En el origen fue la campanilla, instalada en el corazón del hogar y comunicada con el exterior por un tirador: "Cordón, cinta, cadenilla o alambre del que se tira para hacer sonar la campanilla o el timbre", decía el Diccionario de la Academia, olvidando la barra rígida, que al final fue la solución más frecuente... En ciudades francesas y de Portugal he visto la pervivencia (probablemente inerte) de estos admíniculos. Contemplándolos se percibe la radical ruptura que supuso el timbre electromecánico: oprimir en vez de tirar, contacto en vez de fuerza.
El recorrido oculto de la cuerda a lo largo de la casa, hasta el punto en el que accionaba a la campana (¿en la cocina para el servicio?, ¿en el cuarto de estar para la familia?) tiene un eco en el igualmente misterioso trazado de los cables eléctricos hasta su destino. De hecho, podía haber un recorrido de vuelta: la cuerda que abría el pestillo de la puerta, o el cable eléctrico que, desde el telefonilllo, franquea el paso al visitante debidamente identificado
Ocasionalmente, alguien reinventa los orígenes. Recientemente pude ver en Málaga una campanilla situada en un segundo piso, cuya cuerda colgaba por el exterior hasta el nivel de la calle. Llegada la noche, o cuando los habitantes del piso desearan aislarse, bastaría con recoger el tirador...
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