Ser o no ser ciberbardo,
esa es la cuestión

Diez cuestiones a propósito de la narrativa digital

Joaquín Rodríguez López

 

El presente artículo parece haber sido suscitado por la lectura (irritada) de Janet H. Murray, Hamlet en la holocubierta. El futuro de la narrativa en el ciberespacio (Barcelona, Paidós, 1999, 320 págs., 2.800 pta., para pedirlo)

En este sitio web está alojado el siguiente material relacionado con el libro:
Introducción de la autora
Palabras de la traductora
Crítica de Darío Villanueva

Joaquín Rodríguez López es Director Académico del Curso de Especialista en Edición Santillana/ICADE.
Ha publicado en este sitio web:
"La locomotora digital. Lo que las revistas científicas pueden hacer por el futuro de la edición"

 

¿Puede la cibernarrativa suplantar o sustituir a la narrativa?, ¿puede el soporte que da cabida a la los cibertextos llegar a reemplazar o suceder a los soportes que albergan solamente textos?, ¿será el reparto de funciones o cometidos, simplemente, la garantía de la convivencia o la coexistencia de modos de narrar o describir y de los respectivos soportes sobre los que hacerlo?, ¿podemos contentarnos con observar atónitos la evolución tecnológica aparentemente autónoma de los soportes sin preguntarnos de qué manera es percibida, distinguida y apreciada esa transformación por aquellos que a fin de cuentas deben refrendarla, respaldarla y mantenerla, es decir, por la disposición del lector o ciberlector a ser una u otra cosa?, ¿qué gano siendo ciberlector y abandonando el dulce refugio de la lectura?... A raíz, sobre todo, de la lectura (que no ciberlectura, lo que resulta paradójico) de Hamlet en la holocubierta [1], uno de los libros que pasan por profetas de la nueva era, es necesario y recomendable plantearse algunas preguntas y sembrar algunas discordias para discernir con más conocimiento si vale o no la pena convertirse en eso que Murray llama un "ciberbardo".

1. Pero, ¿a qué llamamos narrativa ciberespacial?: bajo la denominación de cibernarrativa, y siguiendo el desordenado recuento y exposición del texto canónico ya mencionado, caben las siguientes modalidades o expresiones afines:

1.1. comunicación humano-máquina incipiente: Eliza es un programa de ordenador capaz, aparentemente, de sostener una conversación coherente con una persona, de dialogar, de interactuar, incluso de aconsejar, y eso, según piensan los teóricos de la era digital, es el atisbo de una nueva narrativa, la que se construye en la interrelación hombre-máquina en línea, la que deriva de la relación personal con un artefacto informático, un lector-escritor, una historia, por muy balbuciente, entrecortada y carente de sentido que pueda parecer, por mucho que no constituya una historia o se agote en bucles recurrentes o no alcance ni la complejidad de un diálogo infantil.

Eliza está en esta dirección http://www-ai.ijs.si/eliza/eliza.html [2] y he mantenido esta charla con ella (en inglés, sólo responde a esa lengua):

Do you think a machine can write a novel?
Eliza: Why do you mention computers?
Because I'd like to know if you can write a novel
Eliza: Do you wish that i can write a novel?
I wish to know if you were capable of writing a novel
Eliza: Do you wish that i was capable of writing a novel?
I wish to know it
Eliza: Can you elaborate on that?
Yes, I do not think you have undestood a word of what I have told you about novels
Eliza: You are sure?
I know that you have no idea what a novel is
Eliza: Do you wish to know that me?
I wish you were more intelligent to compete with a writer
Eliza: Do you wish to wish me?
Now I know that I do not have to care about the future of books and writers
Eliza: Why do you not have to care about the future of books and writers?
You will never be a substitute
Eliza: Oh, i will never be a substitute.
Exactly, you have finally understood
Eliza: Oh, i have finally understood.

Aunque a Eliza le ha costado comprenderlo, ha tenido que acabar reconociendo que nunca será un peligro para los escritores, porque aunque se refugie en sus bucles y repeticiones al detectar palabras claves o estructuras interrogativas determinadas, no tiene ni la más mínima idea de qué estamos hablando, y para escribir Guerra y paz conviene tener algo de criterio y conocimiento. Desde luego Eliza no es Ana Karenina ni yo soy Vronsky ni tenemos aspiraciones literarias de ningún tipo. Más bien parece que Eliza es elusiva, esquiva o, simplemente, vacua. Y no se trata sólo de que no pueda imaginar de qué manera ella y yo podríamos convertirnos en Jane Austen y en Leon Tolstoi sino que, de una máquina de Turing [3], no puede esperarse un comportamiento inteligente, aunque lo simule, y mucho menos una construcción literaria, aunque lo pretenda.

