Entrevista a José Antonio Millán

 

Ramón Salaberría

 

 

La edición electrónica requiere fuertes inversiones y, al parecer, no se tiene claro qué va a predominar. si el soporte CD-ROM o la información por línea, o si van a convivir adaptándose cada uno al tipo de información que les sea más adecuado. ¿Qué perspectivas se vislumbran, especialmente en lo que pudiera afectar al mundo bibliotecario?

A mi entender (y no sólo el mío: hoy creo que es la opinión predominante) la información por línea y el CD-ROM van a convivir. Esto puede parecer extraño, cuando pública y alegremente se ha "sentenciado a muerte" al CD. Dada la poca velocidad de la red, el CD-ROM seguirá siendo útil para disponer de información gráfica y sonora, o para grandes masas de datos. La conexión por línea propiciará la actualización y la interactividad. Habrá (ya hay) formas mixtas, en las que por ejemplo el CD-ROM proporcionará una base gráfica o documental general y la conexión por línea algún elemento complementario.Las bibliotecas deberán seguir teniendo (o tendrán que poseer, si aún no los tienen) lectores de CD-ROM.

 

El otro día una amiga de 87 años y muy lúcida decía que quería encontrar "un hombre que piense, no sólo que esté informado". Entre las numerosas estrategias de venta de los nuevos productos de la tecnología de la información, además de la machacona idea de lo importante que es la información para triunfar, ¿no nos estarán también vendiendo la moto de convertir en sinónimos, equiparar, "información" y "conocimiento"?

Efectivamente: el término "información" se ha convertido en uno de esos comodines contemporáneos que poco significan, por usarse en demasiados sentidos. Según este uso, información sería todo, y todo sería materia de información: la biología molecular, la economía, la lengua y la edición de periódicos, el tablón de anuncios de la estación y los transmisores entre sinapsis; los datos crudos, los datos elaborados, la disponibilidad de datos, y el efecto que la aprehensión de dichos datos ejerce sobre sistemas automáticos y sobre seres humanos. Como en otros terrenos, convendría, en efecto, matizar a través de todas las opciones léxicas disponibles: conocimiento, destreza, discreción, sensatez, dominio, comunicación, etc.; a cada uno lo suyo

 

Parecería haber un contrasentido en esta explosión y divulgación de las tecnologías de la información y comunicación. Por un lado se venden como la posibilidad de un acceso universal a la información y a la cultura y, por otro, aumenta aún más la brecha informativa potencial entre ricos y pobres. Las nuevas tecnologías de la comunicación se venden como la posibilidad de la gran plaza pública planetaria y, en cambio, las grandes compañías de comunicaciones tienen el confesado objetivo de controlar toda la cadena del mercado, esto es, contenido, producción, difusión y enlace con el abonado o suscriptor. Para hacerlo posible, sólamente en 1993 y en Europa hubo 895 fusiones de sociedades de comunicación.

La brecha entre ricos y pobres adquiere características particulares en el universo informativo. Para los países situados en la periferia de la producción científica y del dominio económico (como el nuestro), las tecnologías de la información proporcionan la posibilidad de sacar partido de datos y conocimientos acumulados por los más desarrollados. Un caso típico sería la Internet, y concretamente la Malla Mundial Máxima (MMM, o WWW en sus siglas inglesas): hay muchos recursos metidos en su interior, y podemos aprovecharlos. La diferencia entre tener accesible un artículo en la Red, o saber sólo que está publicado en la revista X, que muy probablemente no estará en nuestra biblioteca (...ni en ninguna de 2.000 km. a la redonda), es inmensa. Claro que para que este aprovechamiento fuera realmente democrático, las bilbiotecas tendrían que ser el lugar de acceso público a la Red, por excelencia.

Aparte de esta postura, más bien parasitaria de los más desarrollados, creo que el simple avance de las ciencias locales y la consolidación de una comunidad hispanohablante a ambos lados del océano ya justificaría el situarse en este nuevo nivel tecnológico. Renunciar a él sería como haber renunciado en su momento a utilizar el orden alfabético, la indexación, la edición de revistas, y el largo etcétera en que se ha basado el intercambio científico en la era pre-digital.

La paradoja es que una "puesta al día" tecnológica, que teóricamente está en el camino de nuestro aprovechamiento de los más adelantados (o de una hipotética igualación con ellos), comienza por pagarles equipos informáticos, formación, regalías, etc. Lo que permite enlazar con la última parte de la pregunta: ¿qué nos quedará a los países hispanohablantes, ante estos conglomerados transnacionales, que ya están desarrollando también programas y productos orientados a nuestra lengua? Quisiera equivocarme, pero posiblemente la respuesta sea: comprar y pagar... incluso tecnologías lingüísticas sobre "nuestra" lengua, o productos relacionados con nuestra cultura.

 

Además de Bill Gates, numerosos bibliotecarios señalan el papel compensador, democratizador para grandes sectores de la población en su acceso a estas tecnologías, que pueden desempeñar las bibliotecas públicas y las bibliotecas escolares (en España, en el siglo que las haya). ¿Ve usted posibilidades a estas opiniones?

He contestado parcialmente en mi respuesta anterior, pero querría añadir algo. La MMM es (todo el mundo lo sabe) un batiburrillo confuso, que ya empieza a contener muchas perlas. La función del bibliotecario surge por sí sola: primero, facilitar el acceso; segundo: orientar; tercero: transmitir saberes básicos.

La primera función tiene un carácter profundamente democratizador: el manejo de la Internet no puede ser patrimonio exclusivo de las personas integradas en universidades o en empresas.

La segunda función equivale a ejercer una tarea de preselección de contenidos para evitar al consultante demoras o frustraciones, o para seleccionar la mejor de varias propuestas posibles.

La tercera función equivale a "enseñar a pescar" frente al "regalo de peces" de la anterior. Qué se entienda por "saber básico" en este contexto es una materia variable: en buscadores temáticos (como Yahoo para la MMM) equivaldrá a manejarse por categorías arbóreas, en indizadores de texto pleno (como Altavista) puede querer decir manejar estrategias de búsqueda --huida de las palabras polisémicas, etc.-- , en bases de datos estructuradas, aprender a sacarles el máximo rendimiento, y así sucesivamente.

Sólo añadiría que mucho de lo dicho se puede aplicar también a soportes locales como el CD-ROM.

 

Finalmente, ¿podría señalarnos en qué consiste el proyecto del Centro Virtual del Instituto Cervantes que usted dirige?

El Centro Virtual del Instituto Cervantes es un centro en la Internet que cumple con las misiones de la institución; difusión de nuestra lengua y de las culturas hispánicas. Con una puesta en marcha hacia octubre de este año, el CVC se propone proporcionar materiales relacionados con la enseñanza del español, dar acceso a obras de referencia, propias y de otras instituciones invitadas, crear actividades culturales y también ofrecer foros de discusión para personas interesadas en didáctica del español, problemas de nuestra lengua frente a neologismos o necesidades informativas, y apoyo al mundo del hispanismo. El desarrollo de estos materiales y servicios lleva consigo un fuerte componente de investigación en aprovechamiento de los entornos de la MMM, interactividad con los usuarios, y en general gestión de propuestas didácticas y culturales en la Red.

 

[Publicada, con errores, en el número 80 de Educación y Biblioteca, junio de 1997]

 

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