Un Holmes del verbo

La ciencia del rastreo erudito

 

José Antonio Millán

 

J.M. Albaigès y Mª Dolors Hipólito, Gran diccionario múltiple de citas, Barcelona, Círculo de Lectores, 1991.
Web de J.M. Albaigès

Walford's Concise Guide to Reference Material, Londres, The Library Association, 1981.

 

 

Por extraño que parezca, mucho de lo que sale de la boca de un hablante tiene un dueño anterior. No nos estamos refiriendo al hecho evidente de que usamos cada palabra sólo porque otros la dijeron antes: muchas combinaciones de palabras tampoco son originales. Entre lugares comunes, frases hechas, proverbios, opiniones brillantes recogidas de algún lugar, y otras que creemos firmemente haber inventado (aunque no sea así), es muy posible que un alto porcentaje de nuestra producción lingüística sea una repetición. Porque, como dijo alguien, "por necesidad, por proclividad o por placer, pero todos citamos".

Este hecho extendido, que a muy pocos quitará el sueño, se puede convertir en un auténtico desafío para quienes intenten "poner las cosas en su sitio", es decir: devolver cada conjunto de palabras a su legítimo poseedor. Por qué habría de hacerse eso, es también cuestión variable: por curiosidad, por mala idea (al desvelar que determinado hallazgo de un escritor era "prestado"), o por motivos profesionales (un erudito que busque las fuentes que utilizó un autor, por ejemplo). Pues bien : quien quiera dedicarse a este difícil ejercicio ya tiene la guía que le orientará por el proceloso mar de lo ya dicho. La ha escrito Anthony W. Shipps, bibliotecario de la Universidad de Indiana, y su título podría traducirse como El sabueso de las citas (1).

El eco policiaco de este nombre no es una casualidad: aun en el caso de que alguien señale "como dijo Fulano", y a continuación entrecomille unas palabras, ¿cómo fiarse de la atribución?, ¿y de la fidelidad de la cita? Conque, ¿qué hacer cuando un escribiente apresurado, o de mala fe, acota "como dijo alguien", o cuando nadie dice nada, pero entremezcladas entre las palabras surgidas de una pluma descubrimos, claras, brillantes, otras ajenas? No es extraño que Shipps compare la tarea del buscador de citas con "lo que llamo labor de detective: la combinación de conocimientos que ya poseemos con un hecho o una pista que sacamos de la cita o de su contexto, en algun punto del proceso de identificación" (p. 94).

¿Cuál es la lupa, cuáles los laboratorios donde el sabueso de las citas analiza las briznas de discurso en la búsqueda de su origen? De entrada, Shipps enseña a reconocer bajo las hileras de palabras aparentemente de cosecha propia la perla ajena: un ritmo que irrumpe en medio de un pasaje en prosa, un cambio de tono, unas palabras de pronto fuera de contexto... Pero también, bajo la capa de autores frecuentemente citados (Quevedo, Mark Twain, Voltaire) se suelen esconder productos espurios. ¿Cómo acabar sabiendo quién dijo qué?

Lógicamente, los vastos depósitos de palabras ordenadas que ha ido creando nuestra cultura son los lugares privilegiados para estas investigaciones. En primer lugar, claro, los diccionarios de citas, el más famoso de los cuales es The Oxford Dictionary of Quotations. Esta monumental obra contiene prácticamente todo el bagaje verbal de un ciudadano (anglosajón) culto. Según su Introducción, "una cita es lo que reconocen como tal (incluso sin comillas) al menos algunos de sus oyentes o lectores, y también lo que es apreciado como citable, y por tanto probablemente se cite". O sea, todo. La extensa batería de índices de este diccionario (que ocupan un tercio del volumen) permitiría, por ejemplo, averiguar que el "alguien" alegremente señalado al comienzo de este artículo es Ralph Waldo Emerson (quien, a propósito, dijo también algo para alivio de repetidores de cosas ajenas: "próximo a quien creó una buena frase se encuentra el primero que la citó"). En castellano contamos con un moderno y bien indexado Gran diccionario múltiple de citas. Y bueno es recordar que los Diccionarios de la Lengua dotados de ejemplos (por ejemplo, el académico llamado "de Autoridades", de 1726) pueden funcionar también como repertorios de citas.

Si estos diccionarios y otros análogos fallan, entonces el sabueso puede hacer un alto y meditar; para qué engañarnos: en general, los libros más citados son la Biblia, el Quijote, las obras de Shakespeare... Frases especialmente breves y punzantes pueden provenir de un Oscar Wilde o del impío Voltaire. Si se tiene alguna pista así, uno puede proceder a repasar las obras de uno de estos autores. Más cómodamente, cuando existen concordancias de alguna obra, se puede buscar directamente una palabra de la cita, hasta llegar a localizar el fragmento. O, claro, si alguien posee en su ordenador el texto del Quijote (y ya va habiendo gente así), nada más fácil que verificar que la expresión "la del alba sería" proviene de un rincón de esta obra. Por último, siempre se puede echar la red en la Red, a través de un buscador indexador (como Altavista) a ver qué saca...

Si estamos completamente a oscuras, y la cita que buscamos podría ser un verso, hay diccionarios de primeros, e incluso de últimos versos de poemas. O si la fuente es muy poco fiable, podemos acudir a un "Diccionario de citas falsas y mal atribuidas", que los hay. O si suena a algo que podría haber dicho un moribundo en su lecho de muerte, existen varios diccionarios de "últimas palabras". Si la cita contiene una comparación, hay diccionarios de comparaciones. O si la fuente tiene aficiones cinematográficas o veleidades raciales, hay diccionarios de frases de películas, o de citas de autores de raza negra.

Y en general, si uno tiene una pista concreta que lleva a algo, puede acudir a una guía de obras de referencia (como la Waldorf's), que no es sino un libro que dice en qué otros libros se pueden encontrar referencias sobre lo que otros libros dicen acerca de ese algo (y posiblemente aún me haya saltado un paso).

Publicado originalmente en Diario 16, el 3 de octubre de 1992
Última versión, 6 de abril del 2005
(1) A.W.Shipps, The Quote Sleuth. A Manual for the Tracer of Lost Quotations, Urbana, University of Illinois Press, 1990.

 

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