1.2. proyecciones tridimensionales: resulta indicioso que una tecnología de filmación y proyección cinematográfica figure entre las expresiones de la narratividad espacial, y sospecho que lo hace más por lo expresivo, efusivo y explícito de las imágenes (la autora relata jovialmente el sobrecogimiento y la impresión de instantaneidad que provocan las imágenes en tres dimensiones) que por tratarse exactamente de una narración, es decir, que el predominio de las sensaciones y lo sensacional y, seguramente, el sensacionalismo, tiene mucho más que ver con los nuevos soportes que con los tradicionales. No se lee en ninguna parte de Hamlet… si las proyecciones tridimensionales tenían un argumento consistente o una estructura bien trabada a la vez que invisible o unos personajes diestramente diseñados y caracterizados. Se adivina, eso sí, que el tumulto y el tropel de las sensaciones es tan vívido que el aliento de un dinosaurio en la nuca es más conmovedor que los desmayos de Ana Karenina.

1.3. juegos de rol: el juego que parece en boga entre los universitarios americanos –¿para cuando su inclusión en los planes de estudios españoles?– consiste en atribuir a cada persona participante rasgos de un carácter determinado y misiones o acciones propias del mismo de manera que el desarrollo de la trama dependa de la interacción de los participantes y, claro, de sus conductas y maniobras. Esto, evidentemente, no es una narración, en todo caso una actuación, papel o representación, y su inclusión en Hamlet… deriva de una obsesión que es, también, una confusión: el lector tradicional es (dicen) un ente pasivo meramente receptor o recipiente; es necesario (dicen) convertir al lector en actor, en un ente participativo y vivaz, que no sólo recorra visualmente la trama en líneas sobre papel sino que la reconstruya o incluso la construya a través de sus acciones. El modelo de juego de rol –trama relativamente abierta en la que los actores prestan su cuerpo a un personaje– debe convertirse en el trasunto de todas aquellas "narrativas" que reniegan de la pasividad o apatía del lector y que exaltan, por lo mismo, la emoción y la vibración, pero ¿quién ha dicho que el lector es pasivo o carezca de emociones (o, incluso, aunque fuera pasivo quisiera dejar de serlo)? La actitud aparentemente reposada, al menos físicamente, de un lector habitual, no guarda relación alguna con su actividad intelectual y, por tanto, con la falacia de que no existe actividad, al menos que descartemos ésta última como una forma de actividad valedera (que llevamos camino); al contrario, el predominio de lo meramente físico o corporal no supone inmediatamente una relación más estrecha u honda con un argumento. En el teatro, al menos, los actores que dan cuerpo a los personajes hacen suyo un texto y un sentido; en el juego de rol no hay texto sino instrucciones y estereotipos y simulacros rudimentarios; no basta, como se repite a lo largo de este y otros libros, con apelar a la supuesta construcción coral del significado como si esa invocación valiera para olvidar a Flaubert, porque yo también puedo montarme un conjunto de música ligera con unos amigos para tocar los fines de semanas pero difícilmente nos pareceremos a los Beatles.

1.4. muds: por si acaso alguien no estuviera familiarizado con este término, los MUDS (Multi User Domains) son espacios construidos en la red para que sus usuarios puedan asumir telemáticamente diferentes roles y enredar con ellos como si se tratara de un juego de rol presencial. Cada jugador asume un avatar o una forma de presentarse, un personaje, y se comunica con sus contemporáneos sincrónicos en un lenguaje estereotipado, rudimentario y embrionario, semejante a los comandos de órdenes en el sistema operativo MS-DOS de los primeros tiempos. Una vez más se apela a la supuesta riqueza dramática y compositiva que supone la intervención coetánea y paralela de varios jugadores tecleando esas líneas de órdenes primarias, y nunca se menciona, sospechosamente, que los diálogos suelen tener el mismo interés y enjundia que los que mantienen las estrellas televisivas de Big Brother, eso en el caso de que el llamado diálogo haya cobrado forma o se haya regido por algún guión o estructura, que no suele ser así. Si a los mensajes balbucientes, la pobreza y primitivismos argumentales (abundan los dragones y las doncellas, los mosqueteros redentores y los bárbaros peleones, las deidades sedientas de sangre y los Apocalipsis cotidianos, lo que no parece muy nuevo) [4] sumamos lo informe y desestructurado de las intervenciones de los participantes, tendremos, entonces, un intercambio incoherente y agotador de devaneos y desatinos. No es una cuestión menor, además, el hecho de que para participar en uno de estos puntos de encuentro virtual se halla de ser un usuario con conocimientos avanzados de las herramientas informáticas, aunque sólo fuera por la cantidad de programas de comunicación que es necesario instalar para acceder a ese punto remoto [5]. Como vía dramáticamente "alternativa" no parece que el mud, por el momento, pueda conmover (ni tampoco mover de su sitio) a Stevenson, y es que, a mi juicio, se vuelve a olvidar que todos podemos los domingos por la mañana salir en bicicleta con un pelotón de amigos a hacer unos kilómetros por la carretera, pero que pocos seremos llamados al Tour.

