Del papel a la Red

José Antonio Millán

 

 
1 1x1c3.gif (41 bytes) La explosión de la prensa en Internet
2 La importancia del texto
3 Lo multimedia
4 La interacción
5 ¿Leer en pantalla?
6 Nuevas prácticas
7 Gratis y de pago
8  Nuevos agentes
9 ¿El fin de un monopolio?
10  Nuevos trabajadores
11 A modo de conclusión:
informarse cansa

Post-scriptum:
Después del 11-S, por Gumersindo Lafuente

 

 

 

Este artículo se cerró en julio del 2001, lo que significa que toda mención de personas o medios debe referirse a tal fecha.
Los acontecimientos del 11 de septiembre han cambiado ciertas cosas en el panorama de la prensa digital, análisis que deberá esperar a otro momento... (Véase el
Post-scriptum:
Después del 11-S, por Gumersindo Lafuent
)

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¿Cómo nos enteramos de las cosas que pasan? A esa pregunta habríamos respondido hace sólo unos pocos años que, naturalmente: viendo la televisión, leyendo los periódicos o escuchando la radio. Todos estos medios estaban regidos por unos profesionales relativamente recientes (un par de siglos de antigüedad) pero que en seguida fueron reconocidos como muy poderosos: los periodistas. Veamos qué decía sobre ellos Ramón de Mesonero Romanos en la primera mitad del siglo XIX:

 Su existencia data sólo entre nosotros, de una docena escasa de años; su investidura es voluntaria; sus armas no son otras que una resma de papel y una pluma bien cortada. ­Y, sin embargo, en tan escaso tiempo, con tan modesto carácter, y con armas de tan dudoso temple, el periodista es una potencia social, que quita y pone leyes, que levanta los pueblos a su antojo, que varía en un punto la organización social.[1]

Pero a principios del siglo XIX estos ya poderosos periódicos no estaban solos: estaban también los rumores, con centros propios de difusión (el Patio de Correos, que glosó el mismo Mesonero) y las canciones y coplas que versaban sobre temas de actualidad. Muchos de estos géneros anónimos y a veces maledicentes encontraron salida como impresos, y perduraron durante largo tiempo. De modo que hubo periodos en los que coexistían la difusión verbal privada, la difusión oral publica, las recopilaciones impresas anónimas, y las noticias de una prensa que ya merecía el nombre de tal. Y esta fue la situación durante mucho tiempo.

La circunstancia de las últimas décadas, en que el mundo de la información ha estado casi exclusivamente en manos de los medios ha sido la minoritaria, si vemos el desarrollo de la Historia... y puede cambiar de nuevo. La aparición de la Red nos sitúa de nuevo en una circunstancia de coexistencia de canales, públicos y privados, de muy distinto alcance. Hoy hay versiones por línea de medios en papel, noticias que aparecen en medios no-periodísticos (portales, buscadores, ...) difusión de rumores por email, sitios de análisis y comentario de informaciones de terceros, páginas personales, corporativas, municipales, regionales, estatales, de organizaciones, de partidos... El panorama relativamente estable de la prensa (escrita, o hablada, de imagen o de papel) se está viendo revolucionado.

Es muy pronto, resulta un ejercicio muy arriesgado, y tampoco es éste el lugar en el que hacer una valoración de lo que supone la Red para la construcción y difusión de la información. En estas páginas nos limitaremos a hacer calas en algunas direcciones de interés, más con la intención de señalar puntos críticos que con la de sentar juicios: la historia nos enseña cómo las cosas son, sobre todo, complejas, y cómo no hay cambios totales y revolucionarios, sino realidades en las que se entrecruzan lo nuevo, lo viejo, y frecuentemente lo muy viejo[2].

 

1         La explosión de la prensa en Internet

En palabras del director de Le Monde Diplomatique, Ignacio Ramonet, “en la actualidad existen en Internet 3.500 periódicos”[3]. Curiosamente, el ámbito hispanohablante está especialmente nutrido a este respecto: en 1999 se difundió el dato de que el español era, después del inglés, la lengua que más diarios digitales tenía[4].

Es muy posible que semejante explosión no haya estado guiada ni por el conocimiento del nuevo medio, ni por la existencia de una estrategia clara con respecto a él, sino más bien por un efecto general de copia y emulación del vecino, amparado por fórmulas difusas del estilo de “eso es el futuro”, “sin duda, hay que estar ahí”... La realidad es que en la época de expansión de los negocios basados en la Red (época que, al menos en la forma que tomó los últimos años, podemos dar por cerrada), muchos medios intentaron crear una empresa puntocom que eventualmente pudiera salir a Bolsa o convertirse en una fuente de negocio paralela. En la fiebre de las salidas a Bolsa y las valoraciones consiguientes, no fue extraño que la versión digital de un periódico fuera valorada más que la empresa de papel, ¡cuando la primera se nutría directamente de la segunda!

En cualquier caso, la prensa en Internet ya tiene un papel claro en la vida diaria de muchas personas:

Un tercio del público se conecta a Internet al menos una vez por semana para leer las noticias (el 20% hace dos años) y un 15% reciben diariamente un boletín de Internet (tres veces más que en el 98). Los porcentajes se disparan cuando hablan de inversores a la caza de cotizaciones bursátiles o noticias financieras: para el 45% Internet es la principal fuente de información[5].

 Una noticia o un rumor surgido en la mitad de un día, y que antes provocaba la escucha inmediata de la radio, hoy puede lanzar al interesado a la versión digital de un diario; y éstos, sabedores de que ocurre así, se apresuran a disponer de una sección de “Última hora”. Los ciudadanos españoles en el extranjero la utilizan para saber qué pasa en casa. Los horarios de conexión indican que la consulta desde la oficina es ya un clásico en la vida laboral. Sí: la prensa digital ya forma parte de nuestra vida...

Y no sólo eso; la información que proviene de la Red parece tener buena imagen: “los lectores/espectadores consideran que las noticias que vuelcan online son más fiables que las de sus periódicos y telediarios”[6].

¿Pero en qué medida el diario digital sigue siendo un siervo, un sucedáneo del diario “de verdad”? El gran desarrollo de la prensa televisiva y radiada de los últimos lustros no desplazó inmediatamente a la prensa escrita en su papel de centro de referencia, como reflejan las palabras con que mi abuelo, Nicolás González Ruiz, periodista y maestro de periodistas, abría la cuarta edición de su Enciclopedia del periodismo:

 Estos nuevos medios de comunicación social [la radio y la televisión] tienen que vivir en hermandad estrecha con el periódico impreso, pero no son enemigos, sino una especie de emisarios de él que le abren a través del espacio los caminos de la noticia que él tiene que recoger. Ni el diario hablado ni el telediario, con sus técnicas especiales, son otra cosa que heraldos y nuncios del periódico impreso, que cierra y completa el ciclo de la información, presentándosela al público ya confirmada y depurada, como levantando acta de lo que ha sucedido[7].

La situación, claramente, ha cambiado. La prensa escrita ya está hecha para televidentes: las noticias, incuso las de primera página, no están redactadas para quien leyó hace 24 horas la anterior edición del diario, sino para quien conoce ya las noticias del mediodía y de la noche en la televisión.

¿Ejercerá similar efecto la prensa digital sobre la impresa, o sobre la misma televisión? Nuestros principales diarios digitales actualizan sus noticias “constantemente”, a lo largo del día. ¿Qué nuevas dinámicas de medios estamos destinados a presenciar?

