En la época de la emigración de los ojos
planean inquietos los lenguados
y el temblor indignado de los jóvenes,
que ignoran qué les pasa, con sus órganos
viajando en surcos por la superficie
hacia el definitivo emplazamiento,
se transmite a la totalidad del banco.

Sobrevuelan abismos,
cortinajes de plantas, su cuerpo colectivo
se revuelve en la alarma o atraviesa
o desciende tanteando la fértil pegajosa
nube de la desova ajena, ¡y mientras tanto
unas verrugas negras les rodean la frente!



(sigue el poema)