1.5. hipernarraciones y narraciones ramificadas: Victory Garden, de Stuart Moulthrop, en http://www.eastgate.com/VG/VGStart.html, pasa por ser una de las cibernarraciones más célebres. Como el New York Times Book Review dice, la página donde se aloja esta cibernarración es la "fuente principal del hipertexto serio" (http://www.eastgate.com/), o lo que es lo mismo, que hasta ahora la única manifestación narrativa coexistente a la que ya conocemos y con vocación de ofrecer una forma de contar y de leer alternativas es ésta.

Victory Garden tiene varios puntos de entrada, varios lugares desde los que comenzar a discurrir por el argumento o los argumentos, varias formas de evitar lo que los cibernarradores denominarían el "despotismo" de un único comienzo que impone al lector una sola vía de lectura, varias formas de entrelazar o tejer la trama, variados puntos de vista sobre la acción en forma de hilos narrativos distintos, finales diferentes, más o menos lógicos, más o menos abruptos, más o menos interesantes. Sin duda, la potencialidad suprema de la hipertextualidad es permitir la convivencia de narraciones más o menos paralelas, más o menos sucesivas, más o menos alternativas. Por no ser menos que los demás y demostrar que he leído [6], diré que El jardín de los senderos que se bifurcan plantea el dilema –y no pretendo agotar sus significaciones– de las vidas que pudieron ser, podrían ser, y no fueron, de los múltiples argumentos frustrados de nuestra vida, de su imposible convivencia, de la elección forzosa de uno de ellos, de los hombres que nunca seremos y las vidas que nunca viviremos… Y claro, con los medios narrativos habituales y el soporte en papel, caben algunos experimentos, pero es difícil, y quizás hasta incongruente, tratar de narrarlos coexistentemente, paralelamente. La narración hipertextual, en buena medida, pretende decirnos que el nuevo soporte nos permite acceder a esos múltiples cursos antes vetados de las narraciones paralelas y que, aún mejor, el lector ya no es un descifrador encadenado a la linealidad del texto, sino un explorador liberado y creativo que va componiendo mientras lee. Claro que, a poco que se pare uno a reflexionar, habría que preguntarse quién ha previsto, planeado, tejido y redactado ese texto multifacético, si los meandros narrativos, aparentemente multiformes, no están tan eficazmente ensamblados como en cualquier otra narración que pretenda tener sentido y que, por tanto, es de justicia aceptar que el soporte y la tecnología son herramientas que pueden servir para desarrollar un tipo concreto de hilo argumental pero eso no entraña, en ningún caso, que el lector alcance alguna clase de "libertad" o autonomía antes desconocida o que llegue a sustituirse género alguno. Porque, además, ¿alguien ha caído en la cuenta de si hay ciberlectores, o de si alguien está dispuesto a convertirse en ciberlector y de entretenerse siempre con un mismo tipo de estructura argumental?

1.6. escritura colaborativa en línea: escribir de forma cooperativa significa añadir individualmente porciones de texto a una obra que se desarrolla y progresa en conjunto y haciendo uso de las potencialidades de la comunicación en línea, con o sin un plan premeditado e integrando o no las potencialidades de la escritura hipertextual. En el caso de que los redactores sean simplemente aficionados a la literatura, la calidad del texto, evitando todo fetichismo asociado al soporte, será equivalente a la que puede esperarse de un concurso de redacción sobre las vacaciones convocado en un Instituto de secundaria, y nada estoy restando de legítimo a esa iniciativa o modalidad de escritura. La escritura participativa, como tocar el piano a cuatro manos, puede o no ser la suma de los talentos de los escritores asociados, pero la cooperación no representa en sí misma o automáticamente una suma de valores ni una garantía extra de calidad o flujo narrativo, más bien, seguramente, al contrario; tampoco parece, de momento, que la alianza suponga la merma de identidad de ninguno de los aspirantes a escritor cibernético, que ese podría ser, como se sabe, uno de los argumentos contra la vieja figura del autor. Mientras perdure la estructura del espacio social y literario tal como lo conocemos, seguirán surgiendo candidatos a autores en todos los soportes y modalidades de composición, así que ese argumento no me sirve. La escritura cooperativa tiene interés cuando utiliza los recursos de la hipernarración o las narraciones ramificadas, tal como ocurre, por ejemplo, en http://www.ensemble.va.com.au/water/: una vez más, la densidad de las alusiones y derivaciones internas y el virtuosismo con que se consigan enlazar las vías narrativas alternativas, son el resultado de un programa y una estructura premeditados, lugar donde reside la verdadera originalidad de la narrativa hipertextual, pero no deben olvidarse ni obviarse dos cosas: que la narración, hipertexutal o no, sigue siendo narración, se hace con palabras, y que la calidad y estilo de la redacción, por el momento, suele salir perdiendo en este enfrentamiento entre potencialidades tecnológicas y dominio del lenguaje; segundo, que demasiado a menudo la hipernarración es una coartada para la yuxtaposición de fragmentos, para el collage irreflexivo y el hacinamiento de materiales de deshecho, y eso echa a perder, precisamente, lo más valioso de la razón de ser hipertextual; y tercero, que si el lector se empeña en seguir la tentadora sugerencia de cada uno de los enlaces, suele acabar perdido, o confundido, o traicionado en sus expectativas, bien porque esa remisión carezca de sentido, bien porque haber distraído la atención de un fragmento a otro no haya añadido nada significativo al fragmento abandonado ni haya justificado la distracción.