 

2         La importancia del texto

El texto es el contenido básico de la Red. Tim Bray, el creador del lenguaje XML, decía en una entrevista:

La imagen es importante en Internet pero aún lo es más dar el máximo de información posible a los ojos del usuario. El web más popular de toda la red es Yahoo, ¡y es todo texto! Su atractivo es que está organizado de forma muy inteligente. No creo que una imagen valga por mil palabras, no es cierto[8].

El texto es lo que viaja más rápidamente por la Red. Pero además, un estudio reciente de la Universidad de Stanford y el Poynter Institute[9] ha demostrado cómo la persona que lee por línea se ve primero atraído por el texto y luego tal vez por las imágenes, a diferencia de lo que ocurre con el lector en papel:

Lector por línea

Lector en papel

Primero el texto (ignorando fotos y gráficos)

Primero los gráficos y fotos

En un segundo momento (si acaso) gráficos y fotos

Luego el texto

 Y aún hay más: cuando existen contradicciones entre un contenido icónico y un sentido textual, siempre prevalece el texto[10].

No es extraño, pues, que en este universo del texto se reinventen incluso viejos géneros, dentro de lo que ya se conoce como la “nueva oralidad” de la Web. Por ejemplo, la retransmisión de partidos de fútbol ¡o incluso de corridas de toros! mediante secuencias de texto que van descargándose en la página web[11].

Así pues, la parte mayor de la prensa digital la sigue constituyendo el texto. Un debate abierto, y que no lleva camino de resolverse pronto, se plantea si la Web conlleva una forma especial de lectura, y por tanto exigiría una forma concreta de escritura. Ésta probablemente no sería la clásica estructura en “triángulo” o “pirámide” invertidos de la noticia. Recordemos que la noticia en la prensa clásica se escribe comenzando por el lead o resumen en unas doce líneas, para luego ir pasando a detalles de importancia, de menor importancia, etc., hasta llegar a las nimiedades. Las razones están claras:

El cuerpo de la información ordenado de este modo tiene la ventaja de acompañar el interés del lector de forma que éste pueda suspender la lectura en cualquier momento con la seguridad de que lo no leído tiene menor importancia [que lo ya leído]. Además, el reportero debe estar preparado para la contingencia, muy frecuente, de que su información no quepa por entero en el sitio destinado en las páginas del periódico, bien por un error de cálculo, bien por la llegada de otras noticias [...] El que ha de “cortar” sabe que “quitando por atrás”, por el vértice de aquel triángulo imaginario, siempre dejará fuera lo menos importante[12].

 Pero en el medio digital el espacio ya no es un bien escaso, y por tanto es infrecuente “cortar”[13]; y por otra parte, el recurso a la hipertextualidad permite tal vez organizar de otra manera los contenidos. Como resume Carole Rich, ¿deberíamos seguir escribiendo noticias en pirámide invertida o tenemos otras opciones?

¿Deberíamos escribir en forma narrativa como una historia de ficción, con una trama que se desarrolla desde el principio al final? ¿Deberíamos organizar historias en trozos sobre los que los lectores hicieran clic, o en pantallas continuas que pudieran desplazar? ¿O deberíamos crear nuevas formas de narración para la Web?[14]

Pero muchas otras cosas merecen también replantearse desde la nueva textualidad de la Red. No sólo la longitud y la estructura de las noticias, sino también el uso de las cabeceras, títulos, y antetítulos, y la misma asignación de los artículos o noticias a diferentes secciones.

Los textos en los periódicos digitales siguen siendo pasmosamente parecidos a los de los medios de papel, y a lo mejor está bien que sea así, puesto que muchos de ellos se leen habitualmente impresos (véase más adelante)... Sin embargo, la web presenta un conjunto notable de recursos tipográficos, de color y de diseño que están casi completamente infrautilizados en las páginas que se ven, tanto en la prensa como fuera de ella[15].

Más curiosa es la situación con los enlaces hipertextuales, que al fin y al cabo son la base de la World Wide Web. Normalmente nuestra prensa hace poco uso de los enlaces hipertextuales en el interior de sus artículos o noticias: los enlaces están limitados a la navegación por el sitio, o a secciones específicas de conexiones a sitios externos. Creo que en general el uso de los hiperenlaces en la prensa se resiente de un problema claro que presentan éstos: su opacidad. Detrás de un hiperenlace puede estar la fuente de la noticia, el sitio institucional de la entidad mencionada, otra página del mismo periódico digital con una ampliación o una información relacionada[16]. ¿Quién sabe qué se encontrará al otro lado del clic?; por ejemplo: muchas publicaciones digitales del campo de la economía enlazan habitualmente desde el nombre de la compañía a su cotización bursátil... [17]

Otra cuestión que encuentra soluciones diversas es la de añadir dirección de correo en los nombres de redactores o colaboradores. Uno podría pensar que un sitio web no tendría por qué negar estos datos, de tal modo que la persona que lo deseara pudiera inmediatamente dirigir una observación al autor de un artículo o noticia. Sin embargo, no ocurre normalmente así[18].

En una circunstancia en la que los contenidos producidos por la redacción digital pueden llegar al 80 por ciento de lo que aparece en línea, es especialmente importante plantearse si la autonomía en la creación va a ir acompañada de nuevos planteamientos expresivos y editoriales.

 

3         Lo multimedia

Un primer flanco de innovación de la prensa digital podría venir de lo que se llaman elementos multimedia, es decir: la combinación de texto con imagen, sonido o imagen en movimiento. Si bien parece claro que en un futuro indeterminado Red y televisión confluirán de alguna manera, por el momento, la presencia de pequeños clips de video es meramente testimonial, y es lógico: con los accesos normales a la Red, la inversión de tiempo necesaria para bajarse un video es considerable... para encontrarse al final con que la diminuta ventana ofrece tan solo una breve escena borrosa. Los audios, o fragmentos de sonido descargables desde el sitio web, son técnicamente posibles, y ocupan menos espacio que un video, pero tampoco parecen estar muy implantados...

Caso aparte son los descendientes digitales de la infografía periodística. Como es bien sabido, las ilustraciones en la prensa han evolucionado en los últimos años hasta convertirse justo antes de la llegada de la Red en un medio nuevo y poderoso, que se llamó infografía (es decir, gráficos producidos informáticamente). Resulta interesante volver sólo siete años la vista atrás y comprobar qué debates planteaba su uso.

[...] correremos el peligro de convertir a las publicaciones gráficas en una televisión de papel o en un juego para niños repleto de colorinches, dibujitos y simpáticas tipografías, vaciadas de contenidos.[19]

Temo que veamos un mayor número de gráficos sin discusión o con una menor discusión acerca del propósito al que está sirviendo.[20]

Creo que los gráficos informativos serán más pequeños y con un mayor cuidado en el uso del color. [...] como crece la profesión del diseño de información en diarios, los profesionales serán periodísticamente más responsables  y dejarán de mostrar su súltimos trucos con el ordenador.[21]

Todas estas cuestiones siguen ahora abiertas con las animaciones, género que se está desarrollando mucho. A diferencia de los videos, que exigen grandes descargas de archivos, los gráficos vectoriales (de los que el exponente máximo es la tecnología Flash), ocupan poco y ofrecen calidades visuales muy elevadas[22]. Las animaciones pueden ser de dos tipos: pasivas (como una película que se desarrolla ante los ojos del consultante de la página) o interactivas. Se ha abusado demasiado de este último término: interactivo es todo aquello que responde a los deseos de su usuario, pero la palabra se aplica hoy incluso al hecho de pasar a otra “página” o de escoger entre varios elementos de un índice o menú. En rigor, una animación realmente interactiva es aquella que se puede explorar en distintos puntos de su contenido o en distintos momentos de su desarrollo, con el fin de conocer detalles, alternativas, etc.

