Las palabras
|
||
alfabético
(orden) . |
Cuando
recibí la invitación a elaborar un diccionario enfocado
al "próximo milenio" no me pareció mal: al
fin y al cabo estamos aún en 1998, y la inundación de
escritos sobre ese vago territorio futuro todavía no es
alarmante. No quiero ni pensar lo que pasará dentro de
once meses... Después de este júbilo inicial me asaltó una duda: ¿qué se yo cuáles serán las palabras-estrella de dentro de unos años o décadas? Desde luego, depende de tantos factores, modas y acontecimientos que da vértigo pensarlo. Además, como filólogo, no estoy acostumbrado al vaticinio: no soy economista, vamos; ni meteorólogo. Mientras me devanaba los sesos en estas tristes meditaciones, descubrí de pronto un hecho no por evidente menos notable: que así como habrá palabras nuevas ¾seguro¾, desaparecerán muchas otras que ahora nos rodean, o cambiarán de significado. Esto se me antojó, de entrada, un terreno mucho menos resbaladizo: juzgar qué palabras desaparecerán de entre nosotros. Los vertiginosos avances de la técnica (por usar la expresión consagrada) dejan detrás muchos cacharros, sustituidos por otros nuevos. Esto es una fuente de pérdida. Y además, las cosas nuevas que hacen los artefactos nuevos tienen que tener nombres nuevos... hasta que dichas cosas ya son tan normales que no hay ni que mencionarlas: he ahí cómo el progreso primero nos da y luego nos quita (vocabulario). Por último, cuando los artefactos de siempre incorporan una novedad tecnológica, la lengua debe marcarlo de alguna manera. Por ejemplo: los "coches" del siglo XIX estaban tirados por caballos, como es bien sabido, y entonces "coche" significaba "carruaje a tracción animal". Cuando apareció el motor de explosión, los nuevos artefactos fueron conocidos como "coches sin caballos", pero cuando se hicieron omnipresentes, pasaron a ser los "coches" a secas. Bueno: cosas así pasarán muchas. Los cambios técnicos parecían, entonces, una buena fuente de pérdida de vocabulario. Dispuesto a no afrontar solo semejante tarea, hice una encuesta de urgencia, de la que tengo el placer de decir que obtuve respuestas variadas e inteligentes. Me ayudaron Xosé Castro Roig, Rafael Millán, Isidro Moreno, Yolanda Arribas, entre otros. Yo, sin embargo, soy el único responsable, etc. Las entradas que siguen son una muestra de este ejercicio de lexicografía negativa: son palabras y expresiones que no se usarán (creo yo) en el próximo milenio. Unas desaparecerán dentro de pocos años; otras, en un siglo o dos. Por supuesto, estaré dispuesto a reconocer, llegado el momento, que me he equivocado. Para recalcar la particularidad de este diccionario, sus entradas ni siquiera están por orden alfabético. ¿Por qué? Empiece a leer. alfabético (orden): Por desgracia, este útil invento de algún monje francés del siglo XII perderá casi todo su uso cuando guías telefónicas, obras de referencia y directorios estén en soporte electrónico. Para buscar "Pla" no habrá ya que recordar si la p va antes o después de la o, sino sencillamente pulsar las teclas p, l, a. O ni siquiera eso: pronunciar claramente "Pla". Y tampoco: se podrá pronunciar de cualquier manera, porque el programa sabrá reconocer nuestras intenciones lo suficientemente bien. En resumen: nadie hablará más del "orden alfabético". ordenador: ¡Sí señores! Este artefacto tan ubicuo acabará por esfumarse ante nuestros ojos, englobado dentro de otros muchos (el televisor, el teléfono, el automóvil, la mesa de trabajo...) o disperso por la red. ¿Sabemos hoy en día que nuestro tocadiscos o nuestro microondas contienen un pequeño ordenador?: no necesariamente. Pues lo mismo ocurrirá con otros muchos aparatos. Además, muchas de las referencias que en la actualidad hacemos al ordenador pasarán a hacerse al programa, porque sabremos mejor quién es el culpable. "No puedo hacer esto, porque no me deja el programa", se dirá, con más razón que ahora (que decimos: "el ordenador no me deja..."). CD-ROM: Morirá, y además muy pronto, sustituido por el siguiente artefacto de almacenamiento, más capaz, más rápido, grabable, etc. Y ese, será sustituido por otro, y así sucesivamente. Aquí no quiero ni arriesgar un vaticinio... ciber-: Precisamente uno de los placeres del próximo milenio será la desaparición total de todos los ciber- (como