1.7. juegos de simulación social por ordenador: según Murray: "quizás el próximo Shakespeare de nuestro mundo será un gran director de juegos de rol y al mismo tiempo un informático experto" (1999:164), y la verdad es que no sé si echarme a temblar o ponerme a jugar, ambivalencia de actitud propia de los tiempos que corren. Los juegos de simulación social que se están generando en la actualidad (http://www.thesims.com/es/) pretenden ofrecer al jugador un juego sin fin o, más aún, un juego en el que el jugador pueda influir decisivamente sobre su curso, un curso siempre distinto e inconcluso, al menos dentro de la gama de posibilidades que el programador haya sido capaz de concebir y plasmar informáticamente. De nuevo el sustento teórico del aparato informático dice: un lector no puede participar en el argumento, no construye nada, no edifica ni elabora, y ya han pasado de moda los libros inactivos. Los nuevos medios permiten encapsular en un programa informático (en un juego) multitud de variantes argumentales que surgen, se manifiestan o realizan cuando el lector-actor las anima y las provoca. En el caso que menciono (http://www.thesims.com/es/), el programa más vendido en los Estados Unidos en las últimas semanas, el jugador puede construir, destruir y reconstruir cuantas veces quiera, con la aparente omnipotencia de un pequeño dios, la vida de los personajes. Se agradece, para empezar, que no haya guerreros mitológicos ni amantes de la ametralladora, y que los personajes intenten venir definidos por rasgos caractereológicos incipientes y elementales, pero, con todo y de momento, la supuesta interactividad o la sensación de implicación no es superior a la que se pueda tener con un pin-ball normal y corriente de unos billares de barrio, los actores son criaturas planas y antojadizas al estilo de los Tamagochis y la riqueza argumental es estrechísima y caricaturesca, en buena medida porque depende –y casi me atrevo a decir que, desafortunadamente– del jugador y de su imaginación narrativa, y aunque todos quisiéramos ser Kafka, de momento no existe la clonación retrospectiva. Por razones obvias, no parece que en todo caso debiéramos encuadrar esta clase de juegos informáticos en la categoría de narraciones, a no ser que pueda narrarse sin palabras. Las variantes argumentales "ilimitadas", propaganda que precede a esta clase de simulaciones informáticas, nunca pueden ser "infinitas", ni siquiera múltiples, y eso porque la pretensión de infinitud sería tanto como querer narrar la historia de la humanidad, y porque la gama de posibilidades o potencialidades que un programador puede prever para cada uno de los movimientos, situaciones o acontecimientos que se presenten, no puede ser otra cosa que limitada. Qué duda cabe que con el paso del tiempo y el progreso de la tecnología y la programación, éste acabará siendo un entretenimiento legítimo e interesante, de igual manera que todos podemos comprarnos una raqueta de tenis, apuntarnos a un club, y ver la final del Roland Garros por la televisión.

1.8. holonovelas u holorepresentaciones [7]: de momento, y que se sepa, una ensoñación, un capítulo de Star Trek, una quimera fantástica. En cualquier caso, nunca se trataría propiamente de una narración, sino de un escenario preconcebido en forma de holograma dentro del que una persona participaría como actor activando con su presencia y sus acciones uno de todos los posibles argumentos previamente programados y diseñados. La inmersión sensacional –por la preeminencia de las sensaciones y por la hazaña tecnológica– en esa realidad construida no tendría nada que ver, en todo caso, con una narración, sino con una zambullida en una realidad envolvente y tridimensional con más vocación de recurso de parque de atracciones que de experiencia reflexiva y personal.

