Desde la Ciudad de la Palabra

La esperada recopilación del pensamiento
de Lázaro sobre la lengua contemporánea

José Antonio Millán

Fernando Lázaro Carreter, El dardo en la palabra, Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores, Barcelona, 1997, 760 págs., 3.450 pta

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Hace veinte años empezaron a aparecer en el diario madrileño Informaciones unos artículos en los que, bajo el rótulo común de "El dardo en la palabra", Fernando Lázaro paseaba su mirada ¾no siempre benevolente: de ahí lo de dardo¾ sobre el habla que le rodeaba. Prohijada después por la agencia EFE, la sección habitó diferentes periódicos, y en la actualidad se publica en Abc.

La presencia de secciones lingüísticas en periódicos del mundo entero (Le Monde, el New York Times o La Stampa mantienen populares secciones sobre el lenguaje) tiene su justificación: es como si quisieran devolver a la sociedad, en forma de reflexión, el regalo que han recibido de ella. La lengua es la materia prima del periódico, y el quehacer diario y la presión de los nuevos artefactos fuerzan muchas veces a soluciones apresuradas. Las frecuentes cartas de los lectores sobre materia lingüística, o el éxito de una obra como el Libro de estilo demuestran que el uso de la lengua es algo que no deja indiferente al público lector.

¿Qué ha hecho ¾y sigue haciendo¾ Fernando Lázaro desde su página? Muchas cosas, pero que se pueden resumir en dos: ha introducido una fuerte dosis de sentido común lingüístico en una forma de hablar frecuentemente hinchada por la presunción o desviada por la ignorancia, y ha ido suministrando a los lectores unos rudimentos de la ciencia del lenguaje. Mientras que la cultura científica y técnica está en constante avance, y el lector medio podría contar qué es un agujero negro, las ignorancias, los conceptos errados y las simplificaciones abusivas son la norma en el terreno de la lengua.

Esta doble función, pues, crítica y divulgativa, es la que vienen ejerciendo los artículos de Fernando Lázaro. El punto de partida puede ser la sorpresa ante un recién llegado, como el juvenil "guay", pero sobre todo la indignación ante la lectura o audición de algún disparate: barbarismos como "Kuwait City", vulgarismos como el extendido "jefe", errores como "infringir" por "infligir", pero sobre todo usos superfluos y vanos del lenguaje burocrático, político o periodístico: "climatología" por "clima", la "filosofía de equipamiento" en un automóvil, clichés como "la práctica totalidad", "a nivel de", y un largo etcétera. Las fuentes han sido lecturas de periódicos, folletos de electrodomésticos o ¾todo hay que decirlo¾ numerosas retransmisiones deportivas en las que Lázaro ha pescado algunas de las más notables perlas; a ello hay que añadir las aportaciones de lectores, convertidos en corresponsales espontáneos de barbaries y facecias.

El principio que guía las intervenciones de Lázaro es una suerte de "higiene del lenguaje", basada en unos pocos sanos principios: recordar lo que la propia lengua puede proporcionar; limpiar adherencias extrañas; si hay que crear o importar, hacerlo según "el genio del idioma"... Para ello, el autor recurre , según necesidades, a calas morfológicas, excursiones históricas, citas literarias, digresiones teóricas, indagaciones etimológicas, u ojeadas comparativas sobre otras lenguas: ¡todo ello en el reducido espacio de un artículo de prensa!, y ¾apresurémonos a decirlo¾ con la amenidad y claridad de quien conoce privilegiadamente la materia y ha tenido que transmitir su saber a muchas promociones de estudiantes.

Veinte años es un periodo dilatado, y los artículos de Lázaro van recogiendo el pulso de los tiempos: si en 1975 puede recordar las teorías de Stalin, para tranquilizar a lectores de izquierdas sobre la neutralidad de la lengua, luego puede adentrarse en los eufemismos y circunloquios a que dan lugar las tensiones de creación del Estado de las Autonomías; la Olimpiada o la Guerra del Golfo, la irrupción del cheli o el estreno de Aladdin son motivos o pretextos para explorar la lengua que se está formando silenciosamente bajo nuestros ojos. Si a ello añadimos la ironía, muchas veces feroz, o las pinceladas líricas o descriptivas que con frecuencia sazonan el conjunto, está claro que nos encontramos ante unas miniaturas tan provechosas como apasionantes, que por fin podemos releer cómodamente.

La obra se completa con un índice final, utilísimo para rescatar palabras esparcidas por los artículos (sin embargo, el índice presenta deficiencias y cambios de criterio, que deberán mejorarse en una próxima edición). Galaxia Gutenberg/Círculo ha preparado un bello libro, muy cuidado tipográficamente, como tienen por norma, y que tiene dos cintas de registro, como invitando a adentrarse en el libro por más de un lugar, lo que ¾en una obra como ésta, rica y llena de sabiduría¾ es un excelente consejo.

[Publicado en El País, el 5 de abril de 1997]

 

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