Las animaciones se utilizan para la exposición de procesos más que de estados: el desarrollo del asalto a un banco o la progresión de un incendio son casos típicos en los que se puede esperar una transmisión de lo sucedido más rápida y efectiva que mediante el simple texto, o la imagen estática (aunque uno y otra pueden conseguir también resultados muy buenos...)

La situación con las animaciones está ahora mismo en el estado en que la infografía se hallaba hace siete años, salvo en una cuestión: en un medio en el que el espacio ya no es un bien escaso, no hay el peligro de que las animaciones le quiten espacio al texto. Sí que sigue abierto el problema de que compitan por recursos: al fin y al cabo, cuesta mucho hacer una buena animación... Y la proliferación de animaciones inanes, sobredimensionadas o mal concebidas sigue siendo un riesgo... El problema ya no es querer hacer una “televisión de papel”, como opinaba más arriba Pablo Sirven, sino más bien querer convertir la pantalla del navegador en una sesión de dibujos animados...

Parece claro que, sea por motivos de recursos o de falta de imaginación, las animaciones no están dando lo que debería poderse obtener de ellas. Se echa sobre todo en falta el uso de simulaciones[23] que permitan al lector aprehender mejor procesos complejos, y jugar con hipótesis que no se produjeron en la realidad.

Pienso, por ejemplo, en una simulación electoral que permitiera al lector cambiar los votos recibidos por ciertos partidos, o la participación total en determinadas zonas, y mostrara las modificaciones que se producen en escaños y en el equilibrio resultante. Semejante animación, realmente interactiva, sería una forma didáctica de exponer un tema complejo y de difícil comprensión.

Lo que sí empiezan a existir son espacios creados para el tratamiento multimedia de una personalidad o de un acontecimiento. Sin embargo, siguen teniendo más bien la categoría de “extra” o “especial”.

 

4         La interacción

Pero no solo los gráficos quieren hoy ser interactivos. Uno de los propósitos confesos de los medios de comunicación (así como de otras cosas) en la Red, es conseguir la interacción con sus lectores / usuarios / consultantes. La prensa clásica ya disponía de una vía tradicional de contacto del público con el medio, que eran las “Cartas al director”, no en vano una de las secciones con más éxito de los diarios. La prensa digital ha aumentado esta sección, dando cabida a un número muy superior de cartas (publicamos en línea todas las que recibimos, dice algún medio), y además ha adaptado a sus fines dos clásicos de la interacción en la Red, los foros y los chats[24].

Los primeros son lugares de publicación de opiniones y comentarios de los lectores, normalmente al hilo de un debate o un artículo previo. Suelen contener intervenciones extensas y demoradas, puesto que funcionan de forma asíncrona (la lectura de cada intervención y la publicación de nuevos elementos pueden estar separadas en el tiempo). Los chats son síncronos, y típicamente se usan para que los usuarios conectados hagan preguntas o intercambien impresiones con una personalidad, en tiempo real, y por lo general sobre un tema acotado. Una web-cam oportunamente enfocada al personaje que es objeto del chat permite a veces que su imagen sea recibida por el espectador.

También funciona una especie de género mixto de entrevista en el que las preguntas se acumulan durante un periodo de tiempo, y el invitado va respondiéndolas en conjunto...

Además de estos medios, la prensa digital en nuestro país se ha apresurado a adoptar también las encuestas por línea, a las que el lector debe contestar con un simple clic, para seleccionar una respuesta posible entre una batería de ellas. Estas encuestas tienen la ventaja de realizarse automáticamente, y un sistema programado va acumulando los puntos que suma cada una de las opciones. En honor a la verdad, es preciso decir que no pasan de ser un pequeño divertimento[25], y que las respuestas raras veces se apartan de lo que uno adivinaría a priori a partir del perfil de los lectores del diario...

 

 

 

Un último género de interacción del público se produce el sitios como el de El País, que presenta las noticias más visitadas por el público. Si en el mundo de la red, un clic es un voto[26], el visitante apresurado del sitio puede encontrar rápidamente una guía de la popularidad de lo que contiene, no debida en este caso a la labor de la redacción, sino a la simple navegación de los lectores. De nuevo, los resultados de la votación implícita no son muy espectaculares: lo más visitado suele ser el chiste de Forges...

A estas modalidades de interacción del lector con el diario digital, deberemos tambien añadir la de los lectores entre sí... Muchos sitios de diarios tienen la posibilidad de mandar a un tercero una recomendación (es decir, un simple enlace que apunta a un determinado artículo o noticia) o bien un envío, es decir el texto completo del documento.

Para la mayoría de los responsables de medios digitales encuestados para este trabajo, precisamente la interacción con los lectores ha sido el aspecto más destacable de su experiencia.

 

5         ¿Leer en pantalla?

¿Qué parte de los contenidos de un sitio se leen impresos y cuáles se consumen directamente en pantalla? Es difícil saberlo. Hay publicaciones digitales que cuentan con un comando en la página que provoca directamente la impresión (es decir, sin tener que hacer uso del botón correspondiente del navegador o browser). En ocasiones esto se debe a que la versión de la página que se imprime no es la misma que la que se visualiza en pantalla, sino una variante más adecuada para la impresión (printer-friendly).

En los periódicos que proporcionan estadísticas de visitas (útil dato, que los medios pueden obtener automáticamente, y cuya divulgación proporciona una buena información complementaria a los lectores), las impresiones son realmente un conjunto menor del total de las consultas: sobre una centésima parte. He aquí una típica estadística de un artículo de El País.

 

Número de visitas realizadas

37.425

Número de recomendaciones

323

Número de impresiones

391

Número de envíos por e-mail

82

 

Sin embargo, es muy difícil saber cuántas páginas de las que se han descargado en los ordenadores de los visitantes de un sitio han sido o bien almacenadas en el disco duro del lector e impresas después, o bien impresas directamente a través del navegador.

La lectura directa en pantalla es un uso que corresponde sin duda a personas con práctica en el uso de ordenadores, mientras que se observa que muchas otras personas se imprimen prácticamente todo lo que tienen que leer, incluidos emails. Las grandes cifras estadísticas parecen indicar que los consumos de papel siguen creciendo, al hilo del aumento de la informatización de la sociedad[27]. Y no es extraño: la lectura en pantalla plantea problemas de cansancio visual y de difícil percepción de la información. La mayor parte de las personas organizan espacialmente su mundo cognoscitivo, y la presentación en pantalla, con la visión parcial del documento y la necesidad de usar las barras de desplazamiento parece contraintuitiva.

 

6         Nuevas prácticas

Además de la lectura en la pantalla del ordenador (o su impresión desde él), muchos sitios comienzan a crear versiones especiales para agendas electrónicas (Palm o PocketPC), o para el teléfono móvil (en formato WAP).

Si la lectura en pantalla normal ya plantea problemas, el paso a medios cada vez más minúsculos (por lo portátiles) puede agravar la cuestión[28]. Pero si los usos sociales y los hábitos personales varían, no resultaría extraña la imagen de una persona hojeando noticias en su diminuta Palm, conectada al móvil, mientras desayuna... Por no mencionar los nuevos inventos (e-ink, e-paper: tinta o papel electrónicos) que, de creer a sus desarrolladores, proporcionarían un tacto y una calidad de letra similares a las del papel... con contenidos que se renovarían constantemente.

