La destrucción de Barcelona

El "caso Caspolino"

José Antonio Millán

Gala Placidia, 2005.

 


jamillancasp.jpg (56045 bytes)

El que esto escribe en el Caspolino, mientras sus hijos disfruta(ba)n de los coches de choque
(Foto Javier Candeira)

 

Google Maps JavaScript API Sant pau
 

Anteayer, sábado 5 de febrero del 2005, las atracciones Caspolino en la barcelonesa plaza de Gala Placidia, inauguradas hace más de setenta años, han cerrado sus puertas.

Y tampoco está muy claro para qué...

 

DSC03864dt.JPG (41699 bytes)

 

Caspolino in memoriam
(artículo publicado en El País, sección Catalunya, 22 de marzo del 2005)

¿Qué es una ciudad? ¿Un conjunto de calles? ¿Un conjunto de calles y gente? ¿Una serie de monumentos, personas y eventos? Hoy diseñamos calles y edificios, seguimos creando monumentos (algún templo expiatorio que otro), convocamos eventos (¿recuerdan que hubo un Fórum?), decimos a la gente dónde tiene que ir (por ejemplo en Carnaval), qué tiene que recordar... Todo ello —por supuesto— a golpe de presupuesto y de decisiones que emanan desde lo alto.

Y sin embargo...

Sin embargo, las personas se juntan, los eventos se producen y los monumentos (en el sentido de “lugares de memoria”) florecen en cualquier lugar. Por ejemplo, en una esquina del barrio de Gracia. Allí, en la plaza de Gala Placidia, apareció hace más de sesenta años un lugar dotado de atracciones para los niños: una de las primeras pistas de coches de choque de la ciudad, un carrusel de caballitos, futbolines, tiro al blanco, y más adelante artilugios de nuevo cuño (como una máquina de aporrear fantasmas). Son las atracciones Caspolino, y han cerrado hace pocos días, para no abrir nunca más.

Estratégicamente situadas a la salida de un metro, al lado de un bar, junto a una panadería y próximas a un mercado, cuántas promociones de padres han confiado a sus hijos al vértigo controlado de los caballitos, a la embriaguez de la velocidad de los coches de choque o a la concentración de las pruebas de habilidad. Escuela de cortesía y buenas maneras, por sus paredes campeaban rótulos como “Prohibido dar con los pies a los coches”, y en cualquier caso, la discreta vigilancia de los dueños bastaba para que jamás (que yo haya visto) las travesuras de los pequeños clientes llegaran a mayores.

Un ocio, pues, productivo, cívico, ¡y barato! Hoy en día, cuando los niños no se divierten si no es a base de meterse en un cine llevando en una mano un gigantesco paquete de carísimas palomitas y en la otra un refresco gaseoso y azucarado (o abducidos por los espasmos fragmentarios de una playstation), sólo podemos añorar el momento en el que el manso centrifugado del carrusel bastaba para sumirles en un sentimiento parecido al éxtasis...

Durante muchos años, cuando mis hijos eran ya mayores, y no habrían cabido en los cochecitos de choque, no por ello dejaban de mirar con envidia, cada vez que pasaban, el conjunto movedizo de luces multicolores... ¡La estética de las ferias! Lo colores abigarrados y las atrayentes luces ponían un contrapunto agradable a la doble corriente (roja y blanca, según la dirección) de los coches en la cercana Vía Augusta. Sus destellos anunciaban un remanso de paz, de juegos mecánicos en un mundo de entretenimiento digital. Los encestes de baloncesto o los duelos incruentos del futbolín emulaban a escala reducida un mundo de esfuerzo físico y grandes competiciones, ¡sin gasto de energía!, excepto la energía infantil, fácilmente renovable con una excursión a la cercana panadería.

