Ya lo dijo Larra…

20 septiembre 2009 16:16

Este blog está concebido como una sucesión de flashes, hasta ahora incluso desprovistos de comentarios.

Sin embargo, de cuando en cuando conviene pararse y reflexionar. He introducido comentarios, por ejemplo, para lo que pudieran servir, y para que este no sea el único blog del sitio sin ellos.

Además, me habían llegado algunos avisos (anónimos, todo hay que decirlo) sobre lo que se ha tomado como una afición mía a recalcar aspectos dudosos de nuestro país.

Estaba pensando si contestar o no, y cómo, cuando un oportuno post en el blog Discreto lector me puso ante un precioso texto de Larra. Proviene “del artículo ‘Conclusión’, redactado en marzo de 1833 como despedida de la revista satírica El pobrecito hablador, fundada un año antes y clausurada prematuramente a causa de las dificultades políticas que ocasionaba su publicación”.

Es un texto tan adecuado, ¡casi dos siglos más tarde!, que sólo me queda citarlo extensamente:

Habrán creído muchos tal vez que un orgullo mal entendido, o una
pasión inoportuna y dislocada de extranjerismo, han hecho nacer en
nosotros una propensión a maldecir de nuestras cosas. Lejos de nosotros
intención tan poco patriótica; esta duda sólo puede tener
cabida en aquellos paisanos nuestros que, haciéndose peligrosa
ilusión, tratan de persuadirse a sí mismos que marchamos al
frente o al nivel, a lo menos, de la civilización del mundo; para los
que tal crean no escribimos, porque tanto valiera hablar a sordos: para los
españoles, empero, juiciosos, para quienes hemos escrito mal o bien
nuestras páginas; para aquellos que, como nosotros, creen que los
españoles son capaces de hacer lo que hacen los demás hombres;
para los que piensan que el hombre es sólo lo que de él hacen la
educación y el Gobierno; para los que pueden probarse a sí mismos
esta eterna verdad con sólo considerar que las naciones que antiguamente
eran hordas de bárbaros son en el día las que capitanean los
progresos del mundo; para los que no olvidan que las ciencias, las artes y
hasta las virtudes han pasado del oriente al occidente, del mediodía al
norte, en una continua alternativa, lo cual prueba que el cielo no ha
monopolizado en favor de ningún pueblo la pretendida felicidad y
preponderancia tras que todos corremos; para éstos, pues, que
están seguros de que nuestro bienestar y nuestra representación
política no ha de depender de ningún talismán celeste,
sino que ha de nacer, si nace algún día, de tejas abajo, y de
nosotros mismos; para éstos haremos una reflexión que nos
justificará plenamente a sus ojos de nuestras continuas detracciones,
reflexión que podrá ser la clave de nuestras habladurías y
la verdadera profesión de fe de nuestro bien entendido patriotismo. Los
aduladores de los pueblos han sido siempre, como los aduladores de los grandes,
sus más perjudiciales enemigos; ellos les han puesto una espesa venda en
los ojos, y para usufructuar su flaqueza les han dicho:
Lo sois todo. De esta torpe adulación ha
nacido el loco orgullo que a muchos de nuestros compatriotas hace creer que
nada tenemos que adelantar, ningún esfuerzo que emplear, ninguna envidia
que tener. Ahora preguntamos al que de buena fe nos quiera responder:
¿Quién es mejor español? ¿El hipócrita que
grita: «Todo lo sois; no deis un paso para ganar el premio de la carrera,
porque vais delante»; o el que sinceramente dice a sus compatriotas:
«Aún os queda que andar; la meta está lejos; caminad
más aprisa, si queréis ser los primeros»?

(Conclusión está íntegro en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes)

NOTA: no he conseguido habilitar los comentarios. Seguiré intentándolo.

Los comentarios están cerrados.