Pero quizás la ruptura más grande no venga tanto de los artefactos para la lectura como de los mecanismos para personalización del contenido. Los canales que desde un sitio web pueden enviar información preacordada al lector no son sino un anuncio de la auténtica prensa personalizada que ya se vislumbra. Una prensa que constaría solamente de aquellos temas, tipos de noticias o fuentes que el lector escogiera (por ejemplo: informaciones sobre automóviles, acontecimientos ocurridos en la ciudad de V. y noticias relacionadas con el mercado de valores; todo ello procedente sólo de los periódicos Y y Z).

Como ya se señaló hace años en el caso de la televisión, el hecho de compartir noticias (o entretenimiento) es un poderoso factor de socialización. Pero además, es importante que las personas estén en contacto con una multiplicidad de opiniones. Sobre ambos aspectos ha incidido recientemente el profesor Cass Sunstein[29]:

Primero: la gente debería estar expuesta a materiales que no han escogido con antelación. Los hallazgos no planeados y no anticipados son centrales para la misma democracia. A menudo implican temas y puntos de vista que las personas no han buscado y que quizás encuentren bastante irritantes. Son importantes, en parte, para asegurarse contra la fragmentación y el extremismo, que son frutos predecibles de cualquier situación en la que personas de mentalidades parecidas hablan sólo entre ellos mismos. [...]

Segundo: muchos, o la mayor parte de los ciudadanos debería tener un rango de experiencias comunes. Sin experiencias compartidas, una sociedad heterogénea tendrá mucho más difícil resolver problemas sociales.

Si hemos de creer a Sunstein, el llamado Daily Me (el periódico personal a la medida de nuestros deseos) se convertiría en un claro enemigo de la sociedad democrática...

 

7         Gratis y de pago

Señalaba Ignacio Ramonet[30] la existencia actual en Internet de 3.500 periódicos gratuitos que conviven con la contrapartida comercial de pago, y concluía: “no sabemos durante cuánto tiempo será posible esta dualidad”. La gratuidad se puede extender en el tiempo: El Mundo ofrece todos sus contenidos digitales sin límite de tiempo; La Vanguardia da acceso a las noticias durante un año (otros materiales los tiene más tiempo), mientras que otros medios retringen sus contenidos abiertos prácticamente a un par de días o a la semana en curso. Como ahora veremos, la comercialización de contenidos pasados ya es una práctica común.

La gratuidad en Internet (no sólo de la prensa, sino también de otros productos) ha sido uno de los caballos de batalla de la Red. Es bien sabido el hecho de que, salvo las bases de datos de artículos profesionales[31], la mayor parte de las obras de la Red ya sean pornográficas o literarias, artísticas o informativas son gratuitas.

En el caso de la prensa, éste es un tema que no debería sorprender a nadie... aunque esto ocurra con frecuencia. ¿Acaso no existe desde hace mucho prensa gratuita? Los casos van desde las publicaciones para médicos, financiadas por los laboratorios, abundantísimas desde hace décadas, hasta la prensa  local, de barrio o de universidad, que se ha extendido en los últimos años. A imitación de prácticas de otros países sobre todo el Canadá, han empezado a surgir también periódicos generalistas de entrega gratuita en el metro...

Es bien sabido que el precio de un periódico que se ha mantenido moderado desde hace años no puede cubrir el costo total de su confección, producción y materias primas. El resto lo cubre, como es lógico, la publicidad, que aparece en número muy notable en sus páginas. La diferencia entre un periódico “normal” y otro gratuito es, pues, de grado y no de esencia. Sin embargo, se leen opiniones que ven alarmante la gratuidad: José María Bergareche, consejero delegado del Grupo Correo manifestaba reciente sus temores:

Destacó que Internet introduce otra innovación que consideró «preocupante»: la información es gratuita. Recordó que en la Red existen en la actualidad cerca de 4.000 periódicos de información general y un sinfín de publicaciones especializadas, todas ellas de acceso libre y gratuito. Alertó de que «estamos o podríamos estar al borde de un grave deterioro cualitativo de la información, lo que, de no remediarse, redundaría en una degradación de la propia democracia»[32]

 Una primera cuestión que hay que recordar es que un periódico digital tiene muchos menos costos de producción y distribución que uno impreso. “Regalar” una copia digital es menos gravoso que lo sería “regalar” un periódico impreso.

Tal y como se han ido configurando los negocios basados en la Red (aunque esto es algo que cambia constantemente), se supone que el mayor activo de un sitio web son sus visitantes, y sus ingresos son indirectos: a través de la publicidad o de comisiones en la venta de artículos a los visitantes. Si la publicidad por línea no acaba de cuajar, ¿significaría eso que los periódicos digitales se tendrían que convertir en bazares? Pero la venta de mercancías ligadas al periódico no es exclusiva de los medios digitales: muchos periódicos y revistas de papel ya lo hacen. Por otra parte, se puede considerar que facilitar la venta de un libro, un disco, o la entrada de un espectáculo que se menciona en el diario es un servicio más para el lector. ¿O esta actividad arrojaría sospechas sobre recomendaciones de bienes de consumo adquiribles en sus páginas? Valgan estas reflexiones para esbozar algunos de los muchos problemas que plantea la financiación de los medios digitales.

Por otra parte, la acumulación digital de noticias y artículos puede favorecer su explotación secundaria, en forma de bases de datos de información, o como venta a sindicadores de contenido. En este caso, se produce un aprovechamiento lateral de los activos digitales.

Como se ha observado en otros casos de edición por línea que coexiste con la forma tradicional, no siempre la presencia de la obra gratuita en la red supone merma de las ventas en papel. De entrada, ahí están los periódicos de siemrpe, con muy buenas cifras de venta en plena eclosión de sus ediciones digitales. Pero además, muchos de los lectores de la edición por línea de un periódico no podrían comprarlo. El gran número de accesos desde el extranjero (que en el caso de un diario como El País puede llegar al 60% de los accesos totales) corresponderá sin duda a muchos puntos donde la edición en papel no llega.

 

8         Nuevos agentes

Hasta ahora nos hemos centrado prioritariamente en la actividad de editores de prensa tradicionales que pasan parte de su actividad a la Red, pero una de las características de ésta es precisamente el hecho de que cualquier persona (matizaremos: cualquier persona con alfabetización digital) se puede convertir en editor de contenidos para la web. Esto es un hecho, y además para conseguirlo no hace falta ni siquiera gran capital: basta con un ordenador (barato) y una línea telefónica. Desde el espacio de alojamiento de páginas o un dominio fácil de recordar, hasta el correo electrónico, pasando por programas de edición web o servicios como buscadores o noticias en el sitio, todo se puede conseguir gratis. No muy barato, sino gratis. Esto un proyecto personal, pero uno profesional se puede montar por poco dinero. ¿Qué uso se está haciendo de esta posibilidad?

Aparentemente, bastante poco, y eso no puede dejar de sorprender. Como señalaba José Cervera, creador de Baquía, “Lo que falta en el panorama actual de prensa digital, son más proyectos, que existan más medios, la creación de más agentes”[33].

Un factor añadido a la complejidad de la situación es el hecho de que gran parte de las noticias que están yendo a la Red no provienen directamente de sus fuentes periodísticas (diarios o agencias), sino de lo que se conoce como sindicadores (o agregadores) de contenido[34]. Los sindicadores son intermediarios que añaden valor a las noticias (mediante su clasificación temática, por ejemplo, o su promoción) y las hacen llegar a los clientes, que pueden ser sitios web sin medios para crear contenidos propios (o sin interés por hacerlo), o servicios especializados en hacer llegar noticias a grupos segmentados de lectores[35].

