OrificiosJosé Antonio Millán
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Publicado en El
País, 30 de septiembre de 1995 Sección "Don de lenguas". Aquí está todo lo que hice en ella. |
OrificiosUna de las mejores revistas europeas de arte es el suplemento dominical de un periódico: The Sunday Review del británico The Independent. El interés por lo artístico llega hasta los pasatiempos: cada número propone a la sagacidad de los lectores un minúsculo fragmento de un cuadro: plumas de un ala de ángel (¡con los que hay!) o una curva parda que tomaríamos por el anca de un caballo, pero que resulta ser el remate del sombrero de una dama en las carreras, según Degas. Siempre hay un lector que descubre a qué obra pertenece. Bien diagramada, bien impresa, esta revista (que no vacila en reproducir una obra interesante en las páginas centrales, a un ancho de más de medio metro) acoge las propuestas más experimentales del arte actual. Destacamos dos de los últimos números. The Pedestrian Project (Proyecto Peatón) fue fundado en nueva York hace cinco años. Consiste en sacar por las calles de la ciudad, en movimientos cuidadosamente coreografiados, a unos actores que encarnan las siluetas humanas de los semáforos... o de cualquiera los sistemas neojeroglíficos de señalización que inundan nuestra Babel global. Estos iconos andantes, oscuros, reducidos al esquema despiertan la curiosidad de los transeúntes, que les llaman "la gente del báter", por su parecido con los dibujos que hay a la puerta de tales lugares. Ellos callan por lo general, pero a veces tienden tarjetas con la clave: "Somos peatones" o "Yo soy tú". La artista Mona Hatoum acaba de presentar en la Tate Gallery unos videos del interior de su cuerpo, grabados a través de un cable de fibra óptica como los que se usan en los reconocimientos médicos. En esta época de renovado interés por el cuerpo como objeto artístico (tatuajes, piercing), y en la que una pornografía cada vez más explícita llega a ser indistinguible de las imágenes de una revista ginecológica, Hatoum da un paso más allá y ofrece las contracciones de su píloro, o las suaves vellosidades intestinales. Sensuales, palpitantes, terribles, sus conductos internos (que misericordiosamente The Sunday Review reproduce a pequeña escala) parecen decir al espectador: "Ya tienes todo: ¿y ahora qué más?" CoágulosY hablando de entrañas, la presencia de violencia y sadismo en los juegos de ordenador ha provocado que los organismos competentes creen clasificaciones para orientar a los padres y educadores. El Consejo Asesor en Software Recreativo estadounidense ha creado la categoría "blood and gore" (sangre y coágulos), cuyo contenido no me resisto a citar en extenso:
Un ejemplo: "Un ser sintiente es arrojado a una trituradora, que lo escupe en forma de hamburguesas", concluye, exahusta, la Educom Review de Washington. Y tú más"¿Es un bigote, o te estás comiendo una rata? Pues tú eres tan feo que tu madre tuvo que darte de comer con un tirachinas. Hablando de madres: ¿es verdad que la tuya es tan gorda que tiene su propio código postal? ¿Sabes?: yo podría haber sido tu padre, pero el tipo que estaba a mi lado tenía el dinero exacto". Este intercambio de finezas proviene del Primer Concurso de Insultos de un foro de escritores de la red electrónica Compuserve --un puro ejercicio estilístico, por supuesto. El intercambio ritual de insultos existe en muchas culturas, desde las "jotas de picadillo" patrias, en que hombres y mujeres se destrozan por turno, a los duelos cantados de los esquimales de Groenlandia. Lo que pasa es que la tecnología puede llevar a consecuencias curiosas: harto por lo que creía bajo nivel del concurso, un miembro del foro ha creado un generador de insultos para Windows, INSULT.EXE, que combina al azar frases ofensivas extraídas de las obras de Shakespeare. RetorcidoLa revista neoyorquina The New Yorker, que ha pasado hace poco por cambios de dirección, portadas y estilo gráfico general, mantiene sin embargo uno de sus rasgos característicos: unos peculiares chistes con un sentido del humor muy especial, que irrita a más de uno. Son viñetas para gente culta, que capta las alusiones: un salón dieciochesco, y el mayordomo que ordena a los criados: "¡Más oporto para el Doctor Johnson, y más tinta para el Señor Boswell!..." La vida y tics de los neoyorquinos, sobre todo artistas y creadores, es frecuentemente objeto de ironía: "Aquella buena novela que pensé que tenía dentro de mí", confiesa un hombre a otro en una plácida jornada de pesca en barca, "resultó ser un desequilibrio hormonal". Y por supuesto, el mundo del sexo, captado a través de curiosos rodeos, es un elemento constante. El dibujo, de Charles Barsotti, representa a un corcho --claramente femenino-- que dice a un sacacorchos que se aleja en actitud estirada: "¿Me llamarás? |