Glassbook Reader
Es un programa gratuito que se puede bajar de la red (el programa de instalación
tiene poco más de 7 megas).
Se pueden comprar libros para ese formato en sitios como Barnes and Noble.
Acrobat Reader
De la casa Adobe, este lector permite leer archivos PDF (Portable Document
Format). Los autores o editores disponen del programa Adobe PDF Merchant para cifrar los
documentos y del We Buy para comercializarlos por línea. El editor enviará por correo
electrónico la clave de acceso al comprador de una obra, para que éste pueda leerla.
Netlibrary eBook Reader
Otro programa de lectura que sólo puede leer sus propios formatos.
Son aparatos cuya única misión es recibir libros y permitir su lectura. Suelen
contar con pantalla táctil y un sistema de menús, con algún comando básico integrado
en el hardware (como "pasar página") . También suelen permitir hacer
anotaciones, con un punzón que llevan incorporado. La única forma de introducir obras en
ellos es a través de una conexión: no tienen lector de disquetes ni de CD-ROM. Su mayor
inconveniente es que su contenido no se puede imprimir ni exportar a ningún programa.
Rocket eBook
Es un dispositivo del tamaño de un libro de bolsillo (12 x 19 cm.), con pantalla
monócroma de 8 x 12 cm, de dirección de lectura orientable (vertical o apaisada), que
pesa más de seiscientos gramos. Su versión menor tiene 4 megas de capacidad de memoria
(lo que equivaldría a 3.800 páginas, o diez libros). Vale menos de 200 dólares (unas
35.000 pesetas). La versión superior cuadruplica la capacidad por 269 dólares. Tiene
autonomía para unas 5 horas, dependiendo de si se lee con la luz propia o con luz
ambiente.
Recibe las obras a través de un ordenador personal que se conecta a la red.
Cuenta con numerosos libros en catálogo, incluyendo best-sellers¸ y muchas
obras gratuitas. También puede recibir suscripciones a periódicos como The New York
Times o The Wall Street Journal. Por el momento se comercializa sólo en los
Estados Unidos.
Los comandos se introducen mediante menús accionables desde pantalla táctil (con
el dedo o a través de un punzón incorporado). Las anotaciones del lector se introducen
mediante el punzón.
Softbook
Dispositivo que pesa 1,3 kilos, y se vende por unos 600 dólares. Tiene también
pantalla monócroma y una autonomía de dos a cinco horas. Lleva un módem incorporado,
por lo que para cargar obras no usa un ordenador, sino directamente la línea telefónica.
Tiene una capacidad de almacenamiento equivalente a 100.000 mil páginas impresas.
Dispone de un catálogo de obras disponibles inferior al Rocket eBook, y cuenta también
con la posibilidad de suscribirse a Time, Fortune, Fast Company...
Tiene también un formato propio de obras (aunque está en estudio un acuerdo para
poder leer también archivos Rocket). El fabricante ofrece un editor para convertir
ficheros Word a su formato. Se comercializa sólo en los Estados Unidos.
Cytale
En un panorama dominado por la industria estadounidense, destaca este libro
electrónico fabricado en Francia, y presentado hace un mes en el Salon du livre de
París. Al igual que el Softbook, se recarga directamente desde el teléfono. Tiene
memoria para 15.000 páginas ampliable a 50.000.
Su mayor novedad es la elegancia del diseño, y el hecho de tener pantalla en
color. El mayor problema parece ser el peso: cerca de un kilo. Su precio ronda las 100.000
ptas. Anuncian un catálogo disponible de un millar de títulos.
Eink
Es aún un prototipo no comercializado, pero ya ha hecho correr ríos de tinta...
no electrónica. Pretende ser un material que se presenta en láminas flexibles que
contienen diminutas esferas que se polarizan por el paso de la corriente y crean los
caracteres.
Asistentes personales, y similares
Los asistentes o agendas electrónicas son dispositivos portátiles que incluyen
directorios telefónicos, agenda, control de citas..., y están muy extendidas (hay 4
millones de unidades vendidas en el mundo, sobre todo en EEUU y Japón). Tienen distintos
sistemas operativos: el Palm, el Psion, o el Windows CE.
Aunque no se han concebido inicialmente para la lectura, se aprovechan sus
capacidades de presentacion de texto para convertirlos también en lectores de libros...
Con algunos problemas: las 66 páginas que ocupa la novela de King en Glassbook se
convierten en 217 en un Palm Pilot. Hay un sitio especializado en obras para este segmento
de aparatos: PeanutPress.