Existen también sistemas innovadores de franquicia, como el del barcelonés VilaWeb, que combina una portada centralizada con muchas ediciones locales[36]. Precisamente la cuestión del surgimiento de un periodismo fuertemente local en el seno de grandes medios cada vez más globales es uno de los temas más candentes de la Red actual[37].

En este sentido, la existencia de una lengua común como el español ¿provocará el transvase de noticias y de medios a lo largo y ancho de la comunidad hispanohablante? Parece que difícilmente: los públicos lectores tienden a querer escuchar por supuesto sus propias noticias, y en general todas, de fuentes de su propia comunidad lo que en muchos casos implica que sea en la lengua común, sí, pero en sus variantes locales[38].

Para terminar este recorrido por nuevos agentes no podemos olvidar la existencia de sitios que se dedican no a producir información, sino a trabajar en su filtrado, es decir: en su recopilación, comentario y crítica. En estos sitios como Slashdot o Barrapunto[39] cualquier persona (si lo desea anónimamente, o cobijada en un nick o apodo) proporciona una noticia, normalmente con su fuente en la misma Red. A continuación, cualquier persona puede escribir comentarios sobre ella, o comentarios a los comentarios. El sistema está moderado, es decir: hay editores que ponderan las noticias y los comentarios, lo que luego normalmente permite que el lector se dirija directamente a los mejor considerados. Un procedimiento complejo e ingenioso de metamoderación permite que los moderadores reciban también su calificación por la tarea que han ejercido. Sólo personas con una larga trayectoria de intervenciones afortunadas acaban por recibir las máximas capacidades de intervención en el sitio[40].

Que el lector curioso que se asome a cualquiera de estos sitios no se llame a engaño. El hecho de que, por ejemplo, Barrapunto, se dedique sobre todo a la discusión sobre software libre no significa que el sistema de filtrado colectivo que encarna no sirva (como está sirviendo en otros sitios) a la difusión y comentario de noticias de todo tipo... Lo importante es que el sucesor digital del salón de Mme. Doublet (en el que situaba el historiador Robert Darnton el filtrado de las noticias parisinas del XVIII[41]) ya está entre nosotros.

Este sistema, o el que nos depare el futuro, tendrá toda la razón de existir en una sociedad en la que, como dice Ignacio Ramonet, no sólo los medios emiten información:

Demasiados periodistas siguen creyendo que son los únicos que producen información, cuando toda la sociedad se ha puesto frenéticamente a hacer lo mismo. No existe prácticamente institución (administrativa, militar, económica, cultural, social, etc.), que no se haya dotado de un servicio de comunicación que emite -sobre ella misma y sus actividades- un discurso pletórico y elogioso[42].

Una multiplicidad de emisores y una multiplicidad de receptores: ese es el panorama en el que nos tocará desenvolvernos los próximos años...

 

9         ¿El fin de un monopolio?

Épocas de gran agitación política y conquista de libertades vinieron acompañadas de fenomenales eclosiones de medios de comunicación: por ejemplo, en la Francia revolucionaria, entre mayo de 1789 y mayo de 1793, surgieron más de un millar de periódicos, algunos de larga vida, otros de un sólo número[43]. No estamos ahora en un momento de especial efervescencia política, pero sin embargo sí se detecta un alarmante descenso en la credibilidad de los medios de comunicación, como informó en abril de 1999 la Asociación Americana de Editores de Periódicos[44].

Y no fue una voz de alarma aislada: que hay un problema lo confirman nuevas encuestas llevadas a cabo recientemente en Estados Unidos, al fin y al cabo patria del periodismo moderno, y una sociedad con una considerable tradición en libertad de los medios:

En una encuesta del año 2000 del Pew Center for the People & the Press, de 287 reporteros, editores y news executives, alrededor de un tercio de quienes respondieron dijeron que las noticias que “dañaran los intereses financieros” de la organización del medio o a un anunciante se quedarían sin cubrir. El cuarenta y uno por ciento dijeron que ellos mismos habían evitado historias, o suavizado su tono, para beneficiar los intereses de su compañía de medios [...].

Un tercio de los directores de noticias de televisiones locales encuestados por el Proyecto de Excelencia en Periodismo en el 2000 indicaron que habían sido presionados para evitar historias negativas sobre los anunciantes, o a darlas positivas[45].

La situación actual, de fiabilidad decreciente de los medios tradicionales y aumento de las instancias intermedias, sin embargo no ha servido mucho para fomentar la aparición de nuevos medios independientes en español. Por ellos entendemos sitios como el Independent Media Center, que se define como:

Un colectivo de organizaciones de medios independientes y cientos de periodistas que ofrecen cobertura de base, no empresarial. Indymedia es un canal [outlet] de medios democráticos para decir la verdad de forma radical, precisa y apasionada[46].

También tiene una larga tradición, ya desde su existencia en papel, FAIR: Fairness & Accuracy In Reporting[47]. Y por supuesto, Le Monde Diplomatique[48].

Pero lo cierto es que la Red, y su suma heterogénea de contenidos, está funcionando como medio de información y comunicación autónomo, al margen de las grandes corporaciones. Como medio de comunicación, se ha podido comprobar su utilidad recientemente, en la articulación del movimiento de antiglobalización[49]. Pero desde el punto de vista informativo vivimos también una situación nueva, cuyo arranque podemos ver en el conflicto de los Balcanes de 1999. Como dice Jim Hall:

Desde los primeros días de la guerra, los reporteros se encontraron en la situación nueva de compartir sus fuentes con sus lectores[50]

En los albores del conflicto ya había webs con las voces que habían dominado la comunicación en situaciones anteriores: la OTAN, el Pentágono, el Ministerio de Defensa del Reino Unido... Pero a su lado surgieron otras otras:

Las de los ministerios serbios que dirigían la guerra, la agencia de prensa chino-yugoslava Tanjug, varias organizaciones no gubernamentales de los Balcanes, la web del monasterio ortodoxo Decani, mantenida por uno de los monjes, el padre Sava Janjic, y los comentarios y diarios de los ciudadanos privados. Incluso había webcams, como una instalada por B92, la emisora independiente de Belgrado, que produjeron imágenes en directo de Belgrado toda la guerra para mostrar al mundo exterior que había una oposición al régimen [...].

El hecho de que la mayoría de estas informaciones fueran en inglés mostraba su deseo de llegar a una audiencia global. Y así fue: todos estos medios fueron analizados, debatidos o atacados desde webs, grupos de noticias, chats, y correos privados de todo el mundo...

Es imposible resumir brevemente las muchas implicaciones de esta situación, tanto para los periodistas como para el público interesado (por lo que remito a la consulta directa de la obra de Jim Hall citada), pero por el momento bastará con que planteemos la cuestión básica que queda abierta: en esta nueva y compleja situación, con proliferación y accesibilidad de las fuentes ¿siguen siendo necesarios mediadores profesionales que digieran y transmitan situaciones tan confusas como la de los Balcanes? ¿O es una tarea que los ciudadanos interesados u otro tipo de organizaciones no-periodísticas pueden llevar a cabo?

 

10   Nuevos trabajadores

No estaría bien acabar un recorrido como el presente sin decir dos palabras sobre el papel de los periodistas sobre este nuevo medio.

