La última preocupación

José Antonio Millán

 

 

La última preocupación

Los moribundos de sida han provocado la aparición de un nuevo negocio, a juzgar por los anuncios que aparecen constantemente en The Advocate, órgano norteamericano de lesbianas y gays. "Ayuda financiera ahora, cuando la necesitas", dice uno; "Puedes necesitar dinero para tratamiento experimental, cuidados dilatados, o incluso unas vacaciones de ensueño, una vez en la vida". ¿Cómo? "Neuma te ofrece convertir tu póliza de seguro de vida en dinero, si te quedan veinticuatro meses, o menos, de vida". Otro anuncio: "Pagar las facturas es la última preocupación que debería afrontar una persona que vive con sida". Y otro:: "Si conoce a alguien cuya expectativa de vida sea de 12 meses o menos, este plan puede ayudar...". Al lado se ofrece el tomo de 1992 de la RMI Review of HVI and AIDS Research, con "más de setecientos resúmenes claramente redactados sobre investigaciones en curso. Información vital que incluso su médico puede no tener..."

La explotación del terror a la muerte no es una cosa nueva. Los enfermos de sida (como ocurre también con otros males extremos) están sometidos a una tremenda sangría financiera, agravada por los constantes señuelos de "curas experimentales" y "nuevos tratamientos". Pero que el desahuciado renuncie a dejar a los suyos un apoyo económico (pues éste es el sentido del seguro de vida), a cambio de la última droga milagro, o de unas vacaciones, sólo demuestra el dilema ante el que se halla. El enfermo que vende su póliza antepone la remota posibilidad de una cura, o el cumplimiento de un sueño, a la seguridad futura de su familia. Las compañías de seguros que han sacado este nuevo "producto" no corren gran riesgo ofreciéndolo a enfermos terminales: están invirtiendo en muerte. Y esto, en el mundo actual, sólo puede ser un gran negocio.

La oreja del jefe

Es bien sabido que parte del pago de un empleado no es salario, sino remuneración indirecta: posibilidad de usar la fotocopiadora de la oficina, suministro inagotable de folios y clips... y acceso telefónico al universo. Esto es así, y todo el mundo lo sabe; incluso hay quien lo justifica, bíblicamente, a partir de Deuteronomio, 25, 4: "No pondrás bozal al buey cuando trillare". Bueno: la compañía France Télécom puede terminar con este estado de cosas, en lo que respecta a comunicaciones. El número de junio de la revista francesa Science et Vie anuncia que se ha puesto a la venta una central telefónica con "intervención discreta", que permite al jefe oír en todo momento las conversaciones de cualquiera de sus empleados, sin que estos tengan posibilidad de darse cuenta. ¿Quien osará, a partir de ahora, hablar con la novia desde el trabajo? Y -lo que es peor- ¿qué seguirá luego? ¿Clips radiactivos, que desatarán alarmas al salir por la puerta? Da la impresión de que toda una era de relaciones laborales está tocando a su fin...

Arqueología del gusto

La tendencia actual a recobrar el pasado tal como fue ("restauración" de obras de arte, interpretación de música con instrumentos "originales", etc.) ha encontrado un nuevo frente en el olfato y el gusto. Dos noticias, de la revista francesa Archeologia y de la británica History Today, así parecen demostrarlo. En Nimes la unión de un enólogo y un arqueólogo ha permitido comercializar el primer vino romano, hecho a partir de las recetas del escritor latino Columela. Tras un año de tanteos entre textos corruptos y proporciones poco claras, han llegado por fin a lo que consideran un buen mulsum, vino especiado de 12°. Por otra parte, una tal Mrs. Abbott ha puesto un restaurante con comida del siglo dieciocho, en la pretensión de recuperar sabores y texturas perdidas ("platos que se habían vuelto insípidos, y delicados puddings convertidos hoy en algo plúmbeo"). En un entorno histórico como Lancaster, el restaurante de la señora Abbott ofrece además al visitante la posibilidad de aumentar el abanico de gastos que hoy en día conlleva el consumo cultural: "Ninguna visita histórica es completa", comenta History Today, "sin la posibilidad de comprar lápices de recuerdo para los niños, y un bote de mermelada a la abuela". Y ahora, ¿qué tal un leve pudding dieciochesco?

¿Un mundo sin peligro?

Los últimos acontecimientos de Los Angeles, o del distrito hispano de Nueva York, han puesto de nuevo sobre la mesa el problema de la libre disposición de armas de fuego en EEUU. Sin embargo, recientes intentos de prohibir su venta libre, o incluso la venta inmediata (imponiendo un plazo de unos días entre compra y entrega) han fracasado. ¿Por qué? Al parecer, hay un extraño nexo entre posesión de armas y libertad civil. Una revista americana como Handguns, "Pistolas" (con el cauto subtítulo de "Para deporte y defensa"), puede permitirnos echar una ojeada a esta mentalidad. En el número de julio, la sección habitual "Tiros al azar" equipara a los enemigos de las armas con los enemigos de los perros, que querrían prohibir la cría de doberman y otras especies "asesinas". No hay remedio, concluye el columnista: "Libertad, responsabilidad individual, y una cierta cantidad de peligro van juntos de manera natural". En la sección de Cartas al Director los lectores rivalizan como rétores clásicos, a la búsqueda del argumento "definitivo" contra el control de armas de fuego. Un lector de California cree haberlo encontrado: si la policía tuviera el derecho de saber quién tiene armas, podría entrar en cualquier momento a registrar. "¿Qué le parece la idea de que un policía entrara en la casa de usted?". Y, concluye, satisfecho, su inventor: "Pruébelo alguna vez. Con este argumento he conseguido derrotar a siete profesores universitarios, una marca muy superior a la del Coronel Cooper [otro corresponsal de la sección], con sus chistes e insultos"... Y así, ladrillo a ladrillo, es como va progresando el pensamiento humano

Publicado en la sección "Don de lenguas" de "Babelia", suplemento de El País, 18 de julio de 1992. Mi primera colaboración en la sección.

Sección "Don de lenguas". Aquí está todo lo que hice en ella.

 

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