En los barrios populares, en
las casas viejas, los timbres han ido brotando como plantas, a medida que surgían
las necesidades de sus habitantes. Eso explica la exhuberancia de disposición, de
modelos, de conexiones, de rótulos. Hay casos en que al menos se ha preservado la alineación, cierta armonía...
Mientras que en otros ha primado la improvisación o la desgana... Obsérvese la campana, condenada de por vida a tener el badajo en posición contra natura...
A mayor número de pisos que conectar, mayores posibilidades...
Mientras fotografiaba el asombroso conjunto de arriba, me increpó un vecino que salía: "¿Creerá usted que eso es arte? Yo le diré lo que es: ¡es una chapuza!". Me gustó esa asimilación entre lo fotografiable y lo artístico... Por otra parte creo que es un cierto tipo de arte: una instalación colectiva dilatada en el tiempo. Y como demostración, el siguiente ejemplo en el que se ha integrado perfectamente en una obra pictórica...
Uno de los más bellos ejemplos de Gràcia: seis timbres se reparten el espacio...
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