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Página de guardas

 

Entre las hojas, el fruto

(La novela del diccionario, I)

 

José Antonio Millán

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A mi abuelo materno, que hizo una enciclopedia. A mi madre, que fue bibliotecaria.

 

Google

Web jamillan.com

 

Muchas novelas comienzan con el hallazgo de un documento entre las páginas de un libro. Esto no es una novela (sino sólo su esbozo), y tampoco comienza con el hallazgo de algo entre las páginas de un libro.

O sí, según se mire...

La biblioteca de la universidad de Harvard (en realidad, un conjunto de noventa biliotecas distintas, que reúnen millones de volúmenes) hicieron un acuerdo con Google en el 2005 para digitalizar sus fondos. Un aspecto importante de la digitalización es que no se omite ningún elemento del libro (salvo el lomo): se reproducen guardas, páginas blancas o de cortesía, etc. Y es una buena opción: cualquier página de un libro puede ser testigo del tránsito por sus poseedores, sus custodios y sus lectores, y por tanto todas son valiosas.

 

Heterónimos cercanos

Por pura serendipia (porque buscaba algo que no tenía que ver) aterricé en una página de un Diccionario universal de historia y de geografia que no conocía. Al tratar de localizar el comienzo de la obra me encontré con las guardas, que presentaban en la página par un exlibris de tema vegetal que decía "INTER FOLIA FRVCTVS / J.M. ANDRADE".



Exlibris de un J.M. Andrade

A su lado había una etiqueta de la Harvard College Library que rezaba "from the fund of Charles Minot (Class of 1828). Received 1 March 1889".

 

Etiqueta de la Biblioteca del Harvard College

Me pareció curioso el hallazgo, y busqué la portada1. Ésta rezaba así: "Diccionario universal de historia y de geografia / Obra dada a luz en España / por una sociedad de literatos distinguidos / y refundida y aumentada considerablemente / para su publicación en México / por los señores / D. Lucas Alamán, D. Lino José Alcorta, D. José María Andrade [...] / TOMO II / México, 1853 / Tipografía de Rafael [ilegible] / Librería de Andrade, Portal de Agustinos num. 3".


Portada del Diccionario

¡Ajá! (pensé en seguida), hete aquí que el "J.M. Andrade" del exlibris, el que recogía el fruto entre las hojas, podría ser el "D. José María Andrade", refundidor y aumentador. ¿Y por qué no el mismo "Andrade" de la "librería de Andrade" del pie de imprenta, es decir: el editor? El hojeo del diccionario me había hecho reparar en algunos artículos firmados con las siglas "J.M.A." ¿Serían todos la misma persona: el propietario del volumen, el refundidor, el editor y el redactor? Y si la respuesta era sí: ¿quién era este Andrade? Y, ya puestos, ¿quién era el "Charles Minot" al que está indisolublemente unido en las guardas de un ejemplar de la biblioteca de Harvard?

Y entonces decidí jugar, sin levantarme de mi asiento, sin dejar la localidad mediterránea donde estoy, a trazar en la Red los hilos de estas dos vidas. Si tuviera tiempo, si tuviera recursos para dedicarme a viajar de biblioteca en biblioteca, para ir a México, a Leipzig, a París, a Massachusetts, sacaría sin duda muchas más cosas, pero para este "viaje alrededor de mi cuarto" no se puede pedir mucho más...

 

Un ilustre personaje

En una Enciclopedia de los Municipios de México, en Apan, Estado de Hidalgo, bajo el apartado de "Personajes ilustres" encontré pronto:

José María Andrade.- Bibliófilo y editor, nació en el distrito de Apan, el 21 de octubre de 1807. En 1839 fue llamado como interventor en el concurso de la librería de Don Mario [sic, por Mariano] Galván, despertando así su afición por los libros. Sus ideas conservadoras obligaron al gobierno a tenerlo que expatriar, lo que sucedió en dos ocasiones; en 1860 y en 1867.

A través de la Red fui perfilando su figura: "coleccionista y bibliógrafo", "editor y librero"2, dueño de una copiosa biblioteca que incluyó el primer libro editado en México, suministrador de preciosos manuscritos a su amigos (nota 10), ...

En el año 1843, el librero y editor Mariano Galván Rivera traspasa su librería a José María Andrade, y una década después vemos a éste editando el voluminoso Diccionario universal de historia y de geografia sobre cuyo tomo II caí por casualidad. ¿Cómo llegó a este proyecto?

