Las muchas palabras

Una afortunada eclosión de diccionarios
para varias necesidades y en distintos soportes

José Antonio Millán

Günther Haensch, Los diccionarios del español en el umbral del siglo XXI, prólogo de José Antonio Pascual, Ediciones Universidad de Salamanca, 1997, 296 págs., 2.200 pta

María Antonia Martí (coord.), Gran diccionario de la Lengua Española, Larousse Planeta, Barcelona, 1996, 1.856 págs., 17.500 pta. Hay versión en CD-ROM.

Proyecto de Juan Gutiérrez Cuadrado y José Antonio Pascual, Diccionario Salamanca de la lengua española, Santillana / Universidad de Salamanca, Madrid, 1996, 1726 págs., 4.500 ptas.

Proyecto de Concepción Maldonado, Clave. Diccionario de uso del español actual, Prólogo de Gabriel García Márquez, Madrid, Ediciones SM., 2.056 págs., 4.995 pta.

¿Más diccionarios?, podría preguntarse alguien. ¿No existen ya suficientes? No hay entre los hispanohablantes una gran cultura en materia de diccionarios. Su utilización escolar y su presencia doméstica está aún lejos de la de otros países, sobre todo los anglosajones. Tampoco había hasta ahora una obra de conjunto que analizara de forma fiable los que existen. Por eso es especialmente afortunada la aparición de Los diccionarios del español en el umbral del siglo XXI, de Günther Haensch, donde se pasa revista a los numerosos diccionarios del español (incluidos los bilingües) y ¾lo que es más importante¾ se sientan las bases críticas para su valoración. Estamos, pues, ante una excelente guía de las utilidades, virtudes y defectos de las obras existentes, que ójala se mantenga al día en sucesivas ediciones.

Uno de los tipos de diccionario más apreciados por los usuarios es precisamente el llamado "de uso". De él se espera que ahorre palabras anticuadas e incluya las más recientes, que contenga información sobre significados, comenzando por los más frecuentes, que indique las "colocaciones" o combinaciones probables de palabras ("calle mayor"), el régimen preposicional ("capaz de"), irregularidades (el plural "coches cama"), conjugaciones de verbos, sinónimos y antónimos y abundantes ejemplos… Hay un clásico para el español que es el de María Moliner, aparecido recientemente en CD-ROM. De nueva creación es el Gran Diccionario de la Lengua Española de Larousse Planeta, también con edición en CD-ROM.

El Gran Diccionario de Larousse cuenta con 70.000 entradas, con un notable conjunto de voces contemporáneas, tanto importadas como de desarrollo propio: night-club, maruja… Sin embargo, no se indica de ninguna manera su grado de asimilación a la lengua (ni por tanto la conveniencia o no de escribirlos de cursiva: "puenting" y "fútbol" aparecen del mismo modo). Las marcas de nivel y registro, que indican al hablante ante quiénes y de qué modo se puede usar una palabra, no siempre son suficientes.

El texto se ha clarificado al dejar en apostilla marginal la categoría gramatical, materia, nivel, dudas, etc. Las definiciones se han elaborado según una planificación que beneficia a la uniformidad de tratamiento, pero también a la utilidad de la edición electrónica: basta buscar las apariciones de "utensilio" o "vehículo". No da, sin embargo, las indicaciones de pronunciación que necesitan préstamos recientes como "skinhead", pero también voces como "hegeliano".

Una categoría especialmente delicada de diccionario de uso es el que se propone como "activador" de la lengua, tanto para hablantes nativos como para estudiantes de español como lengua extranjera. El Diccionario Salamanca ¾con 85.000 definiciones¾ contiene una utilísima información sintáctica y semántica. Se indica el tipo de sujeto y complemento: "amedrentar: causar <una persona, un animal o una cosa> miedo [a una persona]". Igualmente se indica el rasgo "contable" o no ("amistad" no contable se refiere a la relación, y como contable es sinónimo de "amigo").

La información de uso y registro es asimismo muy fina: "amiguismo" se marca como coloquial peyorativo, y sus sinónimos "nepotismo" como elevado y "enchufismo" como coloquial. Tiene gran riqueza de coloquialismos: es tal vez el único diccionario que recoge el extendido uso de "crío" para "niño antes de nacer" ("está esperando un crío"). Las voces americanas están bien representadas, con indicación de su país de uso, y de las diferencias de utilización con palabras equivalentes en la península. En resumen: un diccionario excelente, rico en muchas informaciones inencontrables en otros similares.

