El perro del candidato

José Antonio Millán

 

Sección "Don de lenguas". Aquí está todo lo que hice en ella.

El perro del candidato

A un mes de la toma de posesión de Clinton, cuando la prensa comienza a hacer el balance de sus logros (comparados con sus promesas), puede que resulte aún más interesante un ejercicio que realizó la publicación norteamericana Extra!: averiguar qué sabían exactamente sobre el candidato quienes le votaron. Adelantemos la respuesta: practicamente nada.

La crítica moderna sobre la democracia --la crítica progresista, se entiende-- ha recalcado la absoluta dejación de poder que se produce tras el ejercicio del voto ("¡Muchas gracias: hasta dentro de cuatro años!"); pero a esto habrá que añadir una reflexión aún más dura: si el voto no se cimenta sobre lo que ha hecho el candidato, ni sobre lo que opina, ¿qué demonios estamos votando en Occidente?

Extra! es el órgano de FAIR, palabra que significa "justo", pero que como siglas representa "Justicia y precisión en la información", una organización norteamericana dedicada a observar a los medios de comunicación. A raíz de las elecciones hizo una encuesta no, como es habitual, sobre qué se pensaba de los candidatos, sino sobre qué se sabía sobre ellos.

Lo primero que destacó el estudio es que los votantes sabían mucho más sobre trivialidades ("¿Qué candidato tiene un perro que se llama Millie?") que sobre hechos de importancia política. Pero aún hay más: Clinton, como se recordará, había tenido un brillante desempeño como gobernador de Arkansas (lo que según los analistas tuvo gran peso a la hora del voto), pero sorprende ver qué poca huella dejó esa etapa en el cerebro de los electores. Se les preguntó que cómo habían sido los impuestos en Arkansas durante su mandato: sólo un 21% respondió (correctamente) que entre los más bajos de la nación, mientras que un 32% dijeron que entre los más altos. Esto respecto a hechos, pero en cuanto a ideario la situacion no era mejor. Parte de la estrategia de Bush consistió en manipular la imagen política de Clinton, "izquierdizándolo". Como resultado, sólo el 37 % de la gente sabía que Clinton apoyaba la pena de muerte. Igualmente, el público pensaba que su campaña había sido fundamentalmente apoyada por los trabajadores, cuando fueron los grandes capitales quienes más ayudaron a los demócratas (... y a los republicanos, por otra parte).

"El aspecto notable", comenta Extra!, "es que la exposición a la principal fuente de información de nuestra cultura, la televisión, no aumentara el conocimiento. Los que veían mucho la televisión sabían ligeramente menos [sobre estas cuestiones] que los que la veían poco. Del mismo modo, los que confiaban en la TV como su principal fuente de noticias tuvieron una puntuación ligeramente más baja que los que usaban otras fuentes, como periódicos". Como escriben en los muros los radicales berlineses, "Fernsehen macht Blind": "La televisión vuelve ciego".

Falso como una foto

La sociedad actual, todos lo sabemos, es una gran consumidora de imágenes: revistas, periódicos, publicidad y envoltorios de productos exigen un aporte constante. La revista americana Upper and Lower Case, dedicada a la tipografía, pero que presta un gran interés a cuestiones de diseño gráfico, examina en su último número numerosos problemas relacionados con la confluencia de esa demanda y las nuevas tecnologías.

Por una parte se prevé un empobrecimiento generalizado del arte gráfico, cuando los diseñadores echen mano de los archivos electrónicos más difundidos y baratos. Es posible que lleguemos a encontrarnos con la misma imagen en una camiseta, en un juguete, en un envase y en un anuncio. Pero este problema palidece ante el que plantea la manipulación del objeto visual.

Hoy en día, con la tecnología existente, es un juego de niños hacer que la Mona Lisa lleve gafas y envejezca treinta años. Pero el problema es ¿quién tiene derecho a alterar una imagen de otro?, o (lo que es lo mismo en estos tiempos) ¿hay que pagar al autor original si se manipula su obra?

Esto respecto al arte y sus aspectos mercantiles, pero la alteración de fotografías abre un mundo de posibilidades siniestras, porque con los nuevos medios resulta extremadamente difícil detectar la intervención. ¡Qué lejos quedan los tiempos en que los laboratorios de la KGB, a base de tijeras y pegamento, suprimían a un miembro del Politburó caído en desgracia, condenándole a estar eternamente ausente de la presencia del Líder! Figuras políticas o personajes públicos pueden aparecer en situaciones comprometedoras por una manipulación de su imagen, por ejemplo en uso publicitario y, ¿cómo advertir al público, apresurado hojeador de publicaciones, que se trata de un pastiche? En Noruega, un código de ética exige que en esos casos figure la letra M (de "montaje") dentro de un círculo. Pero el ejemplo no va a cundir, y al decir de los expertos la sola vía para evitar desmanes será "la ética". Bien: si ese va a ser el único freno, podemos prepararnos.

Ya sabe: en lo sucesivo, si cae en sus manos la fotografía de un ser querido en compañía dudosa, deténgase antes de hacer algo irreparable, y antes busque con cuidado la M con el círculo.

A hombros de antepasados

La revista Time acaba de hacer una reflexión pública sobre un tema del que se habla poco: hasta qué punto los nacidos tras la Segunda Guerra Mundial (la generación del baby boom, o del aumento de natalidad) dependen para su bienestar material de sus progenitores. La cuestión es clara, tanto en Estados Unidos (objeto del artículo) como en Europa: los padres de los baby boomers se beneficiaron de los bajos precios inmobiliarios y de una buena situación del mercado de valores en el momento en que disponían de capital, lo que les hizo acumular bienes en una cuantía respetable.

Tras la subida inmobiliaria y la especulación financiera de los setenta y ochenta, las nuevas generaciones se encuentran con que, con un esfuerzo profesional mayor (pues lo normal es que tengan que trabajar los dos miembros de la pareja), tienen un nivel de vida inferior al que disfrutaban sus mayores, y necesitan la ayuda de ellos para comprar un simple piso. En EE.UU. el porcentaje del valor de la vivienda que proviene de herencias y donaciones subió del 47% en 1962 al 71% en 1989. El artículo cita a Phillip Longman, autor de un libro significativamente titulado Nacidos para pagar: "cada vez más, el único medio para que la joven clase media siga en la clase media es heredar". Pero por otra parte la creciente longevidad hace de la herencia un tema no sólo doloroso, sino lejano...

Padres --podría ser el mensaje de quienes ahora tienen treinta, cuarenta años--: disfrutemos mientras aún estamos juntos: ¿que tal una transferencia inter vivos?

Apéndice

En revistas norteamericanas lleva meses apareciendo un curioso anuncio con el encabezamiento: "Penes del mundo animal". No se ha librado ni la culta New York Review of Books, que también ofrece esta "litografía de rara calidad" que representa "el órgano copulatorio masculino de varios animales, desde el hombre a la ballena". Al parecer, ahí no falta ni "el apéndice en forma de dedo del pene de la marsopa" ni la "uretra extendida de la jirafa". ¿Pero qué puede hacer uno en realidad con esta lámina? Sugiere el anuncio: "decoración para el hogar o la oficina, o regalo único", pero sobre todo "ideal como recurso educativo".

 

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