La historia comienza en París, en 1842, cuando Marie-Nicolas Bouillet edita el Dictionnaire Universel d'Histoire et de Géographie. Se trataba más bien de lo que hoy llamaríamos una enciclopedia, y en seguida gozó de mucha fama (en Gallica se puede ver un ejemplar de la edición 26ª).

Dada la tradicional falta de informaciones sobre la Península Ibérica en obras de este tipo, surgió en España la idea de suplementar con entradas de geografía e historia local el proyecto francés. Así, vió la luz en Madrid, entre 1846 y 1850 el Diccionario de Don Francisco de Paula Mellado en 8 volúmenes. Esta es su ficha en la Biblioteca Nacional de España: "Diccionario universal de historia y de geografía por Don Francisco de Paula Mellado, Don J. Pérez Comoto, Don F.F. Villabrille, Don V. Diez Canseco y Don C. Iturralde, Madrid, Francisco de Paula Mellado, 1846-1850" (obsérvese de nuevo la coincidencia, nada rara en la época, de editor y coautor en la misma persona).

En México surgió el proyecto de reeditar esta obra, añadiendo en apéndice numerosos artículos sobre el país. Hay que tener en cuenta que México era independiente desde hacía poco tiempo (1821), y que en 1848 había terminado la guerra con Estados Unidos. La edición tenía un carácter nacionalista: se trataba de hacer acopio de "noticias históricas, geográficas, estadísticas y biográficas sobre las Américas en general, y especialmente sobre la República Mexicana". Además de añadir Apéndices, en seguida surgió el plan de sustituir y mejorar ciertos artículos3. La edición se prolongó entre 1853 y 1856, en siete tomos y tres apéndices, y participaron 39 autores, lo más granado de las letras mexicanas, que produjeron 3.441 nuevos artículos.

 

Un proyecto en colaboración

La tarea era inmensa, por la inexistencia de obras similares sobre México. Leemos en la Introducción al Tomo II (pág, iv) esta declaración que podría casi literalmente figurar como emblema de proyectos colaborativos modernos, como la Wikipedia:

Resumiendo las razones someramente asentadas, tendremos que en Francia para una publicacion de la clase de la nuestra, hay sobra de materiales, y en nuestro país escasean si no faltan del todo. Sin ser parte la abundancia para que se verifique de otro modo, allá, hasta despues de tiempo y de succesivos ensayos no sale a luz una obra perfecta: ¿se querrá que aquí, al primer tanteo, al primer esfuerzo demos una cosa acabada? ¿Será justo que se nos exija lo imposible a unos cuantos, que por amor a la ciencia se han reunido a poner los cimientos de una obra nacional? Por escasos y desaliñados que sean nuestros escritos, podemos tener el orgullo de que son los primeros en su género, que van a servir de base en lo futuro para otros, y que en ninguna obra se hallarán reunidas tantas noticias mexicanas como en nuestro Diccionario.

Para avanzar por este camino con fruto, invitamos formalmente a todos los amantes de la ilustracion, para que nos ayuden con sus producciones. Con que una persona en cada Estado, en cada ciudad importante dedicara algunos ratos de ocio a estas tareas, a vuelta de corto tiempo tendriamos tal suma de datos, que bastarían  para formar una interesante compilacion. Nosotros no queremos aprovecharnos del trabajo ajeno; ofrecemos con franqueza las páginas de nuestro libro a quienes quieran llenarlas, y la honra será para los escritores, cuyos nombres se pondrán al calce de sus artículos. No es tampoco para especular con ello; no son tantos los lectores, que produzcan mas allá de una mezquina retribucion; y es bien sabido que empresas cual la presente, no dan todavia entre nosotros ni fama, ni dinero.

La participación de los autores en la obra fue desigual, como suele suceder. La obra coordinada por Antonia Pi-Suñer Llorens antes citada constituye un esfuerzo grande para deslindar cuáles fueron las aportaciones mexicanas al diccionario, qué estructura tienen éstas, y qué autores contribuyeron4. Andrade hizo sólo 34 artículos, la mayoría, por lo que he podido ver, dedicados a virreyes de la Nueva España. He aquí uno de ellos



Artículo de José María Andrade [J. M. A.]
dedicado al Virrey Francisco Cagigal de la Vega

El Diccionario llegó a su público en cuadernillos que se conseguían por suscripción, como era habitual en esas obras (y lo fue hasta la Enciclopedia Espasa, ya a principios del siglo XX).

Y ya es hora de apartarnos de la génesis de esta obra para seguir la del objeto resultante, es decir, el libro (junto con el resto de la biblioteca de su poseedor).

