Los sellos napolitanos

José Antonio Millán

 

Diez años después

Durante mucho tiempo, esta página llevó incorporada la siguiente demanda:

"Lamentablemente, no tengo ningún ejemplar del Granchi Rosa para reproducirlo
Si alguien lo tiene y quiere prestármelo, que me lo diga... Gracias"

Como ocurre siempre con la web, dada una cosa determinada, tarde o temprano alguien interesado llega a encontrarla. En el año 2000 no había ningún sitio web dedicado a estos sellos, pero en septiembre del 2003 un comunicante italiano me llevó a un sitio con creaciones de De Fazio, y luego el mismo artista se puso en contacto conmigo

Los creadores de sellos falsos han seguido trabajando: he aquí una muestra de su reacción a la guerra de Afganistán

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Sus nuevas creaciones están agrupadas en el volumen Il postino suona sempre due volte y en el sitio web (en construcción) http://www.falsaririuniti.it/

También se puede encontrar su obra en: http://www.liberidicreare.it/fsbl06.html

 

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Hacia el año 1990 unos objetos postales no identificados empezaron a recorrer Italia y llegaron a saltar a América y hasta la China. Se trataba de tarjetas que contenían saludos y comentarios sobre el tiempo (¿hay cosa más propia de una tarjeta?), y sobres impenetrables, todos ellos dotados de sus correspondientes sellos, es decir, de rectángulos de colorines con el borde serrado.

Una segunda mirada, distraída, a estas adherencias polícromas descubría la leyenda "Poste Italiane", su valor en liras, imágenes más o menos ininteresantes y la habitual prosa oficial: "Salón mundial de...", "Semana...", "Celebración de..." Sólo una tercera mirada podía asimilar la totalidad del contenido y, así, toparse con lo inesperado: "Italia 800. Campeonato del mundo de caca sobre prado", "Una nevera para Africa", "Primer Salón Mundial del Auto Robado"... Nadie, en toda la organización del correo italiano llegó a dedicarles esa tercera mirada.

Los sellos tienen siglo y medio de antigüedad, y responden a una invención juiciosa: que el emisor de una carta pueda pagar su recorrido desde el principio. Para dar fe del desembolso, el estado (garante desde muy temprano de todo el proceso) emite un justificante por el valor, que se adhiere al sobre. La pequeña superficie del sello --pronto se descubrió-- era un lugar excelente para la efigie del monarca, primero, y después para cualquier mensaje propagandístico que se considerara oportuno que circulara. Y así vieron la luz incontables imágenes de efemérides y conmemoraciones, testas coronadas o elegidas por sufragio y reproducciones de obras de arte de la nación. Y ahí es donde entran en la historia los jóvenes napolitanos De Fazio, Padiglione y Sabatino.

Su acción entronca, por una parte, con lo que ya se conoce como mail art (diversos artistas, sobre todo conceptuales, se han apoyado en el correo para crear una obra de arte), y también casan bien con esta época de falsificaciones elevadas a la categoría de objeto artístico. Pero quizá sea más justo relacionarla con una tradición satírica muy italiana, y concretamente bastante napolitana. Los sellos falsos que diseñaron (y pegaron a sus respectivos sobres antes de depositarlos en el buzón) son una divertida burla del discurso del estado y de ese maridaje tan actual entre los intereses oficiales y los privados: Salones, Congresos; Semanas, Días y Meses; Campeonatos, Olimpiadas... ¿de quién son en realidad?

 

Dos sellos de la época de Granchi Rosa:

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Los hallazgos de De Fazio, Padiglione y Sabatino son por una parte literarios ("¿...Pero la Tierra es redonda? Club de escépticos italianos", reza uno de los sellos), aunque también gráficos, abarcando desde la creación de logotipos (como el que conmemora el "Primer convenio sobre el sello falso") al empleo de imágenes usurpadas (el altivo camellero que ilustra al "Militar italiano en Irak. Modelo de lujo"). Ya que ha surgido el tema de la guerra, justo es afirmar que alguno de sus mejores obras se dedicaron al conflicto del Golfo ("Una guerra verdadera, ¡ya era hora!...", junto al dibujo de un acorazado; o la imagen de una vieja pistola de chispa: "Armas iraquíes. Artillería antiaérea"). Por no mencionar los que dedican al "Día de la Mafia" o al "Centenario de la intimidación de la Camorra".

