Edición científica y difusión libre

José Antonio Millán

 

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Hoy en día existen en el mundo unas veinte mil revistas científicas y técnicas dotadas de comité de selección (refereed journals) y anualmente se publican en ellas dos millones de artículos. Cada artículo cuesta colectivamente al conjunto de las instituciones que lo pagan unos 2.000 dólares: a cambio de ese desembolso, sólo los miembros de esas instituciones tienen derecho a leerlo, y por cierto: ninguna institución, ni siquiera Harvard, se puede permitir dar acceso a sus miembros a todos los artículos que se publican. Mientras tanto, recordemos que los científicos no cobran por sus artículos, ni en su función de comité de selección de sus colegas. Estos datos (que Stevan Harnad publicó en Nature, en abril del 2001) pueden justificar la profunda revolución que está recorriendo el mundo de la edición científica.

Hace unos meses, concretamente en agosto del año pasado, recogíamos en estas páginas la iniciativa de la Public Library of Science a favor de la apertura de la información científica en la red (véase La revuelta de los científicos). Si a 29 de agosto del 2001 había reunido 26.000 firmas, ahora cuenta con 29.000 firmantes, de 175 países.

Desde entonces han ocurrido varias cosas. La más llamativa es la Budapest Open Access Initiative, patrocinada por el filántropo George Soros, de origen húngaro y afincado en los EEUU desde los años 50. Soros se ha mostrado muy activo en iniciativas a favor de la sociedad abierta, que gestiona a través de una red de fundaciones. Pues bien: a las acciones en favor de países de la Europa del Este, y a sus intervenciones sobre el sistema financiero mundial se ha unido curiosamente una iniciativa directamente relacionada con la edición electrónica de material científico.

Surgida en una reunión celebrada en Budapest (la ciudad natal de Soros) a primeros de diciembre del año pasado, la Budapest Open Access Initiative (BOAI) aboga por el acceso abierto a la literatura científica. Vale la pena ver cómo define el acceso abierto:

Por "acceso abierto" a esta producción, entendemos su disponibilidad libre en la Internet pública, permitiendo a cualquier usuario leer, descargar,  copiar, distribuir, imprimir, buscar, o enlazar a los textos completos de estos artículos, capturarlos (crawling) para indización, utilizarlos como datos para software, o usarlos para cualquier otro propósito legal, sin otras barreras financieras, legales o técnicas que aquellas inseparables del acceso a la propia Internet. La única limitación a la reproducción y distribución, y la unica función del copyright en este dominio, debería ser dar control a los autores sobre la integridad de su obra y el derecho a ser adecuadamente reconocidos y citados.

La BOAI parte de la tradición científica de difundir sin ánimo de lucro la producción intelectual. Con la difusión a través de Internet los científicos obtienen visibilidad y reconocimiento por su trabajo, mientras que los "científicos, estudiosos, profesores, estudiantes y otras mentes curiosas" pueden obtener acceso sin trabas a los artículos.

Dos son los objetivos concretos de esta iniciativa: por una parte las revistas que cuentan con un comité de selección (peer-reviewed), y por otra las obras que los científicos, a título individual, quieren difundir fuera de ese marco. Para el primer fin, se fomenta la creación de "revistas alternativas" y para el segundo se propugna un sistema de "autoarchivo" (self-archiving). La Budapest Open Access Initiative prometió el pasado mes de febrero 3 millones de dólares en becas para fomentar este tipo de repositorios, y para la creación de revistas alternativas.

El autoarchivo es una práctica que no ha nacido con la BOAI, sino que en el dominio de la física tiene más de una década de vida, en el arXiv.org e-Print archive, que ya contiene más de 150.000 artículos. La práctica consiste en que los investigadores o las instituciones publiquen ellos mismos sus artículos en almacenes o reservorios especializados, incluso antes de que sean sometidos al proceso de revisión por colegas y pblicación. De este modo se abrevia el tiempo de diseminación de las investigaciones y se aumenta su repercusión. La Open Archives Initiative ha permitido que los investigadores incluyan metadatos o descriptores que permitan que luego sus obras sean localizadas por quienes las necesitan. El software para publicar e indizar los artículos por parte de los investigadores es gratuito, y está en constante renovación, así como los motores de búsqueda en el almacén de textos (véase una descripción del proceso en el artículo de Stevan Harnad).

Si instituciones filántrópicas, o las mismas que ahora compran suscripciones a revistas científico-técnicas, apoyaran estas iniciativas, el resultado sería un acceso universal (dentro de los límites de acceso a la Red) a la publicación científica.

Mientras tanto, las publicaciones por línea están logrando un reconocimiento similar a sus equivalentes en papel: algunos ya son más citados que sus homólogos. Estos datos provienen de una entrevista de Sam Vaknin a Peter Suber, editor de la Free Online Scholarship Newsletter, un boletín que sigue estrechamente desde hace un año los desarrollos en edición científica abierta. El mismo Suber está trabajando en el desarrollo de software para indizar y recuperar material científico abierto en la Red.

Cabría pensar cuál será el papel de las editoriales comerciales en este nuevo mundo que se insinúa. En la época de la transmisión en papel estas editoriales aportaron la producción física, la distribución, el control de calidad editorial y el soporte de la peer reviewing. Hoy en día los dos primeros elementos han cambiado de medio, y parece que los dos segundos ya no las necesitan. En ningún lugar está escrito que las editoriales científicas (ni, ¡ay!, tantas otras cosas de nuestro mundo) tengan que permanecer inmutables a lo largo de décadas de cambio. Las más avispadas, sencillamente, variarán de función.

Hay un ejemplo muy reciente de qué es lo que podrían "vender" ahora estas editoriales: por ejemplo, servicios de búsqueda. El caso de Safari Books es sorprendente: este servicio web no vende obras (que uno puede descargarse gratuitamente con una cuenta de prueba) sino que alquila el acceso a un depurado servicio de búsqueda a través de una multitud de títulos de tipo científico-técnico. 

 

Los sitios de las instituciones implicadas

Budapest Open Access Initiative
http://www.soros.org/openaccess/

Soros Foundations Network
http://www.soros.org/

The Free Online Scholarship Newsletter
http://www.earlham.edu/~peters/fos/

arXiv.org e-Print archive
http://www.arxiv.org/

Open Archives Initiative
http://www.openarchives.org/

Public Library of Science
http://www.publiclibraryofscience.org/

Safari Books Online
http://www.safaribooksonline.com

Comentarios y análisis

Stevan Harnad, "The self-archiving initiative. Freeing the refereed research literature online", 26 April 2001 Nature 410
http://www.cogsci.soton.ac.uk/~harnad/Tp/nature4.htm

Sam Vaknin, "Copyright Law and Free Online Scholarship - Interview with Peter Suber" - Part I
http://12.108.175.91/ebookweb/discuss/msgReader$1105

Sam Vaknin, "Copyright Law and Free Online Scholarship - Interview with Peter Suber" - Part II
http://12.108.175.91/ebookweb/discuss/msgReader$1106

Otras lecturas

La revuelta de los científicos, o el editor como comadrona.
¿Por qué 26.000 investigadores han puesto un ultimátum al mundo de la edición científica?

Joaquín Rodríguez López. "La locomotora digital. Lo que las revistas científicas pueden hacer sobre el futuro de la edición".

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Creado: 28 de marzo del 2002

 

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