 

El emperador y la biblioteca

En 1864, con el apoyo del ejército conservador y de los franceses, subió al trono Maximiliano I, abriendo el llamado Segundo Imperio Mexicano, que terminaría con su muerte en 1867. Una de las acciones de su breve reinado fue la fundación de una Biblioteca Imperial sobre México.

Y aquí debemos dejar paso a un personaje clave en esta historia (y el primero al que pondremos rostro), el Padre Agustín Fischer.



El padre Agustín Fischer,
El ladrón, o el Rasputín del Segundo Imperio.

 

Agustín Fischer (según el esbozo biográfico que debemos a Magnus Lundberg5) nació en Ludwigburg, Alemania, en 1825. Vivió en Texas, California y Durango. De origen luterano, se convitió al catolicismo y fue ordenado sacerdote, ejeciendo como cura en Durango (donde su paso queda indisolublemente unido al vino). Un amigo suyo latifundista le presentó al reciente emperador, de quien fue en seguida capellán y luego representante ante la Santa Sede.

Maximiliano había comprado para fundar su Biblioteca Imperial la biblioteca de Andrade, compuesta por 7.000 libros. Tras su trágica muerte en 1867, el padre Fischer (que se había ido haciendo él mismo con una buena colección de libros, manuscritos y monedas) logró sacar de México sus propios libros y una considerable cantidad de ajenos (en uno de los muchos expolios que sufrió por esos años el patrimono bibliográfico mexicano). Entre los libros hurtados estaba la biblioteca de Andrade, a pesar de que se había establecido que permanecería en México.

 



Ejecución del Emperador Maximiliano de México,
por Manet. Fuente

Dos años después aparece a la venta en Lepizig un notable fondo bibliográfico, descrito en el siguiente catálogo: Catalogue de la riche bibliotheque de D. José Maria Andrade. Livres manuscrits et imprimes. Litterature francais et espagnole. Histoire de l'Afrique, de l'Asie et de l'Amerique. 7000 pieces et volumes ayant rapport au Mexique ou imprimes dans ce pays, dont la vente se fera lundi 18 janvier 1869 et jours suivants a Leipzig, dans la salle de ventes de MM. List & Francke. Leipzig, List & Francke, 1869. ix, 368 p.

Tras el expolio, Andrade aún tuvo quince años para lamentar la ausencia de sus libros: murió en 1883. El Rasputín del Segndo Imperio le sobrevivió en Europa, vendiendo sus mal adquiridos tesoros bibliográficos; murió en 1887.

 

Naturalmente, esto es una novela, de modo que estamos en disposición de imaginar que el volumen del Diccionario con el exlibris de Andrade fue comprado por el emperador, y a su muerte empaquetado con el resto de sus libros, por orden del siniestro Fischer, y llevado con ellos al puerto de Veracruz, desde donde partió hacia Leipzig.

¿Y qué tiene que ver en todo esto la figura de Charles Minot? Como dice Moustache, el dueño del bar de Irma La Douce, eso es otra historia...

(Y, por tanto, continuará)

 

N.B. No soy especialista ni en la historia de la Edición mexicana, ni en el Segundo Imperio; no he visto más fuentes que las que están accesibles en la Web. Por esa razón agradeceré cualquier puntualización o dato complementario que se me pueda dar.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Texto inédito, especial para esta web.

Creación, 17 de marzo del 2007

1. Lamentablemente, las primeras páginas de la digitalización tienen errores de orden, que ya he reportado a Google Libros.

2. A través de esta reseña de Laura Suárez de la Torre (coord.), "Constructores de un cambio cultural: impresores-editores y libreros en la ciudad de México", 1830-1855, México, Instituto Mora, 2003, me entero de que hay una biografía del editor Andrade, debida a Miguel Ángel Castro.

3. Para estos y otros datos seguiremos la obra Catálogo de los artículos sobre México en el 'Diccionario Universal de Historia y de Geografía', Antonia Pi-Suñer Llorens, Coordinadora, Facultad de Filosofía y Letras. Dirección General de Asuntos del Personal Académico, Universidad Nacional Autónoma de México, 1997. Por fortuna, está digitalizada en la Biblioteca Digital Daniel Cosío Villegas. Lamentablemente, en imágenes jpg, sin texto buscable, y con una estructura de marcos que hace imposible enlazar a una página determinada; en suma: una pena...

4, Véanse, respectivamente, el "Índice temático de los artículos generales" y el "Índice por autores de los artículos generales".

5. "Las actas de los tres primeros concilios mexicanos. Historia diplomática y estudio de su itinerario", en Anuario de Historia de la Iglesia, Universidad de Navarra, 2006.

 

 

 

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