Tipógrafo digital

09 mayo 2011 9:09

Hace unos meses reseñé una entrevista a Jaume Balmes en Tinta-e sobre las problemáticas de la creación de un e-book. Veo ahora en el blog del entrevistado esta reflexión sobre Mi profesión:

Cada vez que alguien me pregunta de qué trabajo, se me hace difícil explicarlo para que mi interrogador/a se haga una idea más o menos certera de ello. ¿Yo “hago” libros electrónicos? pues sí, y no. No escribo el libro, pero si no hago lo que hago, el libro no se puede leer en un soporte “digital”. ¿Y un PDF no se puede leer? Pues sí, y no. Un PDF no es más que un archivo para imprimir, leer una página pensada para imprimir en un A4 en una pantalla de 6 pulgadas, como que igual se puede leer, pero no es leer. ¿Qué hago yo? Pues compongo el libro para que pueda ser legible en diferentes dispositivos lectores. ¿Cómo? ¿Componer un libro? Pues si, los libros se componen, siempre se han compuesto, insisto: siempre. Y de esa profesión desde los tiempos de los tiempos (bueno desde Gutemberg), se ha llamado la profesión de tipógrafo o tipógrafa (que hoy en día se confunde con diseñador/a de tipos de letra, pero no lo es). Yo mismo me he propuesto bautizar mi profesión, y la más descriptiva, de mi trabajo y mi manera de trabajar, es la de “Tipógrafo Digital”.

Vale la pena leerla para hacerse una idea de qué trampas (y promesas) encierra el aparentemente sencillo proceso de crear un libro digital. Y también cómo los profesionales que tendrán que hacerlos siguen, cómo no, confinados a la autoformación. Y esta reflexión final de Jaume Balmes:

Sólo añadir que no entra en las responsabilidades de un tipógrafo el trato de los metadatos, sino que es un trabajo del editor, aunque no está de más investigar, puesto que los editores no cumplen generalmente con todas sus responsabilidades (yo haciendo amigos,a claro que sí).

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Un comentario

Silvia Senz dijo...

Uno de los principales problemas del improvisado panorama del libro digital es que no parece que se tenga muy claro qué profesionales tienen que hacerlos (los libros digitales) ni qué conocimientos y competencias (y cuáles no) corresponden a cada uno. Ni cómo han de colaborar. Si empezamos así, ya vamos por mal camino, hacia una coctelera improvisada de realizadores, intervenciones y procedimientos donde la eficiencia y la excelencia saldrán perjudicadas, y con ellas, el lector, el producto y la imagen del editor-promotor (el que pone la pasta y la cara).
Aclarar un poco este panorama fundamental es, según me parece, el objetivo de la nota de Jaume.

09 mayo 2011 14:44