cibernauta, ciberespacio, etc.) En este caso será un simple factor estético: el puro cansancio ante formaciones tan feas e inmotivadas. autopistas de la información: a diferencia de lo que pasa ahora, que semejante cosa no existe, aunque se habla mucho de ella, en algún momento probablemente existirán estas vías de comunicación capaces de transmitir imagen, voz, música y datos, pero nadie las llamará así, porque será una horterada. interactivo: En algún impreciso momento futuro casi todo será interactivo: las obras de ocio o de consulta tendrán en cuenta los gustos y las órdenes del usuario, los protagonistas de las películas tendrán los rasgos físicos (y morales) que el espectador quiera, y las mismas películas tendrán tantos distintos finales como sea necesario. Entonces a la interactividad no hará falta llamarla de ninguna manera. Como me apuntó Isidro Moreno: "Si ya nadie dice cine sonoro en color y en estéreo, ¿por qué se iba a decir en el siglo XXI televisión digital interactiva?". multimedia: Podemos aplicar la misma reflexión. Hace unos pocos años era asombroso un medio que combinara imagen, sonido, texto, etc. Hoy es casi trivial. Mañana no hará falta ni mencionarlo... ¿Una obra que presenta sonido junto con imagen y texto? ¡Pues claro!, ¿qué iba a hacer? digital: Hoy decimos "cámara digital", "televisión digital", etc. Negroponte habla de "ser digital", Terceiro de la "sociedad digital"; la gente "digitaliza" cosas, y los periodistas nos recuerdan que estamos en un "mundo digital". Pues bien, propongo la siguiente ley de evolución lingüística (que sólo el Cielo sabe si se perpetuará con mi nombre): "Cuanto más se utilice una palabra recién llegada, más probabilidades hay de que desaparezca del todo, y pronto". ratón: Confiemos en que dentro de no mucho se haya inventado algo mejor que ese aparato antiergonómico, que hay que manejar con la mano crispada (lo que produce, entre otras cosas, el "síndrome del tunel carpial"), que tiene poca precisión, un nombre absurdo, etc. ortografía: Nadie cometerá faltas de ídem: todo se hará en medios digitales (¡ejem!), y un supervisor automático corregirá cualquier "absorver", "erupto" y demás. La gente ya no dirá "Fulanito no tiene ortografía", sino·"Se le estropeó el programa, y escribía muy raro...". A propósito: los programas no sólo impedirán escribir "exausto" sino también "pienso de que...". Internet: Ni la mencionaremos. De verdad. ¿Hablamos hoy mucho de la "red telefónica conmutada", o de las centralitas? En un futuro próximo lo normal será que no distingamos lo que proviene de emisoras de radio, de televisión, redacciones de prensa, o de un ordenador lejano; lo que nos llega por la línea telefónica, por cable, o por satélite; a través del ordenador o del fax. Todo será un poco lo mismo. De verdad. video (cinta de): Nada de nada. Cada uno recibirá la película o el espectáculo que quiera a través de cable, satélite, o lo que sea. Desaparecerán los videoclubs (todavía más), los reproductores de video, etc. electrónico: Quedará desterrado completamente: ya casi lo está (¿se acuerdan de los "cerebros electrónicos"?). Por algún lado de esta lista está el "correo electrónico", y ya verán lo que le pasa... módem: Este modulador y demodulador de frecuencia (un aparato que coge algo digital y lo desdigitaliza, para enviarlo por una línea analógica ¾telefónica¾) perderá todo sentido cuando la comunicación sea totalmente digital. Lo siento mucho por todas las personas que, tras arduos esfuerzos y no pocas resistencias, se han aprendido la palabra, ¡e incluso saben qué significa! teclado: Sólo quedará para el piano. Uno hablará tranquilamente, mientras esforzados circuitos informáticos convertirán nuestras palabras en signos, los signos en líneas, las líneas en páginas. Ah: y nuestras vacilaciones en puntos suspensivos... videoconferencia: Nadie usará esta palabra, porque cualquier conversación telefónica tendrá imagen y sonido, y será más corto decir "conferencia". Web (pronúnciese güeb): ¡Por supuesto que también desaparecerá! Nadie dirá: "He visitado tu sitio en la Güeb", sino: "He visitado tu sitio", o incluso "Te he visitado". Es como cuando ahora decimos a alguien de la televisión, "Te vi ayer": está claro dónde. Los medios de intercomunicación futura serán eso, el punto