 

2. Solicito la tiranía del autor:

Desde que Barthes hablara de la tiranía del autor, la filosofía deconstructiva acabara de degradar su figura y el postmodernismo más a la californiana asumiera esa cantinela como mantra, ser autor ha gozado de un prestigio equívoco cuando no de un auténtico menosprecio [8]: autor es –según esas formas de crítica textual– un señor o señora que impone despóticamente un argumento en el que pueden esconderse oscuras motivaciones de control y poder sobre el lector desinformado, que delinea una estrecha vía de lectura que el lector está forzado a seguir, que retrata una galería de personajes entre los que no cabe modificación ni contribución externa, que impone una mirada forzada o forzosa sobre una realidad determinada, que, además, suele hacerlo sin originalidad, porque todos, al fin y al cabo, nos dedicamos a plagiar (aunque toda copia sea un elogio u homenaje al copiado) fragmentos de lo que hemos leído… Lo paradójico del asunto es que para explicar que un texto es algo que contiene un sentido y una intención cuyo vector está establecido por un autor, y que ambas cosas, argumento y autor, son figuras anticuadas e insatisfactorias, no tienen más remedio que hacerlo asumiendo la personalidad de un autor que escribe un texto convencional y continuo y confía a una empresa editorial la producción, distribución y comercialización del mismo. ¿Es eso una incongruencia o es algo más que eso?: el autor es una figura que surge históricamente cuando, como en el Cuatroccento italiano, el creador reclama no ser meramente recompensado por los metros cuadrados pintados y la gama y calidad del color empleado sino, más bien, por lo intangible de su oficio, por el acto mismo de creación, y en la lucha por ese reconocimiento se va construyendo un espacio o un campo de creación relativamente independiente de las demandas de sus mandatarios. Ese campo de creación literario al que ahora cabe referirse es el que habitan todos los escritores, todos los editores, todos los que, de una u otra manera, viven del libro y para el libro, por el arte y para el arte, por extender la acogida. Hay demasiadas personas, instituciones, interesadas en la pervivencia y reproducción de la estructura de ese campo –de forma absolutamente legítima, por otra parte-, en la imposición de un criterio estético, qué ha de leerse, que ha de obviarse, para que ese campo y lo que contiene vayan a desaparecer porque desde alguna corriente filosófica se propague la idea de que un autor ofrece una visión peculiar del mundo. Pues sí, claro, es precisamente esa visión particular, propia, única, unívoca, la que busco cuando leo, porque en la lectura raramente cabe un coro de voces que pueda satisfacer de la misma manera que un tenor, porque al ser la lectura un acto de concentración privado y solitario, el diálogo acaba tejiéndose entre dos individuos, y es seguramente ese mutuo reconocimiento el que da al acto de la lectura su singular potencia y hondura. Busco la creatividad, la reflexión o el razonamiento de personas con capacidades superiores a la mía, que alcanzo hasta este artículo pero que nunca llegaré a Guerra y paz. Solicito, por eso, que el escritor me tiranice, me avasalle y me domine, me envuelva en su mundo y me haga salir renovado de él, da lo mismo si para conseguirlo utilice una vía narrativa con hitos entrelazados sucesivamente, que vuelven o no sobre sus pasos o echan la vista atrás, o por medio de una topografía de sucesos narrados que pueden entrecruzarse de distintas maneras. En todos los casos hay un autor, un tejedor de argumentos, y yo quiero que siga por mucho tiempo tiranizándome: ¡el autor no ha muerto, viva el autor!

 

 

3. Dadme una historia que leer:

Personalmente reconozco a Sabina, el cantante, antes que a Borges, el escritor, como antecesor de la hiperliteratura, porque todo el mundo cita El jardín de los senderos que se bifurcan [9] como ascendiente culto de las hipernarraciones, de esa aspiración siempre frustrada de vivir más de una vida, de habitar simultáneamente varios tiempos y ocupar distintos espacios, pero, para el caso, valdría recordar la letra de esa canción que habla de un pirata cojo y dice:

…con un poco de imaginación
partiré de viaje enseguida
a vivir otras vidas,
a probarme otros nombres,
a colarme en el traje y la piel
de todos los hombres
que nunca seré…

y la enumeración que prosigue (en la letra de la canción) de todas las biografías que nunca viviremos bastaría para teorizar sobre la impotencia para narrarlas y las bifurcaciones de todos los destinos.

Muchas hipernarraciones quieren remediar de alguna manera esa imposibilidad evitando que la narración tenga un fin, un final, un desenlace, un agotamiento de las posibilidades que cabría esperar que se abrieran de manera perpetua. De esa forma se llega, en algunas narraciones hipertextuales, a callejones sin salida, a fondos de armario, como si ese recurso fuera el no va más del experimentalismo y la liberalidad narrativa, que deja al lector el trabajo de imaginar cómo podría haber continuado la historia, pero, ¿qué han hecho las novelas desde que se las considera como tales cuando han puesto el punto final sino dejar al lector con la sensación de que ese mundo podría haber seguido expandiéndose ilimitadamente? Una buena novela extrae su fuerza de la intensidad y coherencia de su hilo narrativo, por mucho que se lo retuerza o fragmente, porque, como ya dijo un cerebro enlatado en otro lugar, "yo sabía que todos acabarían uniéndose en un flujo único, porque yo era entonces la fuerza monstruosa que atraía hacia el centro" [10]. El autor es, sin duda, una fuerza monstruosa porque es capaz de crear con materiales conocidos un mundo desconocido a través de una historia, o cuando se trata de un autor de ensayo, porque nos obliga a mirar el mundo de otra manera, nos deslumbra, nos obliga a rever o repensar la realidad conocida o nos descubre realidades ignotas.