Sistemas mixtos
Anuncian conexión entre distintos soportes tradicionales (papel) y contenidos
electrónicos. Aún no se sabe qué darán de sí. Es el caso de New Media Books.
A los quince días de ponerse a la venta el libro de Stephen King, un
conocido comentarista del mundo digital pedía desde su página de la red que le hicieran
llegar versiones pirata de la obra. Inmediatamente empezó a recibirlas.
Hay muchos sistemas de difusión de obras, y algunos de ellos son más seguros que
otros. En general, se puede afirmar que los sistemas que tienen un componente físico, de hardware
(es decir, aparatos como el Rockett eBook), pueden garantizar un grado de protección
mayor que los basados sólo en software. En el escándalo (relativo) que causó el
descubrimiento de copias pirata de King se reveló que la compañía que había hecho el
cifrado de las obras quiso que el editor retrasara el lanzamiento hasta que tuvieran
dispuesto un sistema seguro (de 64 bits): el editor no quiso esperar, y la obra apareció
con un sistema de protección débil.
Pero es un principio de la edición electrónica (y no sólo de la electrónica)
que "si se puede leer, se puede copiar". Aunque la novela de King fue divulgada
mediante sistemas que vetaban su copia o impresión, hay modos de burlarlos. A partir de
la visualizacion en el programa Glassbook --por ejemplo-- uno podría hacer 66 capturas de
pantalla, e imprimir 66 páginas... Laborioso, pero factible. Luego se puede pasar la
impresión por un escáner, aplicar un OCR (reconocedor de caracteres) y tener un texto
digital que se puede enviar a cualquiera o convertir en una página web. Más fácil: ya
existen programas de OCR que tienen como entrada directamente la presentación en
pantalla... O si no, siempre se puede copiar la obra en un procesador de textos. Pero,
¿quién va a tomarse todas estas molestias para no pagar 450 ptas? Por eso la situación
es menos grave de lo que parece: la presencia de las copias pirata de Riding the Bullet
no impidió la venta de cientos de miles de ejemplares.
En general, ya hay medios legales suficientes para perseguir a quienes difundan
materiales de los que no son propietarios, tanto nacional como internacionalmente. Y los
sistemas individuales de transmisión ilegal normalmente hacen poco daño, en el caso de
obras de venta masiva. Por último, no siempre hace falta proteger para ganar: hay modelos
de negocio de contenidos basados en la transmisión de obras que tienen propiedad
intelectual, sin ningún tipo de protección. Piénsenlo la próxima vez que enciendan la
televisión...
La verdad es que el libro tradicional es un artefacto muy bien pensado
("tan bien concebido como un cuchillo", suele decir el diseñador Yves
Zimmerman): cuando está bien hecho es portátil, duradero, de bajo consumo energético,
de lectura óptima, fácil anotación... Las emulaciones electrónicas de algo tan
perfeccionado por siglos de práctica lo tienen difícil.
De entrada, está la cuestión de la lectura. Un libro impreso sin gran calidad
tiene una definición de unos 1.200 ppp (puntos por pulgada), una impresora alcanza los
600, mientras que los monitores de ordenador están por los 96 ppp, como mucho. La
definición alta redunda en facilidad de lectura, incluso en condiciones duras, en
disminuir el cansancio, etc. Hay sistemas, como el llamado "tinta electrónica",
E-ink (aún en prototipo), que pretenden acercarse a la calidad del libro impreso. La
posibilidad, presente en todos los sistemas de libro electrónico, de aumentar el tamaño
de la letra, será muy útil para la población de los países desarrollados,
progresivamente envejecida (y por tanto con "vista cansada")...
Una ventaja del Rockett eBook y dispositivos parecidos es la capacidad. Como
decía uno de sus usuarios, "un libro de medio kilo es una tontería; una biblioteca
de medio kilo es una maravilla". Si un sólo objeto puede contener veinte libros,
toda la documentación de mi oficina y un diccionario de consulta (al que se puede llamar
desde cualquier palabra), la cosa presenta ventajas. Si además permiten hacer
anotaciones, llevar la agenda, etc., podemos encontrarnos con un valioso asistente
portátil. Y precisamente la disminución de peso y el aumento de la autonomía
energética son los objetivos claros para estos aparatos.
Un aspecto curioso de los dispositivos dedicados es la iluminación: aunque se
pueden leer con luz externa (¡en la playa!), también la tienen propia. Eso permite leer
en la cama (cuando la pareja duerme), en un automóvil (aunque ningún oculista lo
recomendaría), etc.