de encuentro por antonomasia, y como tal no tendrá ni nombre. revista científica: Sencillamente, no existirán. Me refiero a publicaciones como los Anales de investigación en endodoncia, Boletín de morfología de lamelibranquios, etc. Grandes bases de datos tendrán los artículos individuales que puedan interesar a los especialistas, junto con indicación de quién avala las conclusiones del investigador correspondiente. móvil (teléfono): Por supuesto, todos los teléfonos serán móviles. Supongo que cuando (a principios del siglo XX) la industria creó el reloj que se podía llevar atado a la mano la gente se referiría a ellos como "reloj-de-muñeca" (porque los otros se llevaban en el bolsillo, colgando de una cadena). Lo mismo hacemos hoy: añadir un calificativo perecedero y caduco al artefacto. diccionario: Existirán, claro, pero ni los veremos. Por ejemplo agazapados en una esquina del programa con el que escribimos este artículo ("Ejem, perdone, señor: ¿cree usted que es adecuada la palabra agazapado para referirse a un programa que supervisa lo que se escribe?" "¡¡¡Síiii!!!") O estarán incorporados al lápiz con el que subrayamos algo que no entendemos (y una pantallita en el mismo lápiz nos lo traducirá); no es ciencia-ficción: lo vi en la última Feria del Libro de Frankfurt. correo electrónico: Pasará más o menos el mismo fenómeno que ya nos hemos encontrado. Se hablará sólo de correo: "Recibí un correo", etc., porque el correo electrónico será el más frecuente. dirección electrónica: Lo mismo: habrá que añadir la puntualización justo en el caso contrario (como ya empieza a ocurrir hoy): "Dame, por favor tu dirección postal, que te lo quiero mandar por correo: vamos, por correo de cartero". por línea: Ahora esta adaptación del inglés on line alude a aquellas cosas que se hacen a través de la Internet (como en "asisto a un curso de inglés por línea"). Cuando la Internet se diluya en el sistema global de comunicaciones, no habrá motivo para distinguirla de otras cosas, como creo haber dicho antes. fax: El guru de las nuevas tecnologías, Nicholas Negroponte, consideró este artefacto como una desgracia, porque exige la presencia de papel en el emisor y en el receptor, en vez de que las cosas se envíen directamente: de medio digital a medio digital. El fax probablemente desaparezca cuando la gente haga la mayoría de las cosas (leer el periódico, dibujar, escribir, componer música) en sistemas digitales, y lo envíe directamente a otro similar. compacto (disco): Bastará decir "disco": todos serán compactos; pero incluso, más adelante: disco (de música): Desaparecerán. Del todo: uno podrá recibir en su hogar o en el puesto de trabajo, cualquier música que quiera, a la carta. Por ejemplo, uno podrá suscribirse sistemáticamente al número uno de "Los 40 principales" (si tiene el humor), a tangos de Gardel, a romanzas de zarzuela, o a blues de los años 50. O a todas las canciones que grabe determinada cantante. O a un servicio sorpresa que te ponga música aleatoria... La única referencia que quedará a la palabra es en "lanzamiento de disco". atlas: La nueva cartografía electrónica a la medida desterrará los mapas impresos: los escolares, porque habrá sistemas multimedia (¡ejem!) que servirán para aprender, los automóviles llevarán sistemas de información geográfica, con indicación de la distancia y la ruta hasta un restaurante con menú del día inferior a 1.000 pta., etc. enciclopedia: A tres siglos de distancia de la madre de las modernas obras de referencia ¾LEncyclopedie de D'Alembert y Diderot¾, una nueva forma de sistematizar y recuperar el saber habrá tomado su lugar. Puede que se llame buscador, o cualquier cosa: me da lo mismo, pero consistirá en un medio de reunir informaciones dispersas por muchos lugares diferentes, más un procedimiento para relacionarlo y adaptarlo a las necesidades del que lo necesita. 2000: Y decididamente (y por fortuna) una de las cosas que perderemos en cuanto empiece el milenio son todas las denominaciones que muestran esta cifra mágica como símbolo de modernidad y avance. Durante mucho tiempo no podía haber un artefacto un poco sofisticado que no llevara este infame apéndice: ¿una nueva batidora? ¡Pues llamémosla Batidor 2.000! Se acabó... |
|
[Publicado en La Vanguardia, el 13 de febrero de 1998] |