Flor de farola

 

 

 

 

 

El misterio de los cloros

José Antonio Millán

número: 4 B
tamaño: dos tiras de 10 cm de ancho x 24,5 de alto máximo
medio: manuscrito en mayúsculas
transmisión: fotocopia
lugar: pegado en el cristal del escaparate de una tienda abandonada, sobre otros carteles
localización: Madrid, calle de Alberto Aguilera junto a San Bernardo [ver plano]
fecha: 12 de octubre de 1996
comentario: ¡las de mejor calidad de pegado de toda mi colección!
noticia de los otros ejemplares
Una vez más, bordearemos lo indecible.

Localicé el primero de estos carteles a finales de 1995 y el último ¾por el momento¾ a mediados de 1997, repartidos en un radio de pocos centenares de metros (como se comprueba en el plano), pegadas a farolas y escaparates de tiendas abandonadas, con saña tal que su despegado costaba un gran esfuerzo. Muchos más vi que no me fue dado recolectar, o que destrocé en el intento de hacerlo, y de las que no conservo noticia, bien porque las prisas del momento me impidieran su transcripción, bien porque se habían desvanecido bajo la lluvia (o tal vez arrebatadas por un rival madrugador) cuando volvía para recogerlas armado de un instrumento mejor que mi fiel cutter de bolsillo...

El ejemplar que abre esta crónica estaba fotocopiado, pero mi colección tiene también alguna obra autógrafa, siempre sorprendentes, siempre nerviosas. La codicia de comunicación de su autor le hacía a veces superponer mensaje sobre mensaje fotocopiado, y en ocasiones apostillar en manuscrito sobre la superficie (como en el palmipsesto de C), o añadir algún signo encima (como en A).

En el aislado mundo de las producciones de farola, constituyó una agradable variación el diálogo intermitente que establecí a lo largo de los meses y de los años con su desconocido autor, mi vecino. Sí: por aquel entonces yo vivía en Santa Cruz de Marcenado, y nunca dudé de que el eficaz pegador de carteles habitara por las inmediaciones. Cuando salía a pasear a la caída de la tarde, no podía sino imaginármelo también descendiendo de su hogar, con el bolsillo lleno de tiras escritas, y el bote de la eficaz cola oculto en una bolsa... A propósito: no cabe imaginar mejor formato para los mensajes callejeros que estas tiras, que o bien se superponían en vertical para cubrir el fuste de una farola, o bien se sumaban lateralmente para hacer un cartel.

Para mí, su autor pronto recibió el título de "Otra Cosa". No importa cuál fuera la sorprendente historia que contara, la interrumpía con el escueto comentario "Otra cosa", para acto seguido reiniciar el relato.

¿El relato de qué? Pero ese es otro problema. Por los escritos de mi desconocido circulaba mucho el Ser Supremo, la KGB, "los de los modem" (quienquiera que fuesen), la ETA, el embajador, el agregado también (aunque "eso de agregado no sé lo que es"), Alien, la policía, bastante nombre propio (Fernando, Moll, Lucy)... y, claro, los "cloros". Sabemos de otros casos en que estos comunicadores de esquina convocan a los poderosos de la tierra...

Rondan muertes, asesinos, por estas tiras escritas, aunque el tono no es trágico, sino contenido. "Fernando está muerto (otro)". Es el tono del explorador polar reflejando en su diario, que tal vez nadie leerá, acontecimientos terribles sobre los que nada puede hacer, y de los que ya ha visto demasiados...Sin duda quien las escribió sabe cosas que el resto de nosotros ignoramos.

Los textos son difícilmente clasificables, pues: no constituyen denuncias, sino narraciones de hechos tanto más extraños cuanto que, a pesar de que los referentes son conocidos, nunca acabamos de saber qué pasa. Claro que las cosas no son sencillas: ¿por qué el autor aclara después de "mí", "(el de arriba de mí mismo)"? ¿Qué extraña jerarquía de yos tiene este personaje?

Asistimos sin duda a una construcción ciclópea que abarca un gran conjunto de elementos del mundo contemporáneo. Sin embargo, y parece que cautamente, el autor se suele agazapar bajo opiniones ajenas: "Parece ser", comienza nuestro ejemplar; "Dice el de Arriba", se inicia el D; "Cuando dicen el [ilegible]" y "Dicen etc. etc.", son los comienzos de dos de las piezas del complejo palimpsesto de C.

La conciencia lingüística de nuestro autor es notable, así como su dominio estilístico. Sabedor de que las cosas no son tan simples, puede poner los pelos de punta al lector con este entrecomillado brutal: "lo que pasa 'es que' los cloros". O ese final de cláusula reforzado (como esas obras musicales barrocas, que no acaban de acabar): "FIN (y más fuerte): ¡PUNTO! ¾ OTRA COSA". Cierto humor (por así decirlo) refleja el interludio "Beba Coca Cola" (¡hasta con la cursiva de imagen de marca!). Pero pronto nos encontraremos la explicación, de nuevo extrañamente amenazadora: "Además, lo de la Coca Cola quiere decir que los dos ojos son la chispa de la vida ¾Otra cosa"...

El mundo de lo no dicho, de lo aludido o insinuado, puebla estas tiras. Obsérvese la abundancia de "lo", ese pronombre neutro, que agota en su referencia roma la sustancia sémica de las inmediaciones: "lo de Alien y Ruquinier", "lo de la policía en la calle", "inventándoselo todo para taparlo"; y los impersonales: "se ofrecieron voluntarios para acercársele". Puf. Demasiado...

Y los cloros, ¿quiénes son los cloros? Seres tornadizos: "a los cloros ya no les interesa", audaces : "los cloros le empezaron a robar a la municipal". Y poco más.

Bueno: otra cosa...

 

 

Aquí reaparecen brevemente los cloros.

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