¿De dónde provienen las personas que hacen la prensa digital? Para Mariló Ruiz de Elvira, primera responsable de El País Digital:

Se da una mezcla al 80% / 20% aproximadamente de periodistas que empiezan directamente en el medio y de periodistas experimentados en otros medios. Los nuevos no es que estén formados ad hoc (hasta ahora no se había impartido ningún tipo de enseñanza al respecto en las universidades, el master de El País no lo ha hecho hasta este año), sino que les formamos los que fuimos de alguna forma pioneros y que tuvimos no sólo que aprender a la fuerza sino inventarnos la mayoría de las cosas[51].

Para Mario Tascón, actual responsable del mismo medio, los periodistas del mundo de la radio se han integrado mejor en la edición online que los procedentes de la prensa escrita. En su opinión, esto se debía a que los primeros quizá procedían de un medio más secuencial y online como es el ritmo temporal de la radio[52].

Un punto de fricción importante, y que surgió tempranamente, es que las creaciones de los periodistas, que antes acababan su vida en las páginas del periódico del día o de la revista del mes, ahora pasan al sitio web, se alojan permanentemente en bases de datos, se comercializan en CD-ROM o por línea, se distribuyen a terceros mediante sindicadores de contenidos, etc... Por ejemplo: El País comercializa sus contenidos en bases de datos y acuerdos con sindicadores y La Vanguardia tiene en estudio un proyecto de venta de noticias pasadas por línea. El salto al medio digital ha dado una ubicuidad a las noticias y al negocio ligado a ellas de la que no disfrutaban antes.

Se abre así una problemática nueva, y que además tiene dos caras: la de los trabajadores en plantilla, y la de los colaboradores externos. Puede pensarse que todo es una cuestión de definición y de negociación: ¿qué vende el que escribe en un periódico: la exclusiva, la exclusiva en papel, la exclusiva en cualquier medio web, teléfono móvil, Palm, ..., y durante cuánto tiempo?; ¿qué remuneración complementaria percibe por cada uno de estos usos?; ¿y por la distribución de su obra por parte de un sindicador? Pero la realidad es que el número de medios es muy escaso, y que su tendencia es adquirir ahora todos los derechos para cualquier medio, por cierto que sin aumentar la retribución de sus trabajadores...

Una segunda fuente de problemas viene por la nueva personalidad del periodista o reportero, convertido hoy más bien, por obra de la tecnología digital, en un hombre orquesta que, armado de la diminuta cámara de fotos/video, el portátil y el teléfono móvil, es dirigido con una simple llamada en medio de la noche a cualquier escenario de conflictos. Es cierto que sus imágenes y textos pueden estar delante de un público lejano a los pocos minutos de haberse hecho, pero tambien es verdad que ha aumentado hasta niveles increíbles la peligrosidad del trabajo, así como lo borroso de sus límites. ¿Podemos pedir a este cameraman/fotógrafo/escritor/enviado especial/técnico en telecomunicaciones las cosas que pedíamos antes, por separado, a cada uno de estos profesionales? Sin olvidar un elemento muy importante: la exigencia de envío inmediato de informaciones sobre conflictos con frecuencia complejos y enraizados impide una profundización mínima en sus implicaciones. Muchos periodistas (así lo reconocen en privado) estan enviando informaciones sobre cuestiones que conocen imperfectamente...

Aunque quizás el mayor peligro de esta nueva forma de actuar provenga más bien de sus implicaciones. Demos la palabra de nuevo a Ramonet, centrando en la televisión un conflicto que es muy posible que se acreciente en la Red:

Informar es, ahora, "enseñar la historia en marcha" o, en otras palabras, hacer asistir (si es posible en directo) al acontecimiento [...] El objetivo prioritario, para el telespectador, es su satisfacción, no tanto comprender la importancia de un acontecimiento como verlo con sus propios ojos. Cuando esto ocurre, es una alegría. Y así se establece, poco a poco, la engañosa ilusión de que ver es comprender y que cualquier acontecimiento, por abstracto que sea, debe imperativamente tener una parte visible, mostrable, televisable. Esta es la causa de que asistamos a una emblematización reductora, cada vez más frecuente, de acontecimientos complejos. Por ejemplo, todo el entramado de los acuerdos Israel-OLP se reduce al apretón de manos entre Rabin y Arafat... Por otra parte, una concepción como ésta de la información conduce a una penosa fascinación por las imágenes "tomadas en directo", de acontecimientos reales, incluso si se trata de hechos violentos y sangrientos[53].

 

11   A modo de conclusión:
informarse cansa

Como hemos sido viendo, el panorama que dibujan los nuevos medios y las metamorfosis de los antiguos es especialmente complejo. Mientras que en el fondo sigue existiendo la necesidad de la circulación de la información, y la de controlar su veracidad, los medios, los agentes y las prácticas que surgen de los cambios tecnológicos están redibujando una profesión no muy antigua. Como apunté en el II Congreso Nacional de Periodismo Digital (Huesca, 1 y 2 de febrero del 2001):

La información no tiene necesariamente que ver con la informática, pero cuando se juntan ambas cosas se abren muchas posibilidades. El reto, para mí  y para muchos, es aprovechar la situación inédita que abre la red (¡un sistema de publicación y acceso universal y no mediado!), antes de que la fastidien los de siempre. ¿Seremos capaces? ¿Podremos rehacer un circuito de comunicación sin (ciertas) cortapisas y sin (más que las inevitables) ingenuidades? ¿Por qué no se ha logrado construir todavía?, ¿eh? ¿Tendrán sus participantes que vivir de otra cosa? ¿Es malo vivir de otra cosa? ¿Hay que reinventar al profesional del medio?, ¿o hacer de cada ciudadano un profesional? ¿Vale la pena? ¿O hacemos todo este viaje para acabar leyendo XXX (aquí el nombre de su periódico) en la pantalla? ¿Y si XXX hace otra cosa en la pantalla? ¿Deberíamos empujarle a hacerlo? ¿Podemos empujarle a hacerlo? ¿Puede XXX hacer algo que sea lo suficientemente otra cosa como para que lo leamos con más gusto?

El mundo actual es especialmente complejo: informar bien sobre él es una tarea delicada, que la televisión no va a hacer, y que los diarios tradicionales, con su papel con frecuencia vacilante entre medios en pugna, quizás no quieran cumplir. ¿Que podemos esperar de los nuevos medios?

Veamos las siguientes afirmaciones sobre la televisión en clave de alerta ante los medios de la Red:

A todas estas deformaciones hay que añadir un malentendido fundamental... Muchos ciudadanos estiman que, confortablemente instalados en el sofá de su salón, mirando en la pequeña pantalla una sensacional cascada, de acontecimientos a base de imágenes fuertes, violentas y espectaculares, pueden informarse con seriedad. Error mayúsculo [...] porque querer informarse sin esfuerzo es una ilusión mas acorde con el mito publicitario que con la movilización cívica. Informarse cansa y es a este precio al que el ciudadano adquiere el derecho a participar inteligentemente en la vida democrática[54].

Recordemos la situación en el conflicto de los Balcanes descrita más arriba. El ciudadano tiene, hoy (¡igual que el periodista!) acceso a una multiplicidad de fuentes de primera mano, pero ¡qué trabajo de seguimiento y de síntesis para llegar a forjarse una opinión sobre un tema!

Estamos ante un medio la Red del que podemos esperar el servicio a la inmediatez, pero que, por su naturaleza flexible, no tiene por qué renunciar a la información en profundidad. ¿Por qué no servir las noticias con su fondo social, sus precedentes, el análisis de la situación y sus implicaciones económicas o políticas?; ¿por qué no complementar las simples “noticias” con notas al pie o su equivalente por línea y enlaces a fuentes e instituciones que han trabajado sobre la cuestión? Todo eso puede hacerse, en un medio en que el espacio y las conexiones ya no son un bien escaso. Basta querer hacerlo...