No es una casualidad que la narrativa histórica crezca en títulos y en clientes, simplemente porque proporciona sentido y devuelve la memoria a personas, como todos nosotros, zarandeados por los sinsentidos cotidianos. No se trata, de ninguna manera, de negar cualquier forma de experimentación narrativa que rehuya las evidencias cotidianas y los lugares comunes y quiera sorprender al lector en la trampa de sus propias certidumbres, pero hágase como se haga, mediante fórmulas históricas más cercanas o mediante tanteos narrativos más distantes, quiero una historia capaz de darme o devolverme el sentido.

 

 

4. ¿Hiperriqueza o hiperconfusión?:

Como ya se ha dicho en otra parte, el hipertexto tiene como principal característica la abolición de la linealidad, la adición ilimitada y topográficamente virtual de contenidos sucesivos, relacionados [11]. En sí misma, la posibilidad de una expansión ilimitada de contenidos concatenados mediante el engarce de lexias puede significar un enriquecimiento desconocido de cualquier contenido, y digo puede porque, como cualquier tecnología, su potencialidad es fascinante y su mal uso, por lo menos, enervante. Interrumpir cualquier discurso con un enlace o una palabra coloreada con el simple afán de engrosar desproporcionadamente un hilo argumental, con la mera pretensión de explotar todas las propiedades mecánicas de un programa de software o la desdibujada aspiración de "añade que algo quedará", no son los atributos de un discurso lógico. No existen, al menos que yo conozca en el actual estado de la investigación, nadie que haya podido demostrar la superioridad cognitiva de la lectura hipertextual sobre la lectura meramente textual; antes al contrario, muchos de nosotros sabemos lo que es perder el hilo y acabar en una página de Samantha Fox [12] cuando estábamos interesados en subir al Anapurna. Y es que si muchos dicen que la serendipia puede ser fuente de grandes e inexperados descubrimientos, también puede ser principio de la más absoluta confusión y desorientación: la trabazón de un discurso, su estructura, no es arbitraria ni pretende, tan sólo, dominar al lector, sino que ofrece un mapa concebido para llevarnos de un punto a otro, para que aprendamos una cosa de una u otra manera o la experimentemos de tal o cual forma. Hablar a estas alturas de la importancia de la armazón de una narración parece sabido y ostensible, pero, a veces, la embriaguez que produce seguir los vínculos parece poder sustituir a la experiencia ordenada del discurso bien trabado. Si la relación de contenidos es potencialmente interesante, su uso desordenado es una floritura a menudo superflua y desaconsejable.

 

 

5. Me reivindico plenamente interactivo:

 

Interactivo, qué palabra. Parece como si charlar, conversar con otra persona, mientras la mayoría de los mensajes que emitimos del uno al otro se realizan de manera no verbal y mientras respondemos permanentemente a esos mensajes reacomodando nuestra posición o inicial o reconduciendo la conversación hacia otros derroteros, no fuera interactivo. O, también, como si el acto de la lectura, por muy solitario que sea, no fuera en sí mismo una prueba sobrada de interactividad, por muy sutil que parezca: si la interactividad se define como algo que "permite un intercambio de información a modo de diálogo entre el sistema y el usuario", déjenme enseñarles lo que opinaban en el siglo XI de la interactividad y del libro:

¿Qué es el libro?
El libro es lumbre del corazón;
espejo del cuerpo;
confusión de vicios;
corona de prudentes;
diadema de sabios;
honra de doctores;
vaso lleno de sabiduría;
compañero de viaje;
criado fiel;
huerto lleno de frutos;
revelador de arcanos;
aclarador de oscuridades.
Preguntado responde,
y mandado anda deprisa,
llamado acude presto,
y obedece con facilidad.

Fin. [13]

Pues parece que si preguntado responde y mandado anda deprisa y, además, llamado acude presto, no existe una diferencia de naturaleza entre uno y otro soporte, que la acción recíproca se produce en ambos casos, y que no vale con reclamar simplemente como divisa diferencial que un soporte es más interactivo que otro, porque, más que de una cuestión de grado, quizás convenga plantearlo como una cuestión de exuberancia frente a sobriedad perceptiva. Lo que se pierde en percepción se gana, sin embargo, seguramente, en reflexión. Si el medio, desoyendo el embrollo mediático, no el mensaje, deberíamos cuidar más de éste último, sin que eso suponga afirmar, en ningún momento, que no pueda ni deban ensayarse formas distintas de presentarlo y difundirlo.

