Chuño, ínterim, Esplugues

Americanismos, latinismos y toponimia
en tres excelentes obras de consulta

José Antonio Millán

 

Diccionario de hispanoamericanismos no recogidos por la Real Academia, Renaud Richaud (coord.). Cátedra. Madrid. 1997. 506 págs. 2.800 pta

Gregorio Sánchez Doncel, Diccionario de latinismos y frases latinas. Noesis. Madrid. 1997. 628 págs. 6.000 pta

Emilio Nieto, Breve diccionario de topónimos españoles. Alianza Editorial. Madrid. 1997. 448 págs + 16 láminas. 3.995

Cuando en El otoño del Patriarca de García Márquez leemos que alguien estaba "bajo los abanicos de aspas" será inútil que busquemos esta expresión en el Diccionario de la Academia: no figura. De las más de cien mil entradas del Diccionario, unas 7.000 tienen alguna referencia a usos americanos, pero no cubren, ni mucho menos todo ese caudal léxico. El Diccionario de hispanoamericanismos de Richaud añade casi otras tantas. Allí encontraremos, por ejemplo, abanico como "ventilador".

Esta obra se viene a añadir a otras (como la de Marcos Morínigo, Diccionario manual de americanismos, Anaya y Mario Muchnik, 1994) que están recogiendo la rica variedad de formas utilizadas en los distintos países hispanohablantes. No todas son voces exclusivas de América, como es lógico: hay acepciones específicas (cartón es "diploma" en Perú o Colombia), formaciones nuevas a partir de palabras comunes del español (encuriosado), numerosos diminutivos con sentido diferente (mulita es "copa de pisco"), pero también voces indígenas (chuño, "aplastado"). Resulta especialmente revelador comparar la riqueza de una voz extendida por toda América, jalar, con su entrada académica.

Uno de los valores de este diccionario es apoyar cada definición con citas, que han aportado unos trescientos autores. Predominan las obras literarias, frente a las periodísticas o científicas, lo que sin duda habrá dado un sesgo a la selección. En cualquier caso, el diccionario de Renaud es un excelente paso adelante.

En el habla y en la escritura culta han abundado los latinismos. Ni siquiera esta época de descuido educativo en lenguas clásicas ha conseguido desterrarlos del todo, con lo que es doblemente necesaria una obra que ayude a precisar una cita, o a afinar un uso. El Diccionario académico desterró hace tiempo la mayoría del latín, de modo que el auxilio no nos vendrá por ahí. Ya teníamos Aurea dicta, que prologó Tierno Galván (Crítica, 1987), al que ahora se añade el Diccionario de latinismos y frases latinas de Sánchez Doncel. Esta útil obra duplica con creces el caudal de la anterior.

Caben en ella desde las formas más extendidas (interim, "entre tanto") hasta citas de autores clásicos (Collige virgo rosas: "Coge, doncella, las rosas" de Ausonio) y humanistas (Vestis virum facit: "El vestido hace al hombre", de Erasmo), citas religiosas (como el cada vez más actual Stultorum infinitus est numerus del Eclesiastés) y profanas (la divisa de la Marina Norteamericana, Semper fidelis). Es una obra útil para no especialistas, con traducciones literales, explicaciones y acentuación del latín para ayudar a la pronunciación. Y además se ve muy eficazmente completada por unos índices por procedencia (motes o divisas, citas bíblicas, autores y obras), o por temas y lugares.

Y hablando de lugares, faltaba una obra que explicara al lector general el origen de los nombres de nuestros pueblos y ciudades. (Hay obras que tratan zonas concretas, como el monumental Onomasticon Cataloniae, de J. Coromines, Barcelona, Curial, siete volúmenes por el momento). El Breve diccionario de topónimos españoles de Nieto permite descubrir orígenes prerromanos, como Vargas ("choza" o "cerro"); latinos como Esplugues o Espronceda, de spelunca, "cuevas"; árabes como Jarque , "Oriente"; mixtos como Guadalcanal, del árabe "río" y "cañar"; germánicos como Frómista, "la primera"; vascos como Javier, "casa nueva". La evolución puede deformar y alejar hasta lo irreconocible: ¿cómo ver "San Jorge" en Santurce o Satrústegui? O unir lo lejano: Vic y Vigo del latín vicus, población no fortificada…

A la organización alfabética une esta sugestiva y clarísima obra una presentación gráfica y temática por los accidentes naturales (ríos, montes, bosques) o artificiales (puentes, carreteras) que han dado nombre a los lugares.

Publicado en El País, el 5 de septiembre de 1998

 

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