La lucha entre el espectador pasivo, arrellanado en el sofá y cada vez más deseoso de espectáculo[55], y el ciudadano que quiere informarse realmente, es el duelo básico de los medios contemporáneos. Los medios de la Red o algunos de ellos pueden convertirse en los mediadores por antonomasia entre fuentes dispersas y multiformes, y ciudadanos deseosos de hacerse una opinión, aunque sea con esfuerzo.

De nuestra acción como profesionales y de nuestra demanda como consumidores depende que los nuevos medios se inclinen hacia un sitio o hacia otro.

 

 

Post-scriptum:
"Después del 11-S", por Gumersindo Lafuente

...Después del 11 de septiembre se produce una enorme necesidad de información. La gente siente que está pasando algo que puede afectar directamente a su forma de vida, pero no sólo a la suya, a la de sus hijos y nietos. Esto se transforma en una avalancha de consumo de información.

Las televisiones, tradicionalmente reacias a interrumpir su programación lúdica, cambian radicalmente sus costumbres. La información inunda sus programaciones y, además, logra muy buenos resultados de audiencia. Las radios mantinen la tensión de la última hora. Los periódicos imprimen páginas y páginas con análisis, gráficos, reportajes, fotografías... Llega la guerra. Todos pensábamos que algo tenía que pasar después del 11-S, algunos teníamos miedo a una reacción desmedida de EE UU. Llega, pues, la guerra. Se mantiene la alerta informativa. Unas semanas más. Las teles siguen captando el interés de sus audiencias, pero cada vez menos. Los periódicos, que han conseguido por uno o dos meses olvidar sus problemas de venta en los quioscos, vuelven a su realidad (difícil, ya que llevan cinco años a la baja).

Dentro de ese panorama, el único sistema de información que consolida su crecimiento son los medios digitales (los datos de OJD son significativos, aunque aún no están completos www.ojd.es, y los de el resto de los medidores, también). ¿Qué ha pasado? Nada sorprendente, según mi opinión. Nosotros ya habíamos advertido hace muchos meses que nuestro crecimiento se iba consolidando a costa de grandes sucesos informativos.

Atentados sangrientos de ETA, catástrofes naturales o accidentes de gran magnitud, importantes competiciones deportivas... Con cada evento de este tipo crecía nuestro número de lectores. Se incorporaban nuevos clientes a este nuevo canal informativo. Y descubrían su utilidad, se quedaban enganchados a la red. El 11-S no era un acontecimiento cualquiera, era lo más importante y espectacular que sucedía desde el asesinato de JFK, la II Guerra Mundial, la Guerra Civil en España. Pero ninguno de esos acontecimientos pudieron ser contados por medios digitales. El 11-S fue una prueba de fuego para nuestra capacidad de actualización, de profundización de experimentación de todas las posibilidades y recursos que ofrece la información digital. Los lectores entraban con avidez a nuestro sitio. Estábamos obligados a darles lo que nos pedían.

Los resultados ya los conocemos. En el caso particular de elmundo.es, crecimiento consolidado del 50 por 100 de las visitas y de las páginas vistas. El resto de los canales informativos ha vuelto a las cifras de audiencia y de venta que tenía antes del 11-S.

 

 


[1] Mesonero Romanos (el Curioso Parlante), Artículos escogidos de las escenas matritenses, edición digital basada en la edición de Madrid, Perlado, Páez y Compañía, 1912-1917 (recoge artículos publicados entre 1832 y 1842) [por línea] <http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/046749158753629139754800/p0000013.htm#51> [consulta 06.06.01].

[2] Agradezco a los directores del Curso de Verano de la Universidad Complutense “Los desafíos del periodismo en la era electrónica”, El Escorial, septiembre del 2000 (Mariló Ruiz de Elvira y Sindo Lafuente), la oportunidad de presentar allí algunas de las cuestiones que discuto en este texto, y sobre todo, de oír muchas cosas de interés. Agradezco también a los organizadores del Segundo Congreso Nacional de Periodismo Digital (Asociación de la Prensa de Aragón e Infocentro Digital de Huesca) <http://www.congresoperiodismo.com>, febrero del 2001, haberme dado la oportunidad de pasar unos días en el centro del debate.
Gracias igualmente a Sindo Lafuente, de El Mundo <http://www.el-mundo.es>; Mario Tascón, de El País <http://www.elpais.es>, Vicent Partal de VilaWeb <http://vilaweb.com>, Txema Alegre de La Vanguardia <http://www.vanguardia.es> y José Cervera de Baquía <http://baquia.com> por haber respondido a una encuesta sobre su medio digital. Los datos que sobre estos medios figuran en el presente trabajo provienen de esta encuesta, salvo que se indique otra cosa.

[3] “Resistencia. Un diálogo sobre el nuevo poder de la industria mediática global o... Entre Johan Ehrenberg e Ignacio Ramonet”, ETC, Barcelona, nº 2, 2001.

[4] Bernardo Díaz Nosty, “Las ediciones digitales de la prensa diaria en lengua española”, en El español en el mundo. Anuario del Instituto cervantes, 1999 [por línea] <http://cvc.cervantes.es/obref/anuario/anuario_99/nosty01.htm> [consultado: 26/02/01].

[5] Datos de hace un año, recogiendo un informe de The Pew Research para Estados Unidos: Iñaki Rojo, “Sobrevivir vendiendo contenidos”, en Baquía, 21 de junio del 2000 [por línea] <http://www.baquia.com/com/legacy/14250.html> [consulta: 01.06.01].

[6] Al menos así era hace un año: Howard Kurtz, “Online News: The .Coming Thing”, Washington Post, 12 de junio del 2000 [por línea], <http://www.washingtonpost.com/wp-srv/WPlate/2000-06/12/067l-061200-idx.html> [consulta: 01.06.01].

[7] Nicolás González Ruiz, “Nota preliminar a la cuarta edición” de la Enciclopedia del periodismo, Madrid, Noguer, 1966.

[8] José Ángel Martos, “Entrevista a Tim Bray”, en Web [por línea], <http://www.revistaweb.com/entrevistes/tbrayen9.html> [consulta: 01/03/99].

[9] Stanford Poynter Project <http://www.poynter.org/eyetrack2000/index.htm> [consulta: 01/09/00]

[10] Para hacer una experiencia, no por repetida menos sorprendente para el novicio, intente (en la página web que se anota al final) leer en voz alta los nombres de colores, con independiencia del color en el que están escritos, y vea qué predomina, la imagen o la letra: <http://jamillan.com/escorial/colores.htm>...

[11] Agradezco a Olalla Cernuda, de El Mundo, que me llamara la tención sobre estos géneros nuevos durante el Curso de Verano de la Universidad Complutense, septiembre del 2000.

[12] Ismael Herráiz, “Reporterismo” en Nicolás González Ruiz, Enciclopedia del periodismo, cit., págs. 78-9

[13] No siempre: hay quien postula límites muy estrictos para el tamaño de las lexias, o fragmentos hipertextuales. Para un resumen de la situación, véase Cristòfol Rovira, "Herramientas de ayuda a la navegación", en “La representación del conocimiento en Internet”, Lluis Codina y Magda Polo (eds.), Temes de Disseny, nº 18, Barcelona, Elisava Edicions, 2001.

