Sobre Flor de farola
Entrevista con José Antonio Millán

 

 

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Aparecida con modificaciones  Las Provincias febrero del 2007

¿Cómo surgió la idea?

Surgió por el encuentro fortuito, nada menos que en la Gran Vía de Madrid, del pasquín que abre el libro, pegado a una farola, y hace de eso ya 25 años. Me sorprendió tanto, y me fascinó de tal manera, que lo arranqué y me lo guardé, y desde ese día empecé a fijarme más, e inicié una colección que no ha terminado... Ahora, más que despegarlos o cortarlos, desde que tengo cámara digital lo que hago es fotografiarlos. Así los dejo en su sitio, para que cumplan la misión que les asignó su creador, por más extraña que pueda parecerme...

¿Por dónde o cómo los ha ido recopilando?

Yo soy muy dado al paseo, a callejear sin rumbo fijo, y a fijarme en cosas diversas. Desde que me encontré este primer cartel indefinible estuve más atento a las farolas, señales, cabinas, paredes, y poco a poco fueron surgiendo por aquí y por allí. Sobre todo los he recogido en las ciudades en las que más he vivido (y por tanto que más he transitado), Madrid y Barcelona. Y de hecho, yo creo que es un género que florece sobre todo en grandes ciudades.

Utilizas un estilo académico y una argumentación precisa y  sustanciosa para describir y analizar algunos carteles que constituyen auténticas barbaridades ¿por qué?

Por un lado, como profesional de la lengua, es un placer poder utilizar los recursos que nos han dado la retórica o la teoría literaria para analizar un texto: son herramientas precisas, y a veces muy antiguas, que permiten penetrar en los propósitos del autor.

Pero por otro lado, para mí estos carteles son auténticas creaciones, y merecen que se les apliquen las mismas tácticas que uno usa para desentrañar, por ejemplo, un poema. El pintor Jean Dubuffet creó el movimiento 'art brut', que prestaba gran atención a las creaciones de los niños, o de personajes marginales. Y decía: "Todos somos pintores. Pintar es como hablar o andar. Al hombre le es tan natural emborronar cualquier superficie que tenga a mano, embadurnar cualquier imagen, como le es hablar". Y yo añadiría: o escribir cualquier cosa que se le ocurra... .

Nos referimos a las obras ejecutadas por gente carente de cultura artística, para los cuales la imitación, al contrario de lo que ocurre con los intelectuales, tiene poca o ninguna importancia, por lo que sus creadores lo extraen todo (temas, elección de los materiales, medios de trascripción, ritmos, maneras de escribir etc.…) de su propio interior, y no de los estereotipos del arte clásico o de moda: operación artística “químicamente pura”, que su autor reinventa en todas sus fases y que pone en marcha solo impulsado por sus propios motivos.
Jean Dubuffet

Con el libro nos reímos pero algunos también son muy duros...

Sí: muchos lo son. Unos, porque desvelan problemas del alma humana, como la soledad de ese joven que pega cartelitos en las cabinas pidiendo un poco de amor. Otros, porque expresan graves carencias materiales, como el viudo que pone en venta todas sus pertenencias. No es que no sepamos que estas cosas existen, pero verlas de pronto objetivadas en un papel que transmite el temblor de la escritura de su autor, o el recuento obsesivo de las cosas que puede vender, o los laberintos internos de una mente en descomposición, siempre es algo duro...

¿Qué inquietudes dominan en esta particularísima cartelería?

En el mejor de los casos son denuncias, por agravios reales o figurados: eso a veces no queda claro. Pero en otros casos lo más chocante es que no se sabe el propósito del cartel, de esa pieza mecanografiada, o manuscrita, o incluso llevada a una imprenta para su reproducción. Alguien se ha tomado todas esas molestias (confeccionarlo, pegarlo por distintos lugares de la ciudad), ¿para qué? Eso queda en el misterio...

¿Alguno favorito?

La relación de las pertenencias del viudo. Me parece por una parte un testimonio implacable del peso de los objetos de los que nos rodeamos, y por otro lado su autor conserva toda su dignidad, en ese acto de venta pública a la que se ha visto empujado.

¿Has conocido a alguno de los artífices o perpretadores?

La verdad es que no, y no sé si decir que lo lamento o me alegro. Caso de haber visto a alguno de ellos pegando sus cartelitos, ¿qué habría hecho? ¿Acercarme y entablar conversación? ¿Para qué? Ellos están ahí, enteros en sus obras, esperando sólo que logremos desentrañarlas...

Alguna vez he tenido tentaciones de acercarme más a sus creadores, bien a través de incorporarlos como personaje de un cuento, o fotografiando tipos urbanos: tengo una bonita galería de candidatos a haber hecho alguno de estos carteles. Pero han sido puros ejercicios de ficción.

 

Creado 25 de noviembre del 2010

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