La construcción del docuverso
del español

El proyecto de la Universidad de Alicante
crea un espacio necesario en nuestras letras

José Antonio Millán

 

 

  http://cervantesvirtual.com

Sugerencias a la
dirección del proyecto:

  • que haga pública una lista total de las obras que planea editar

  • indicación de la edición que ha servido de fuente para las editadas en la red

  • herramientas de búsqueda general en el gran corpus textual que se irá formando

  • programas de dominio público para el trabajo con los textos

  • alternativa de bajada en un solo fichero a las obras que ahora están repartidas entre distintas páginas web

y aquí van las razones...

 

La lengua española posee ¾todo el mundo lo sabe¾ una gran riqueza literaria, repartida a lo largo de un milenio y dos continentes. Sin embargo: ¿cuántas de sus obras están disponibles para la lectura o el estudio? Probablemente ni la milésima parte: aún no hay una edición íntegra de nuestro mayor dramaturgo, Lope de Vega; por no mencionar los líricos secundarios del XVIII o los poetas uruguayos del siglo pasado… Además, no sólo las obras estrictamente literarias merecen la atención del estudioso: hay textos botánicos, religiosos o astronómicos que tienen gran valor para el investigador de la lengua o la literatura. Pero, de nuevo, ¿quién puede leerlos? Seguro que del Quijote se encuentran varias ediciones en cualquier librería, pero otras muchísimas obras no se reeeditan desde hace décadas o siglos.

Una gran biblioteca pública o de investigación puede contener un buen conjunto de nuestras obras, aunque no a todo el mundo se le permite la consulta de sus libros. Además, ¿qué ocurre con las personas que no vivan en una ciudad con un centro de esas características?

Vayan estos datos por delante para enmarcar la gran oportunidad que representa la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes que acaban de poner en marcha la Universidad de Alicante con el Banco Santander Central Hispano y la Fundación Marcelino Botín. Esta biblioteca está en el espíritu del Proyecto Gutenberg (una acción de voluntariado iniciada hace 30 años y que para el año 2.001 planea haber digitalizado y puesto a disposición del público 10.000 libros). A diferencia de éste, mayoritariamente en inglés, la Biblioteca Virtual Cervantes abarca textos españoles y de las culturas hispánicas, con un horizonte de 30.000 obras en tres años a partir de las 2.000 iniciales. Otra importante diferencia es el carácter institucional y profesional del proyecto español: la edición de los textos está encomendada a un equipo de filólogos y estudiantes de la universidad.

Si hace poco más de un año la literatura hispánica en la Red se distribuía entre casi medio centenar de sitios con especializaciones y calidades desiguales (véase), esta nueva aportación concentra y sistematiza una oferta cultural de primer orden. Realmente, el único defecto de esta Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes es su nombre, que viene a colisionar con el de otros lugares de referencia en el universo de la red en español, como el Centro Virtual Cervantes, El Web de Cervantes, etc.

El visitante de esta Biblioteca Virtual puede acceder a las obras por nombre del autor, título, o cualquier palabra contenida en estos dos elementos, pero también recurriendo al CDU (Catálogo Decimal Unificado), un antiguo artificio bibliotecario adaptado hoy a la red, que forma una árbol temático en el que es fácil localizar, por ejemplo, la "Poesía uruguaya, siglo XIX" o los "Asuntos militares". Las obras se presentan en páginas HTML con texto que se podrá leer en pantalla, imprimir o integrar en programas específicos de análisis. Porque el texto digital no es sólo la promesa de acceso inmediato desde cualquier lugar del mundo, sino sobre todo un medio de abrir las obras a la intercomunicación y a la investigación.

La Biblioteca Virtual integra ya clásicos indiscutibles, como El coloquio de los perros, de Cervantes, pero también permite leer a poetisas hispanoamericanas del XIX, como Delmira Agostini u otras obras difícilmente accesibles: el Discurso sobre la educación física y moral de las mujeres, de Josefa Amar y Borbón, nacida en 1749. No hay imágenes de las ediciones, sino el puro y utilísimo texto electrónico, acompañado en alguna ocasión de índices complementarios (como la lista de primeros versos para ciertas obras poéticas).

El siglo pasado los desvelos de un impresor barcelonés, Manuel Rivadeneira, hicieron posible la Biblioteca de Autores Españoles, que aún hoy sigue siendo el único medio de acceso a gran parte de nuestra literatura. Es vital que la Biblioteca Virtual siga incorporando obras de dentro y fuera del canon (pues nadie sabe cuál puede deparar el hallazgo afortunado al historiador de las ideas o de la literatura). Sería conveniente también que hiciera público cuanto antes una lista total de las obras que planea editar, para ahorrar innecesarias duplicaciones y pérdidas de tiempo. También sería un elemento muy importante en un proyecto tan profesional la indicación de la edición que ha servido de fuente para la que se ha puesto en página web. Sería muy beneficioso, por último, que en el futuro se habilitaran herramientas de búsqueda general en el gran corpus textual que se irá formando, y que se hicieran programas de dominio público para el trabajo con los textos. (Y una sugerencia complementaria: ¿por qué no dar la alternativa de bajada en un solo fichero a las obras que ahora están repartidas entre distintas páginas web?).

La Biblioteca Virtual Cervantes anuncia también la futura integración de tesis doctorales, con lo que la promesa de un docuverso (o universo de documentos, en expresión de Ted Nelson, el creador del hipertexto) de y sobre las letras españolas puede ser pronto una envidiable realidad.

La Internet española está dando saludables muestras de vitalidad y de impulso institucional y de patrocinio. Intervenciones culturales como las de la Biblioteca Virtual Cervantes no sólo vuelcan al exterior uno de nuestros patrimonios más importantes, sino que rinden un servicio inestimable a nuestros propios investigadores y estudiantes.

[Publicado en El País, en agosto de 1999]  

 

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