Proyecto CervantesVirtual:
las razones de una crítica

José Antonio Millán

 

 

  http://cervantesvirtual.com

Explicación del proyecto

 

 

Para crear un gran proyecto de publicación en la Web no basta con transcribir muchas obras en formato HTML, y ponerlas en un servidor público. Tampoco basta con crear índices que permitan acceder a ellas por época, temática y autor. Ambas condiciones son necesarias, pero no suficientes.

Además de ello, en primer lugar es necesario indicar de qué edición específica se han tomado las obras: si es de una edición original o manuscrito, citando incluso biblioteca y signatura del ejemplar, y si es de una edición más moderna, aportando toda su ficha bibliográfica. Es decir: con la práctica de referencia que el mundo estudioso lleva siglos perfeccionando y utilizando, y por una razón muy sencilla: porque sin esa información nadie puede citar la obra (¿qué esta citando, exactamente?) ni validar sus datos (¿comparándolos con qué?)

Sencillamente, la mención de la edición utilizada inserta la obra en una tradición de reutilización y comprobación que está en la misma base del trabajo científico. No hacerlo así equivale en cierta medida a tirar el trabajo.

Pero por otra parte, hay delicadas cuestiones de propiedad y utilización de los derechos que pueden entrar en liza. Recordemos las líneas generales del problema. Las obras de los autores que han caído en el dominio público son editables sin necesidad de contar con la conformidad de los posibles herederos, excepto en algunas especialísimas condiciones: hallazgo tardío de una obra desconocida (Rosalía de Galdós) o nuevo establecimiento de un texto (Ulysses de Joyce). Esto es así, siempre y cuando se parta para su edición de las primeras publicaciones o de ediciones que a su vez se encuentren en situación de dominio público.

Como debería recordarse, toda edición -en sentido filológico- crea un nuevo objeto de derechos de propiedad intelectual, incluso cuando se trata de la edición de una obra en dominio público. Y es fácil entender por qué. El trabajo que separa la realidad con frecuencia confusa de un manuscrito (¡pensemos en el Buen Amor!) o de una serie de ejemplares de las primeras ediciones (¡pensemos en el Quijote!) de la limpia edición impresa es ingente, y acarrea una tremenda suma de decisiones, cada una de las cuales bastaría para inspirar un artículo (y con frecuencia lo hace). Nadie puede hacer uso de este trabajo sin un acuerdo con sus derechohabientes.

Se ha dicho alguna vez que si un millón de monos golpearan durante un millón de años sendas máquinas de escribir, acabarían por producir todo Shakespeare. Podría pensarse igualmente que si un millón de monos fotocopiaran una biblioteca entera de literatura española surgiría un proyecto Web. Para lograr esto último hace falta algo más...

 

 

 

[Última versión, 1 de febrero del 2000]  

 

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