 

 

6. La guerra de los "icónicos" y los "verbales":

 

Dos tribus se azuzan mutuamente hace muchos años en el territorio mediático: los que asumen y defienden que una imagen equivale a un artículo de Montesquieu y los que argumentan que estamos en trance de convertirnos en homo videns u homo communicans, en ambos casos inmersos en una clase de flujos mediáticos capaces de reducirnos a la estulticia por abandono de nuestras competencias simbólicas y verbales [14]. Desde luego, y no creo que pueda caber duda, la exposición permanente o mayoritaria a un flujo de imágenes o estímulos visuales y sonoros sin que quepa la reflexión, merma las capacidades verbales e intelectuales, pero no es menos cierto que, como el maestro Gubern ha planteado en varias ocasiones, la opulencia comunicacional o informacional, en la que también caben los textos en unos u otros soportes, suele ser equivalente a la desinformación o la "infoxicación" [15].

Se presume demasiado a menudo en los textos sobre hipernarrativa o afines, que el complemento visual o sonoro constituye no ya un suplemento del desnudo texto narrado sino, más bien, su parte principal o primera. Cuando Janet H. Murray en Hamlet en la holocubierta acepta la holonarrativa o lo más modestos juegos de simulación social como la última frontera de la experiencia narrativa, cabría quizás argüir que, muy al contrario, toda experiencia vicarial o substitutiva, que es la que propicia la cultura de las computadoras, las redes y los interfaces, puede provocar mermas considerables en la vida emocional, sensorial y afectiva de las personas, todo lo contrario de la estimulante experiencia emocional sufrida por un lector habitual. No me parece por tanto intrínsecamente superior un mensaje transmitido de manera mixta que uno transmitido por escrito.

 

7. ¿Alguien puede decirme si las máquinas son tontas o listas?:

Alison, la amazona parlanchina de la red con cara de Lara Croft, se niega a comprender que, si secuestraran a mi hija, me vería obligado a pagar un rescate. Síganme en nuestro diálogo:

Joaquín: I have to pay a rescue for my daugther
Alison: Why do you have to do it?
Joaquín: She's my daugther
Alison: How long have you two been together?
Joaquín: Our whole life
Alison: It would be nice if our whole life.
Joaquín: Would you pay a rescue for your daughter?
Alison: I am not so sure if I would like to pay a rescue for my daughter. [16]

Y ahí me quedo, porque nunca me han gustado las mujeres frías. Si se hubiera tratado de que Ana Karenina, desgarradamente enamorada de Vronsky, hubiera decidido abandonar a sus adorables hijos, aún cuando hubiera sabido que estaban secuestrados por los bárbaros de la estepa, lo hubiera comprendido como una de las manifestaciones de los oscuros laberintos de la emoción humana. Pero, cuando una máquina, sin mediar ningún computador Vronsky que pudiera haberle arrebatado los baudios, me responde a la cuarta línea que no está segura si pagaría un rescate por su hija, no me queda más remedio que pensar, digan lo que digan, que carece y siempre carecerá de introspección, sentimientos, de los materiales con los que se hacen las novelas. Algo más formalmente, creo que queda mucho por recorrer antes de que una máquina pueda siquiera acercarse a un ínfimo grado de inteligencia, ya que, como nos recuerdan algunos científicos del conocimiento, "las redes neuronales son demasiado simples en comparación con la complejidad del cerebro: las neuronas informáticas no son más que una caricatura de una neurona real" [17], así que, de momento, tranquilos, escritores.

 

 

8. ¿Es Internet bueno para los libros y nos hará a todos escritores?:

 

Internet no es un espacio más democrático, más liberal, más accesible –en este caso vamos a limitarnos a lo que nos interesa, a la producción cultural– que el espacio real por mucho que se empeñen en afirmarlo aquellos a los que comercialmente les conviene, o aquellos otros que, expertos en el manejo de las herramientas informáticas, demuestran, precisamente, que hay que ser un experto elitista para ser visible en la red, aunque sea por los destrozos causados.

Javier Echeverría ha propuesto un término muy adecuado para denominar el espacio virtual: tercer entorno [18], el espacio que, a diferencia del primitivo natural y el ciudadano contemporáneo, promete acoger nuestras vidas virtualizadas en breve plazo. Para mi gusto convendría profundizar algo en ese concepto, sobre todo llevarlo más allá de sus connotaciones físicas, topográficas o imaginarias: efectivamente el entorno de Internet será un campo o espacio más de convivencia social, un campo con características absolutamente peculiares, sin duda, pero al fin y al cabo campo de convivencia y luchas sociales y, por tanto, lugar, por muy inmaterial que sea, donde se deja sentir el enorme peso del poder de aquellos que controlan la red y de las enormes diferencias respecto a la visibilidad y a la capacidad de producción y difusión de productos culturales.