Muy útiles servicios brinda también a sus usuarios Clave: el consultante puede estar seguro de que se le advertirá ante cualquier posibilidad de error, que se le resolverán las dudas, y se le darán instrumentos para sortear zonas peligrosas ("acervo" / "acerbo", uso correcto de "riesgo", acentuación de "oboe", y un amplísimo etcétera…). El lenguaje normativo es una constante referencia, que lleva a señalar qué entradas o acepciones faltan en el diccionario académico. "Zapeo" es una entrada nueva, equivalente a zapping, que también figura. Sin embargo "zapear" se marca como existente en el DRAE, aunque la acepción que viene en Clave no es la académica "Espantar al gato con la voz zape", sino ¾lógicamente, para un diccionario moderno¾ la televisiva.

Además de una buena presencia de términos recientes ("gore", "bakalao"), presta excelentes servicios en la construcción de estas palabras que con frecuencia presentan estructuras movedizas: véase la explicacion de "multimedia". Contiene también un repertorio esencial de siglas y acrónimos.

Estos diccionarios suponen, por su atención y su riqueza, un salto cualitativo en el panorama de los diccionarios existentes. Terminada felizmente la fase de acarreo ciego de una obra lexicográfica a otra, asistimos al desarrolllo de otras de nueva planta, que prestan cada vez más atención a aspectos pragmáticos y de construcción, y de ello los hablantes sólo podemos salir beneficiados.

 

María Moliner, Diccionario de uso del español, Gredos, Madrid / Novell, 1996. CD-ROM para PC, 33 megas. 14.900 pta

Esta edición electrónica ha clarificado la edición en papel al colocar en sus lugares esperables palabras que antes se agrupaban solamente por familias. En los saltos hipertextuales, es capaz de llegar al infinitivo correspondiente a partir de cualquier forma verbal. En las búsquedas de las definiciones permite hallar fragmentos de texto literales, y tiene operador de proximidad ("a x palabras de distancia"), aunque por desdicha no discrimina cuándo las palabras pertenecen a diferentes acepciones. No ofrece ninguna función especial para buscar frases hechas o expresiones, ni tiene diccionario inverso.

Sí permite la búsqueda de palabras que respondan a determinadas pautas morfológicas (mediante comodines). Las abreviaturas están aclaradas sólo en la ayuda en pantalla, donde hace falta ir a buscarlas. A diferencia de los otros diccionarios en CD-ROM del mercado, exige tener el disco presente sólo en el momento de arrancar. Esto significa que podemos trabajar simultánemamente con este eficaz descendiente de uno de nuestros más útiles diccionarios y cualquier otra obra en CD-ROM.

 

Creación y realización de la edición electrónica: Planeta Actimedia, Gran diccionario de la lengua española, Larousse Planeta, Barcelona, 1996. CD-ROM para PC. 112 megas. 19.500 ptas

Cualquier edición electrónica de un diccionario multiplica su capacidad de acceso. De cualquier diccionario moderno se debe esperar rapidez y precisión. Sin embargo, hay principios generales de diseño y ergonomía que pueden facilitar o no su uso. En este caso por desgracia nos encontramos ante una obra de consulta desarrollada con criterios de obra multimedia. Los iconos, esa enfermedad infantil de las interfaces, tienen en ella un protagonismo excesivo. El texto aparece sobre un fondo de ilustración que dificulta su lectura. Por algún motivo se ha prescindido de las capacidades básicas de Windows, de forma que el usuario no podrá dimensionar a su gusto la pantalla (se puede reducir, pero sólo a un tamaño y dejando el programa inhabilitado).

Las búsquedas no permiten discriminar la etimología, lo que da lugar a algunos problemas (encontrar "joya" buscando "utensilio"). Tampoco se pueden buscar cadenas textuales: "persona que", ni usar operadores de proximidad. Las abreviaturas, ese recurso tipográfico para ahorrar espacio, persisten en el CD-ROM, sin una ayuda electrónica que las aclare. No es esto lo que se espera de una edición electrónica de última generación.

[Publicado en El País, el 5 de julio de 1997]

 

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