No hay nada como la melancolía
que despiertan los viejos nombres borrados por el tiempo...
Mientras que los pisos no cambiarán, los nombres de sus inquilinos experimentarán mutaciones a lo largo de los años, pero ello no obsta para que sean cuidadosamente rotulados:
A los pulcros letreritos de otras épocas ha sucedido la tosca referencia manuscrita...
o el papel de celo...
Los cambios de habitante pueden hacer recomendable la solución que vemos abajo: el tablón de anuncios incorporado a la hilera de timbres, para poner (y quitar) a la "Señora Adela".
Y aún quedan por nuestras ciudades timbres que apuntan a oficios y servicios...
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