Pero un sello no adquiere la categoría de tal hasta que no cumple su función: transportar un objeto postal hasta su destino. Por eso estos jóvenes napolitanos (junto con una red de amigos y colaboradores) se dedicaron a utilizar sus creaciones para franquear cartas y tarjetas... que indefectiblemente llegaban a su destino. En teoría, Correos examina el sello utilizado, comprueba que sea legal, que su valor corresponda con el recorrido de la carta, y por último (en expresión estremecedora) lo mata, para que nadie más pueda volver a usarlo. El matasellos oficializa la función del sello: lo reconoce, lo anula y lo fecha, todo ello en un mismo acto. Al matar los sellos falsificados, Poste Italiane rindió el mayor homenaje posible a la habilidad de sus artífices.

Los envíos se sucedían, cada vez más osados, cada vez más provocadores: una hermosa joven con los pechos al aire ilustraba el sello de 750 liras, con la leyenda "Me gustan sus ideas"; un equipo reproductivo masculino (pelos incluidos) adornaba el conmemorativo del "19 de marzo, Día del Padre". En otro, junto a la imagen de dos tiernos infantes aparecía la leyenda despiadada: "Día de la supresión de los derechos del niño"... Al delito se unió (hay que reconocerlo) la burla y el ensañamiento: un sello especialmente explosivo gritaba: "¡Viva el correo italiano, el único gratis del mundo!", mientras que otro alertaba: "Controlen mejor los sellos: el falso podría ser éste".

Nunca fueron descubiertos, hasta que se autodenunciaron en el periódico local Il Mattino. La noticia despertó las (lógicas) iras de la Poste Italiane, que en un principio pareció inclinada a llevar a juicio a De Fazio, Padiglione y Sabatino. Afortunadamente, las cosas no llegaron a mayores, y la broma de los tres napolitanos quedó impune.

Quizás haya llegado el momento de decir que un volumen del editor milanés Leonardo (con el título de Granchi Rosa) ha recopilado sus piezas más conseguidas. El libro recoge no sólo los sellos individuales, sino también los sobres franqueados, que a veces recogen la yuxtaposición de varias creaciones. Los artistas napolitanos trabajaron a veces en series (como las dedicadas a la patrulla aérea acrobática), y la unión de varios sellos sobre un mismo motivo crea una agradable sensación filatélica. Especial mención merecen los dedicados a una serie de semanas conmemorativas, entre los que destacan los de la "Semana del sexo computerizado" y la "Semana del agua pútrida y fangosa en Nápoles". Sí: sus obras tienen muchas referencias a su realidad personal (repetidas alusiones al hurto de automóviles, que alguno de ellos sufrió), o a la de su región, e incluso están a veces redactados en el dialecto local (otra sangrienta burla del discurso oficialista del Poligrafico dello Stato, única entidad autorizada para imprimir sellos).

Por último, hay que reconocer que la acción de estos tres jóvenes falsificadores ha tenido un interesante resultado lateral: sembrar la sospecha en el ambiente. A partir de ahora miraremos de reojo los sellos que lleguen a nuestro buzón, y más de una vez, al leer cosas del estilo de "Primer Salón Nacional de Criadores de Perros", "Aniversario de la intervención española en Bosnia" o "Día Mundial sin colesterol", una sospecha nos corroerá: ¿acaso Correos ha contratado a De Fazio, Padiglione y Sabatino como asesores de imagen?

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Sobre mail art:
http://www.dragonflydream.com/MailArt.html

Otro creador:
http://www.sptimes.com/News/20399/Floridian/Smith.html

 

Publicado en "Babelia", suplemento de El País, 9 de octubre de 1993
Puesto en red, 3 de marzo del 2000
Última versión, 24 de septiembre del 2002

 

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