Años y años de uso, de recuerdo y de presencia habían convertido al Caspolino en parte integrante de la ciudad. Su misma arquitectura (creación espontánea, o genio popular) lo convertía en un lugar abierto hacia afuera, una continuación natural de la calle o la plaza, tan opuesto a los equipamientos cerrados y opacos de muchos centros culturales o chiquiparks. Y era nuestro. Sabíamos que ahí habían ido nuestros padres y podrían ir nuestros hijos. Formaban parte del tejido de recuerdos individuales y de lugares de memoria colectivos de la ciudad: una amiga mía conoció allí la pérdida al creerse abandonada por sus padres en los caballitos, y prorrumpió en un llanto irrefrenable que nunca olvidará; pero también al pie de uno de sus futbolines se dejó Puig Antich la cartera repleta de muerte que condujo luego a su detención.

Leo que la dueña se jubilaba. Leo que en el barrio hacen falta equipamientos. Me parece todo muy bien. Pero los negocios se traspasan, y también creo que hay muchos lugares en un kilómetro a la redonda que podrían servir de sede a esos equipamientos que ya veremos... Y sin embargo, no había nada parecido a esa esquina mágica en todo el barrio. Ni en toda Barcelona. Ni en muchas ciudades...

Me enteré tarde de la desaparición del Caspolino, pero me da la impresión de que quienes la conocieron con antelación no tuvieron ninguna reacción, y eso me alarma. ¿Tanto olvido se cultiva hoy en Barcelona? ¿Tanto desagradecimiento por las cosas, aun humildes y vulgares, que son su ser? “Han cerrado el Caspolino”, le dije a mi hijo mayor. “¿Quiénes?”, me preguntó. Sólo pude contestarle: “Todos”...

Las ciudades que no reconocen su patrimonio merecen tal vez perderlo.

 

 

DSC03866d.JPG (48483 bytes)

 

El Caspolino busca llogater
(Transversal Web, 19 de marzo del 2005)

L'actual solar on fins fa poques setmanes hi havia les atraccions El Caspolino no es convertiran en una escola d'idiomes com fins fa poc es comentava. De fet, els actuals propietaris, Iniciativas Nilo S.L. encara no han trobat cap entitat o empresa interessada en el solar de la plaça de Gal·la Placídia.

Segons ha a explicat a Transversal Web Josep Maria Colomer, el propietari d'aquesta societat limitada domiciliada a Sabadell i creada el 1993, "en un principi, a través d'un intermediari van saber que hi havia una escola d'idiomes interessada en el solar però mai més n'hem sabut res més". Igualment s'havia especulat que potser s'hi construiria un centre d'atenció psicològica però Colomer ha desmentit aquest punt. La intenció d'Iniciativas Nilo és llogar el solar que té aproximadament uns 1.500 metres quadrats. "L'edifici el faríem nosaltres al gust del llogater", assegura Colomer, que té la intenció de signar un acord de lloger per uns 30 anys.

No hi haurà pisos
"Sabem que no podem construir-hi pisos. No s'hi poden fer", assenyala Colomer al ser preguntat si hi ha alguna possibilitat que s'hi facin habitatges, tal i com havia insinuat en el darrer consell plenari de Districte el grup municipal de CiU.

Sense contactes amb el Districte
D'altra banda, sense cap oferta en ferm, el propietari d'aquesta immobiliària amb múltiples ramificacions en el sector fixa els seus ulls en l'administració pública. El que és segur és que Colomer encara no s'ha posat en contacte oficialment amb el Districte de Gràcia per si a l'administració municipal pogués estar interessada en aquest solar que des d'aquesta immobiliària no dubten en qualificar com a "lloc atractiu". Cal recordar, no obstant, que el regidor de Gràcia, Ricard Martínez, ha comentat recentment que "l'Ajuntament no pot anar comprant tots els
solars que quedin lliures perquè no és la seva funció".

 

DSC00629d.JPG (71074 bytes)

 

Un recuerdo de Francesc Arumí

Galería de Josep Maria

 

¿Tiene fotografías o recuerdos del Caspolino?

Envíemelas:


 

Creado en marzo del 2005
Última modificación el 17 de junio del 2006

atrás adelante