En los programas para leer en la pantalla del ordenador, la lucha está en mejorar
la legibilidad, sobre todo en las pantallas de menor definición (como las de ciertas
agendas, ordenadores portátiles, etc.). Los esfuerzos se están centrando en mejorar la
tipografía utilizada, y esa es la apuesta de Microsoft, con el ClearType.
El libro electrónico en español y en
el Estado Español
Por el momento no se han comercializado en España
los libros electrónicos (es decir, el hardware dedicado a lectura), y es posible
que aún tarden muchos meses: el Rockett eBook se anunciaba para finales del 2.000. Por
esa razón casi la única actividad editorial digital que se encuentra es en forma de
archivos para programas de lectura.
Quizás la actividad más profesional a ese respecto sea la de las Ediciones
Virtuals de la Universitat Politecnica de Catalunya, en catalán y castellano, que pronto
cumplirá dos años de existencia. Tiene un catálogo de 250 títulos disponibles a la
venta, todos científico-técnicos a nivel universitario, y muchos de los cuales existen
sólo en forma digital. Se han superado los cien archivos diarios servidos. El precio es
fijo: 4 ptas. por página (IVA incluido). Así, un archivo de 50 páginas costará 200
ptas. Una característica curiosa, típica de la edición científico técnica (y no
aplicable, por ejemplo, a la literatura) es que se puede comprar sólo un determinado
capítulo. Sus libros --que se sirven protegidos-- se venden también en el extranjero,
sobre todo en Hispanoamérica.
El caso reciente más notable es el de la editorial Manuscritos, que anuncia la
salida de varias obras de Fernando Arrabal, y que ya había publicado unas piezas
teatrales de Pedro Maestre. Manuscritos sirve sus obras en los formatos Word (de PC o
MAC), PalmV o Acrobat, a un precio típico de 585 pesetas.
No todos los editores virtuales cobran al público. Badosa EP difunde desde hace
años gratuitamente textos literarios inéditos en formato digital. El Aleph, que tiene un
catálogo en español notable, permite la descarga de archivos PDF protegidos, y luego
envía la clave al lector. Éste tiene derecho de divulgar la obra (acompañada siempre de
la noticia de propiedad original), pero no de ganar dinero a través de ella. Anuncios en
los libros, en el sitio web, o el hecho de disponer de datos de los lectores, pueden
llegar a rentabilizar estas iniciativas. Por último, hay editores digitales que cobran
a los autores por darles a conocer en la red, como Stand@rte.
Un hecho determinante de la edición virtual es que no hay más fronteras que las
lingüísticas: todo el que sabía leer inglés, en cualquier país del mundo, pudo
comprar y leer la obra de King. Por tanto no está garantizado que el monopolio de la
edición electrónica en castellano lo tengan editoriales de países hispanohablantes, y
lo mismo ocurre en otras lenguas: los vencedores del libro electrónico del futuro serán
sencillamente los que den mejor servicio, atraigan mejores autores y promocionen mejor sus
obras.
La combinación del libro electrónico y la impresión a la carta hará que surjan
agentes nuevos en el mercado: galeristas que se harán editores (Youcantouch), autores que
se autoeditarán, sitios especializados sólo en promocionar, sólo en vender, sólo en
editar, sólo en imprimir...
Algunos sitios donde apareció a la venta Riding the Bullet:
http://BarnesandNoble.com
http://Powells.com
http://www.peanutpress.com
Sitio oficial de Stephen King
http://www.stephenking.com/
Sitio de su editor Simon & Schuster
http://www.simonsays.com/
Electronic Book Exchange Working Group
http://www.ebxwq.com
Libros electrónicos y programas lectores
Acrobat Reader
http://www.adobe.com/epaper/
Glassbook
http://www.glassbook.com
Modern Age Books
http://www.mabooks.com/
Netlibrary
http://www.netlibrary.com/
New Media Books
http://www.newmediabooks.com
Rocket eBook
http://www.rocket-ebook.com/
Softbook
http://www.softbook.com
Virginconnect
http://www.virginconnectme.com/
Libros electrónicos en prototipo o investigación
Eink
http://www.eink.com/
Everybook Dedicated Reader
Lectrice
Millennium Ebook
NewsPad
Victorian
Laptop
WebMan
WebPad
XLibris
Editoriales virtuales
Badosa
http://www.badosa.com
Edicions Virtuals de la Universitat Politecnica de Catalunya
http://www.edicionsupc.es/virtuals/
El Aleph
http://www.elaleph.com/
Manuscritos
http://www.manuscritos.com
Stand@rte
http://www.estandarte.com
Otras
Ematter
http://www.fatbrain.com/ematter/home.html
00h00
http://www.00h00.com
Youcantouch
http://www.youcantouch.com
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