¿De quién son los libros y programas del iPhone?

11 marzo 2010 9:09

Hace pocos días se difundió la noticia de que Apple estaba quitando apps (aplicaciones, es decir, tanto libros como revistas, comics o juegos) de contenido sexual de su almacén, App Store. El jaleo fue mayúsculo, porque los criterios de exclusión eran borrosos. Muchos interpretaron este movimiento como preparativos para la aparición del nuevo iPad (dispositivo al que van a ir muchos contenidos de tipo editorial).

Ahora aparece una nota en el sitio de la Electronic Frontier Foundation, institución que defiende la libertad de expresión en la Red, acerca del contrato que hace Apple con los editores que le proporcionan obras para venta en el iPhone, iPad Touch y (es de suponer) pronto en el iPad.

Recordemos el contexto: a diferencia de lo que ocurre en todo el mundo de la computación, los programas (y datos) que van a ser utilizados en el iPhone tienen que ser aprobados por Apple (como si Microsoft tuviera que aprobar cada programa que corre en Windows). Esta empresa revisa, entre otras cuestiones, la programación, y por fin da el visto bueno, o no. Esto puede tener un lado bueno: la ausencia de virus en el sistema.

Además, los creadores sólo pueden vender sus productos a través de las tiendas virtuales de Apple, lo que quiere decir que ésta puede ejercer de hecho una censura sobre los contenidos, como se ha visto. Pero, como indica el  artículo de la EFF, Apple podría también suprimir aplicaciones directamente de los aparatos de los usuarios (como ya hizo Amazon con Kindle).

Pero, ¿qué dice el contrato que han firmado con Apple 100.000 productores de contenido (obligatorio si querían vender algo a través de ellos)? Hasta ahora no se sabía, porque Apple exigía el secreto a quienes los firmaban. Por suerte, la EFF ha aprovechado que la NASA (institución oficial) había creado una aplicación, para, apelando a la Freedom of Information Act (FOIA), pedir ver el contrato.

Como se temía, los firmantes de este acuerdo facultan a Apple para quitar en todo momento sus aplicaciones del mercado, y acceden a que la máxima compensación que recibirán por daños son 50$.

¿Por qué han accedido 100.000 editores y cradores de software a este acuerdo? Bueno: los más de 40 millones de usuarios que han comprado el iPhone son un público cautivo propiedad de Apple. Quien quiera acceder a ellos, tiene que pasar por el aro.

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2 comentarios

Julieta Lionetti dijo...

Este post abre una brecha en un tema muy confuso y espeluznante que se oscureció aún más cuando la refriega entre Macmillan y Amazon por el precio de los libros en Kindle tapó la verdad última: los libros no son de los autores, ni de los editores, ni siquiera de Apple o de Amazon. Mucho menos los libros son de quien los compra, como se comprobó con la acción brutal tomada por Amazon con un libro de Orwell: quitarlo a la brava de los dispositivos dedicados.Con los ebooks, que no son inocentes aunque lancemos loas a los avances tecnológicos de la humanidad, un nuevo actor ha entrado en escena y es un actor que nada tiene que ver con la ecología del mundo de los contenidos. Ese actor tiene varios nombres: Amazon, Apple, algún día próximo GoogleBooks si se confirman los rumores de que está desarrollando un dispositivo. Los contenidos, cada vez más devaluados por su sobreabundancia, flotarán en las, por ahora, distintas nubes. La gran pregunta es ¿a quién le pertenecen los ojos de los lectores? Porque es por nuestros ojos que se libra la batalla. Por el momento, la respuesta es: le pertenecen a Amazon y a Apple. La embestida de Macmillan contra Amazon no fue por el precio (solamente), fue porque si bien los editores están resignados a que nuestros ojos (y costumbres, preferencias, hábitos de lectura, etc.) nunca les van a pertenecer, exigen compartir la información sobre nuestros ojos: no tienen otra manera de dar en el clavo para captar nuestra atención, que será lo más caro del mercado a corto plazo.

12 marzo 2010 17:12
Gorki dijo...

La economía de la Atención ya es asignatura en miles de Master. En efecto mientras que los contenidos no valen nada la atención del consumidor final de esos contenidos se vuelve lo más valioso.De todas formas siempre fue así lo que pretenden todos al sacar un libro es que sea leído por muchos, en la esperanza de que eso deje mucho dinero, ahora en venta de copias del libro y mañana, ¡Dios dirá!, publicidad, prestigio, valoración profesional, …… y quizá pero muy poco probable, venta de ejemplares digitales.

13 marzo 2010 23:54