[14] “Newswriting for the web” [por línea] <http://members.aol.com/crich13/poynter1.html> [consulta 26.05.01]. Este trabajo fue encargado por el Poynter Institute of Media Studies, institución a la que ya hemos visto hacer su aparición en la nota 9. Antes de ser profesora en la University of Alaska, Anchorage, Carole Rich fue reportera 17 años.

[15] Véase, José Antonio Millán, “El diseño y la gestión de los servicios culturales en la WWW”, en “La representación del conocimiento en Internet”, citado.

[16] Sobre la amplia tipología de los enlaces, véase Lluis Codina, "El diseño de la navegación en hipertextos informativos”, en “La representación del conocimiento en Internet”, citado.

[17] Para infomar, aunque sea someramente al lector, de lo que puede encontrar, siempre está la información de la URL de destino (que proporciona el navegador en la parte inferior), de ahí la necesidad de considerar la dirección web como una parte de la interfaz...

[18] En estos aspectos (la inserción de enlaces en las noticias, y del email en los nombres de los colaboradores) es muy curiosa e ilustrativa la comparación entre la baja tasa que se da en casi cualquier periódico digital y la alta presencia en medios nacidos en la Red.

[19] Pablo Sirven, en Segunda Edición, Premios Malofiej de Infografía 93 / 94. Madrid, Society of Newspaper Design, Capítulo Español, Universidad de Navarra, 1994

[20] Jonas Dagson, ibid.

[21] Nigel Holmes, ibid.

[22] Capítulo aparte son los gifs animados, también de muy poco peso, pero limitados más bien por su pequeño tamaño al uso decorativo o como iconos de navegación.

[23] Del estilo de las que se producen en las aplicaciones para obras de referencia (enciclopedias) o para la enseñanza; sobre estas últimas véase Learning simulations <http://www.learnativity.com/simulations.html>.

[24] Para profundizar en muchos de los terminos que aparecen en este artículo resultará útil nuestro “Vocabulario de ordenadores e Internet” [por línea] <http://jamillan.com/v_index.htm>.

[25] Cautamente, el sitio de CNN en español, < http://www.cnnenespanol.com> [consulta 01.06.01] alerta sobre sus encuestas, realizadas por ese método: “El "QuickVote" no es un sistema de votación científico. Refleja únicamente las opiniones de los usuarios de Internet que hayan decidido participar. No se debe suponer que sus resultados representan las opiniones de todos los usuarios ni del público en general”.

[26] Javier Candeira, “La web como memoria organizada: el hipocampo colectivo de la Red”, en Revista de Occidente, marzo 2001, nº 239. Versión 2.0 [por línea] <http://jamillan.com/para_can.htm>.

[27] Para un buen resumen de la cuestión: Javier Villate, “Mitos de Internet: III. Un mundo sin papeles”, en Enredando [por línea] <http://enredando.com/cas/enredantes/enredantes119.html> [consulta: 16.05.01]

[28] Aunque no necesariamente: hay dispositivos dedicados (agendas, e-books) cuyas pantallas mejoran la legibilidad de un ordenador típico. No ocurre lo mismo con el WAP, que por cierto no parece estar cumpliendo las expectativas sobre la extensión de su uso: “Los usuarios pasan del WAP”, en Baquía, 25 de mayo del 2001 [por línea], <http://www.baquia.com/com/20010525/not00002.html> [consulta: 25.05.01].

[29] En su libro Republic.com (2001, Princeton University Press); para una reseña: Stephen Labaton “Click Here for Democracy” [por línea] <http://www.nytimes.com/books/01/05/13/reviews/010513.13labatot.html> [consulta: 29.05.01]. Las citas inmediatas provienen de la prepublicación en esa página web.

[30] Entrevista en ETC, cit.

[31] Como por ejemplo Emerald Intelligence + Fulltext <http://www.emeraldinsight.com/>; pero hay muchos...

[32] “La sociedad de la información abre el abanico de la libertad” [por línea] <http://www.diariovasco.com/120501/suscr/sociedad04.htm> [consulta: 15.05.01].

[33] Intervención pública en el Segundo Congreso Nacional de Periodismo Digital (Huesca, febrero del 2001).

[34] Véase “La sindicación de contenidos en Internet”, en Expansión, 10 de abril del 2001.

[35] Un ejemplo de este último grupo: ICTNET <http://www.ictnet.es>.

[36] Sobre las características de éstas, véase “Com crear una VilaWeb local?” [por línea] <http://vilaweb.com/infolocals.html> [consulta 07.06.01].

[37] Véase “The (Re)construction of Reality: Local and Global Journalism”, en Jim Hall, Online Journalism. A Critical Primer, Londres, Pluto Press, 2001.

[38] Véase el capítulo 13, “Los mitos del contenido”, de José Antonio Millán, Internet y el español, Madrid, Fundación Retevisión, 2001.

[40] Para una exposición detallada del sistema (y muchas más cosas) véase Javier Candeira, “La web como memoria organizada”, citado.

[41] New York Review of Books, “Paris: The Early Internet”, 29 de junio del 2000 [por línea] <http://www.nybooks.com/nyrev/WWWarchdisplay.cgi?20000629042F> [consulta 22.12.00]

[42] Ignacio Ramonet, “Informarse cuesta” [por línea] <http://www.geocities.com/CapitolHill/3162/informarse.html> [consulta: 03.06.01]. [Corrección a 9 de julio del 2002: http://www.baietz.org/es/gogoeta/global/ramonet_informarse.htm]

[43] José Altabella, “quince etapas estelares de la historia del periodismo”, en Nicolás González Ruiz, Enciclopedia del periodismo, cit.

[44] “La credibilidad de los periódicos”, Investigación realizada por la American Society of Newspaper Editors de EEUU <http://www.asne.org>. Versión español en Enredando [por línea] <http://enredando.com/cas/en.medi@/masenredandos/msg00002.html> [consulta: 01.06.01]

[45] “Fear & Favor 2000: How Power Shapes the News” [por línea] <http://www.fair.org/ff2000.html> [consulta 25.05.01].

[46] <http://www.indymedia.org> [consulta: 28.05.01]. [Adición a 9 de julio del 2002: sobre Indymedia: "Independent Media Centers: Cyber-Subversion and the Alternative Press, by Gene Hyde, en First Monday, April 2002: http://firstmonday.org/issues/issue7_4/hyde/]

[49] Javier Castañeda, “Internet o la potencia del medio” en Baquía, 21 de mayo del 2001 [por línea] <http://www.baquia.com/com/20010521/art00015.html> [consulta 22.05.01].

[50] Sobre este tema véase el capítulo “Armaggedon.com. Home Pages and Refugees”,en Jim Hall, Online Journalism, cit., que asimismo es la fuente de las citas y los datos del resto del presente apartado.

[51] Comunicación personal.

[52] Roger Ibars, “Primavera de diseño digital” en Enredando [por línea] <http://enredando.com/cas/enredados/enredados181.html> [consulta 06.06.01].

[53] Ignacio Ramonet, “Informarse cuesta”, citado.

[54] Ignacio Ramonet, “Informarse cuesta”, citado.

[55] .Ya se ha acuñado el término infotainment, híbrido de information y entertainment: ¡infoversión!

Creado en versión web: 7 de enero del 2002

Última modificación: 9 de julio del 2002

Post-scriptum de 19 de febrero del 2002

 

Este texto apareció originariamente en el catálogo de la exposición Periodismo, periodistas organizada por Nuevo Milenio; Museu d'Història de Catalunya (Barcelona, Palau de Mar), de cuya zona de nuevas tecnologías fui comisario. La exposición se mantuvo del 9 de octubre del 2001 al 6 de enero del 2002.

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