Edita: diseño gráfico 21 x 25 cm. 264 págs. A la venta en: Foto de cubierta: |
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La mirada transeúnte José Antonio Millán Resulta curiosa y significativa la elección de obras de fotógrafos contemporáneos para las paredes de un nuevo hotel madrileño: desde sus espacios públicos (restaurante, biblioteca, pasillos...), hasta los más privados: las habitaciones. Son dos centenares de obras de más de cincuenta fotógrafos, hombres y mujeres, casi todos españoles y actuales, que constituyen una verdadera antología de un quehacer artístico muy peculiar. De todas las artes plásticas, la fotografía es la menos intromisiva, por su naturaleza radicalmente ajena: no sólo remite siempre, por definición, a otra cosa, sino que su mismo proceso de obtención (óptico, químico), aleja a su creador de aquel que la contempla. Su procedimiento de representación está en las antípodas de las perceptibles pinceladas del pintor o la línea del buril del grabador o las soldaduras del escultor. Su gestación está lejos de los imaginarios ligados al atelier del artista, y no es raro que conserve el sabor al laboratorio del diecinueve donde se fraguó: "Bromuro de plata virado al selenio"... Sí: la superficie tersa de la fotografía es el suave acabado del producto tecnológico. A ello se añade otro elemento de lejanía: el blanco y negro, que desde hace tiempo se ha convertido en el territorio propio de sus creadores. Que esta práctica se mantenga a más de medio siglo de la existencia de procedimientos industriales de color, declara la fe en la esencia misma de la fotografía: la luz, la oscuridad, y los innumerables matices que pueden desplegarse entre una y otra. Y por otra parte es una elección que declara un espacio ajeno a la instantánea familiar o turística el reino del color. El territorio de los grises es, hoy, exclusivo de la fotografía (o marca del paso del tiempo: ¿pero no son lo mismo?), y ha configurado, así un lenguaje propio. Como dijo Octavio Paz del gran Manuel Álvarez Bravo: "La realidad es más real en blanco y negro"...
El universo de lo fotografiable: "El inventario se inició en 1839, y desde entonces casi todo ha sido fotografiado, o eso parece", decía hace ya un cuarto de siglo Susan Sontag. Pero durante el año 2002 se calcula que se realizarán 100.000 millones de fotografías en soporte tradicional, y en el digital más de 70.000 millones. Si en su momento Susan Sontag podía hablar de la "insaciabilidad" del medio, ¿qué no será ahora? La colección BH&R, que ha nacido destinada a acompañar al huésped durante unas horas o días, ha huido voluntariamente de los retratos, de la presencia dominante de la figura humana. La siempre terrible mirada del otro, con la que Roland Barthes iniciaba su reflexion sobre la fotografía, ha sido aquí soslayada, por motivos que podríamos llamar de ergonomía de la intimidad. Por eso se han reunido aquí obras en las que los fotógrafos han dirigido sus objetivos a las construcciones del hombre (curiosamente, más que a las obras de la naturaleza). Abundan las carreteras, edificios, calles, líneas de costa..., la mayoría desiertos, despojados, con un aliento que oscila entre la pittura metafisica y el encuadre de procedencia cinematográfica. Están también presentes los escenarios lejanos, exóticos, pero desde una mirada tranquila, nada etnográfica. Y no falta un clásico de la fotografía (como lo fue antes de la pintura): el bodegón; la flor, los frutos, en su abandono tan propicio a la representación. Estos dos centenares de obras dialogan también sobre su propia convención: desde la fotografía/ventana (de nuevo, Barthes) hasta la que revela en el marco la materialidad del negativo. Y por último, no faltan las intervenciones sobre lo fotografiado, desde el coloreado hasta el collage.
La fotografía dibuja con la luz, como declara su etimología, pero también con la ocasión, y con el encuadre, que revela por lo que omite. Todas estas tensiones están presentes en ella, y de ahí proviene su fuerza. La tranquila solemnidad de los espacios que abundan en esta colección es la placidez de lo que ha sido hurtado al tiempo y sabe que permanecerá mientras perduren los pigmentos, y mientras haya una mirada humana, un ojo transeúnte, que los dé vida.
Fotógrafos incluidos en la obra
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Pagina creada el 9 de septiembre del 2003 Última modificación, 10 de octubre del 2003 |