Cinismo absoluto

José Antonio Millán

 

Cinismo absoluto

En nuestro mundo capitalista la voz y la opinión pertenecen a quienes tienen el dinero. Quien paga tiene el derecho a transmitir a otros sus ideas, ¿no?. Pues aparentemente, ni siquiera eso. En un mundo ideal cualquiera tendría derecho a difundir un mensaje que cree benéfico para la comunidad. En la realidad, si ese mensaje puede molestar a los auténticos detentadores del poder, su difusión es imposible, ni siquiera pagando. Esta es la experiencia de The Media Foundation, con sede en Vancouver, Canadá, cuyo órgano es la revista trimestral Adbusters (algo así como "frustradores de anuncios").

El fin de la fundación es simple: luchar contra la publicidad con sus mismas armas. Por ejemplo, la revista suele acoger comunicados de los AAAA (Advertising Artists Against Advertising, "Artistas publicitarios contra los anuncios"), quienes afirman que "un diseñador gráfico puede de hecho crear anuncios que predispongan subconscientemente al consumidor en contra de la compra".

Aparte de fomentar esta labor de zapa subliminal, the Media Foundation está entrando en anti-campañas propias, con la colaboración desinteresada de publicitarios y artistas. Los resultados son con frecuencia muy buenos, aunque probablemente molesten a más de uno. Todos conocen los anuncios del vodka Absolut, en los que el nombre se une a interpretaciones gráficas de la botella, a veces debidas a artistas destacados (como Warhol). La contrapublicidad de Adbusters presenta, por ejemplo, la silueta de la botella hecha en soga de ahorcado y la leyenda "resaca absoluta", o un pie blancuzco con una etiqueta de morgue que surge bajo una sábana y la frase "absolutamente en hielo". La propietaria de la marca demandó a la revista... para luego retirar toda acción legal, probablemente por miedo a la reacción pública.

El último número de Adbusters relata la odisea de sus campañas televisivas. Los anuncios preparados iban desde la presentación negativa del fetiche (el autosaurio, un dinosaurio de chatarra de automóviles que deja paso a gente andando y en bicicleta) a cargas de profundidad contra el medio mismo (pantalla en negro, pasan cinco segundos, voz autoritaria "Fascinante..., ¿no?", siete segundos, "¿Y qué va a hacer si se aburre?", más negro). El hecho asombroso --o quizá no tanto-- es que esta publicidad, pagada, ha sido rechazada por todas las cadenas. Como dijo el director de programas de la WABC de Nueva York, "Estas son nuestras ondas, y nosotros decidimos qué emitimos y qué no". Por el momento, Adbusters debe conformarse con suministrar los anuncios en video.

Los superéxitos de la Net

Precisamente en Adbusters, que presta también una atención vigilante a los nuevos medios como las comunicaciones on line, han aparecido unos datos significativos sobre cuál es el contenido real que circula por Internet. Como es bien sabido, Internet carece de autoridad central, o incluso de estructura, por lo que es muy difícil saber qué ocurre entre la miríada de comunicaciones que constantemente la recorren. Pero un proyecto del MIT ha estado siguiendo la actividad de los grupos de usuarios de Usenet, el mayor tablón de anuncios electrónico del mundo. Entre las diez zonas que soportan un mayor tráfico (medido en megabytes por mes) se encuentran grupos dedicados a ilustraciones eróticas, sonidos, fotos de supermodelos, erótica masculina, y erótica oriental.

Si disponemos de una red que cubre el mundo y posibilidad de acceso ilimitado y no sujeta a censura, y la utilizamos básicamente para lo mismo que el kiosko de la esquina, posiblemente nos merezcamos que la privaticen.

Bisontes, narices

Aunque no todo es sexo en lo que algunos llaman el ciberespacio: también hay arte, por ejemplo. Cualquiera con acceso a la red (y con dinero para costearse largas sesiones de conexión) puede capturar en su ordenador imágenes artísticas. El Washington Post cuenta cómo los recientes descubrimientos de pinturas rupestres en Francia, cerca de Aviñón, fueron puestos a disposición de los usuarios de Internet apenas un mes después de su hallazgo. Uno de los últimos números de Art in America (a propósito, absolutamente cuajado de anuncios de Absolut creados por pintores destacados), enumera una docena de puntos donde se puede conseguir información artística. La mayoría son institucionales (museos, el Ministerio de Cultura francés...), pero también hay alguna galería.

¿Y qué contenidos puede llegar a transmitir el nuevo medio? Según el número cero de Mute digitalartcritique de Londres, una galería berlinesa ha comenzado a operar en la WWW, rama multimedia de Internet. Entre las obras que acoge esta galería virtual, C@C, está una escultura (concretamente una nariz verde) que un programa debe materializar en el punto de destino, o la titulada <PLUG> Orgasmatron 0.1 Alpha, una colección de ondas cerebrales registradas durante el orgasmo.

Naufragio

Y para terminar, una imagen de una soledad sin límites que nos viene del International Herald Tribune. Durante una tormenta, hace casi tres años, de un mercante en ruta desde China a Estados Unidos cayó un contenedor que contenía casi treinta mil patitos de plástico, con destino a otras tantas bañeras infantiles.

Por su propia naturaleza, los animalitos se resistieron a hundirse, y ahí siguen, blanqueados por la sal y el sol, a merced de los vientos y de las olas. Y como demostración de que no hay mal que por bien no venga, y de que el espíritu humano logra sacar partido hasta de los reveses, un equipo de oceanógrafos ha estado utilizando esta manada de señuelos marinos para cartografiar el curso de las corrientes. Para redondear la felicidad, la fuente periodística concluye con la información de que los juguetes no son tóxicos.

 

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