Se llama en catalán pedra seca (y en castellano piedra seca, o piedra en seco), el uso de la piedra para construir sin argamasa, sencillamente por apilamiento, asentamiento y equilibrio de los distintos fragmentos pétreos.

De esta piedra seca se hacen paredes, hitos y lindes, muros de contención, terrazas, barracas, puentes, caminos, clopers o monumentos. De hecho, no hay forma arquitectónica o constructiva que no pueda realizarse de esta humilde manera.

Barraca en el Camí Vell a Port de la Selva

Imaginemos un terreno inculto, pedregoso. Las tareas de limpieza conducen al apilamiento de una ingente cantidad de piedras. Estas luego se reutilizan para aterrazar las zonas en pendiente (creando horizontalidad, y reteniendo la preciosa tierra), para marcar los límites entre los campos de distinta propiedad, para construir una barraca donde guardar los aperos, o donde guarecerse, o para proteger el curso de un camino.

Clopers en un olivar cerca del Camí des Pins d'es Rector

Como el surgimiento de un cloper. Allá donde una roca estorbaba un campo cultivable, se la rodeaba de un muro (cuadrado, rectangular o circular: dependía de la forma del obstáculo) que constituía un sólido contenedor al que iban a parar todas las piedras sobrantes, hasta quedar repleto.

Un beneficio doble, pues: no sólo la eliminación del estorbo y el desorden, sino la creación de estructuras nuevas y útiles…

O triple: además, la aparición de la belleza.