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La norma hispánicaLa nueva ortografía oficial de nuestra lengua, consensuada por todas las academias del español José Antonio Millán |
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Real Academia Española Una reseña muy crítica con
esta obra: |
Tal vez la mayor novedad (e importancia) de esta Ortografía de la Lengua Española no esté en su interior, sino en la contraportada. Allí, ordenadas según su fecha de fundación, aparecen todas las academias de la lengua que la avalan: desde la colombiana hasta la norteamericana. La ortografía es el conjunto de normas que garantiza que los escritos de una lengua sean universalmente reconocibles, por encima de variantes locales de acento o pronunciación. Aunque la ortografía de las lenguas puede alejarse mucho de su pronunciación (como en el inglés) o no (caso del español), los hablantes están muy ligados a la forma en que están acostumbrados a ver las palabras, y los intentos incluso racionales de cambiarla, se encuentran con grandes resistencias, como ha ocurrido en los últimos tiempos con el alemán y el francés. La nueva edición de la Ortografía académica no intenta cambiar nada, sino sistematizar una serie de usos, a partir de ahora oficiales en el español peninsular y de América; por eso provoca satisfación ver que por primera vez se trata de un conjunto de normas aprobado por todas las partes implicadas: la academia madre, las academias americanas y la filipina. Como contrapartida, determinados usos extendidos fuera de la península encuentran sancionado su reflejo ortográfico, como la pronunciación monosilábiaca de guión (que permitirá también su escritura sin tilde o acento gráfico). Esta nueva Ortografía sistematiza muy bien las normas que rigen la presencia o asusencia de determinadas letras (por ejemplo, la rr en los compuestos: autorretrato); la acentuación, y la puntuación (que incluye también uso de comillas y del guión de separación de palabras), siendo quizás esta la parte que ha tenido mayor desarrollo. La complementan apéndices de uso de siglas y abreviaturas, de nombres de países y ciudades con sus gentilicios (natural de México, chilango) y de topónimos cuya versión castellana clásica difiere de la original (Rouen y Ruán). Estamos, pues, ante una norma panhispánica y consensuada para el nuevo siglo. |
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[Publicado en El País, el 16 de octubre de 1999] |