Índice general

Introducción

Parte I: Palabras en el tiempo
Capítulo 1. El tiempo humano
Capítulo 2. El ritmo en la lengua
Capítulo 3. Sílabas, acentos, rima
Capítulo 4. El silencio y el eco

Parte II: Lo que no se entiende
Capítulo 5. Sarabuca, de rabo de cuca
Capítulo 6. Chiviricuri, chiviricá
Capítulo 7. De tin marín
Capítulo 8. Uni, doli, teli
Capítulo 9. Debajo de la fuente

Parte III: Palabras que hacen cosas
Capítulo 10. Con quien paces...
Capítulo 11. ...no con quien naces
Capítulo 12. Tiribirranrán
Capítulo 13. A ro ro…
Capítulo 14. Allá vayas, mal
Capítulo 15. Furioso vienes a mí

Parte IV: Campo de juegos
Capítulo 16. Sal, solecito
Capítulo 17. Doña Dírriga
Capítulo 18. Cali, cali, cali po, po
Capítulo 19. Rabia rabiña
Capítulo 20. Tengo, tengo, tengo

Parte V: De otro continente
Capítulo 21. Gulumbé, gulumbá
Capítulo 22. Sóngoro cosongo
Capítulo 23. Jolifanto bambla
Capítulo 24. La galindinjóndi júndi

Parte VI: Al unísono
Capítulo 25. Tirad, tirad, tirad, tirad
Capítulo 26. ¡A la bi, a la ba!
Capítulo 27. Póntelo. Pónselo

Parte VII: La voz que todo lo llena
Capítulo 28. El chorro de palabras
Capítulo 29. Yo vendo panelitas de coco
Capítulo 30. Como el agua

Parte VIII: Grabar en la mente
Capítulo 31. Getafe, Pinto, Seseña
Capítulo 32. De la constitución del Universo

Parte IX: Por todos los rincones
Capítulo 33. La pera limonera
Capítulo 34. Ritmos en la prosa

Parte X: Conclusión
Capítulo 35. ¿Para qué el ritmo?
Capítulo 36. Fuerza y pervivencia


Índice de materias y nombres propios

 

 

 

Introducción

 

 

La princesa está triste,
¿qué tendrá la princesa?
Los suspiros se escapan
de su boca de fresa

      A todo hablante de español le suenan estos versos. Muchos los saben de memoria y pueden recitarlos. Si reflexionan sobre ellos pueden incluso percibir su medida en sílabas, sus pausas y sus rimas. Esas frases están construidas rítmicamente, está claro, porque son poesía, y la poesía es el lugar de la música en la lengua.

     En la visión mas extendida, las personas hablamos normalmente, pero de vez en cuando nuestras palabras se visten de gala, por así decir, danzan y resuenan, y eso quiere decir que las estamos usando para algo distinto: para crear un tipo diferente de palabras, que buscan la belleza. Los adornos del lenguaje son para usos, diríamos, literarios, y el ejemplo típico es la poesía. Pero, ¿es esto exactamente así?

      Hay ritmo y música en muchos aspectos de nuestra lengua que no son poéticos, y explorarlos es precisamente el objetivo de ese libro. Recorrerlos nos llevará a esquinas extrañas de la vida de las palabras: unas risibles, otras sobrecogedoras; unas antiquísimas y otras que son creaciones recientes. Entre otras cosas, recorreremos las canciones y las fórmulas que se dicen a los niños, o que estos utilizan entre sí; las frases que utilizan el ritmo para fijarse en la memoria, y a veces llevan siglos reproduciéndose; las que acompañan a las tareas repetitivas o a los trabajos en común; las que usan los colectivos que quieren decir cosas al unísono; las palabras extranjeras (reales o inventadas) que crean ritmos, las palabras juguetonas que pueden animar nuestra lengua: en suma, todas las formas de utilizar pautas en la lengua sin un propósito directamente literario o artístico.

     Cuando alguien dice "a otra cosa, mariposa", cuando se aplaca a un niño con el "cura, sana...", cuando se nos quiere consolar con un "ojos que no ven, corazón que no siente", cuando los manifestantes repiten "Luego diréis que somos cinco o seis", cuando la televisión pregunta "Si no tomas Danao, ¿qué has desayunao?", cuando los hinchas gritan "Aliron, alirón el Atleti campeón", cuando el rapero suelta una de sus tiradas, cuando los niños baten palmas y entonan "Y po y me y po po po", cuando el estudiante memoriza un versito que le ayuda a recordar algo, o recita la tabla de multiplicar, cuando el subastador desgrana una sucesión de cifras, y en muchas ocasiones normales y extraordinarias los seres humanos apelan al ritmo para jugar, para animar una enumeración, para pautar sus movimientos, para sencillamente entregarse a él.

     Este no es un libro para especialistas. Está dirigido a un tipo de personas que he descubierto con placer a lo largo de los años que cuenta con muchísimos miembros: aquellos que disfrutan reflexionando sobre su lengua y aprendiendo nuevas cosas sobre ella. Sus ejemplos provienen básicamente del español, sobre todo del de España, pero también del americano, aunque en ocasiones se ha echado mano de otras lenguas para ilustrar la universalidad de los fenómenos que se tratan.

     El autor aspira a que quien lea este libro y penetre en sus ejemplos acabe con una visión diferente y más rica de los mecanismos que oculta la lengua que habla todos los días.

 

     La primera parte de esta obra explora qué entendemos por ritmo, y específicamente por ritmo en la lengua.

     La segunda parte analiza la función de las palabras inventadas en el contexto de los juegos infantiles.

     La tercera parte cuenta cómo las fórmulas que aspiran a envolverse en un prestigio antiguo recurren al ritmo.

     La cuarta parte vuelve a las dinámicas que movilizan los juegos de los niños, ahora en sus aspectos más mágicos y encantatorios.

     La quinta parte sigue la suerte de los sonidos africanos en el seno del castellano.

     La sexta parte analiza los procedimientos orales para acompasar las acciones de los hombres.

     La séptima parte sigue los comportamientos verbales de quienes toman la palabra en público para anunciar o dirimir algo.

     La octava parte analiza ejemplos en los que las cadencias de la lengua se ponen al servicio de la memoria

     La novena parte estudia los restos rítmicos en el seno de las actividades más prosaicas.

     La décima y última parte resume lo tratado.

 

 

Página creada el 23 de abril del 2017