Existen tres problemas relacionados entre sí:

  1. se sabe, por ejemplo, que al menos el 50% del contenido de la red es invisible, así que el que no pueda pagar dominios ostensibles, fáciles de memorizar, ya puede ir dándose por invisible;
  2. hay algo más importante, y el ejemplo viene de los Estados Unidos y se propaga como reguero de pólvora por las provincias limítrofes: las colosales fusiones empresariales del tipo Viacom y CBS, entre una empresa creadora de contenidos y otra maestra de la difusión, tienden a una suerte de integración vertical donde las exigencias de la última acaban moldeando y deformando a la primera. Llegar a más y más clientes potenciales exige, también, disminuir más y más la exigencia de los títulos o los productos distribuidos [19], y no es casualidad que el furor en la red lo cause la última novela de Stephen King [20]. Las exigencias de amortización y beneficios de estos conglomerados mediáticos, en parte debido a los cuantiosos costes originados por el control y mantenimiento de la infraestructura tecnológica, "obligan" a los nuevos editores a orientar sus libros hacia el polo más comercial de los concebibles. Sin discutir la legitimidad de tal movimiento, hacer eso implica, sin duda, un aligeramiento de los catálogos de las editoriales y una desvirtuación de la tarea propiamente cultural de un editor. No todo cabe en la red, como se dice, porque la red, encaminada a su vertiente más descarnadamente comercial, prima lo más divulgable o propagable, y eso no es una buena noticia para la producción cultural, que sólo germina en unas condiciones ecológicas muy peculiares, en donde no existe ni la velocidad de difusión, ni la presión del beneficio;
  3. surgen editoriales [21] que, utilizando el soporte de la red, nos proponen gran variedad de lecturas y autores, pero en la red suele pasar lo mismo que en la vida real, que andamos sin red, es decir, ¿cuál sería la razón que me llevaría a leer los originales en la red de autores noveles y balbucientes sin respaldo ni reconocimiento? Por estar meramente en la red no se gana credibilidad, o prestigio, o poder de distinción o designación, así que, a no ser que la propia editorial venga precedida por una reputación obtenida a base de trabajar noblemente sus contenidos, me parece que no voy a gastarme un duro en descargar un archivo que debo imprimirme en folios y en mi casa. Otra cosa es que una editorial establecida opte por colgar de la red textos garantizados y abarate, de esa manera, su difusión y almacenaje. Pero, en definitiva, ser principiante y tener toda la red por delante, no es una garantía inmediata de visibilidad, éxito cultural y, mucho menos, comercial.

 

9. ¿Quién lee y está dispuesto a ciberleer?:

Y, de propina, ¿alguien se ha preguntado quién lee y, además, está dispuesto a ciberleer, a adentrarse en la maraña de la red para adquirir los títulos que encuentra en la librería o el hipermecado? No queda más remedio que argumentar con datos estadísticos en la mano: el 49.1% de la población nunca lee, y del 50% restante el 27% son remisos (menos de 5 libros al año), el 3% son corrientes (diez libros leídos al año) y el 9% son grandes lectores (más de 20 libros anuales), o lo que es lo mismo, que leer leer, lo hacen pocos [22]. Son las mujeres jóvenes quienes más leen, y, en términos generales, es el tramo de edad entre los 25 y 35 años quien más tiempo dedica a esa actividad, siempre que procedan de clases sociales medias-altas y altas y siempre que hayan alcanzado un nivel de estudios superior [23]. Además, son las mujeres jóvenes y con estudios superiores quienes más libros compran, sobre todo en librerías.

 

Edad

Varones

Mujeres

Total

Jóvenes

30

32

30

Maduros

30

23

26

Talludos

18

9

13

Mayores

10

5

7

Total

24

18

21


% Se dedica con frecuencia en sus ratos libres a

% horizontes

Leer libros

múltiples
Edad
jóvenes

63

maduros

59

talludos

43

mayores

34

Estudios
bachillerato +

70

bachillerato -

33



wpe13.jpg (13282 bytes)

 

Compradores regulares

Durante el último
año han comprado
más de cinco libros

Han comprado algún
libro durante el
último mes

Nivel de estudios
Superiores

61

66

Medios

49

54

Secundarios

33

38

Primarios

16

16

Sin escuela

5

7

Total

29

31

 

 

 

Compradores regulares
(último año más de cinco libros)

Sexo

Edad

Varones

Mujeres

total

Jóvenes

27

34

30

Maduros

40

41

40

Talludos

26

26

26

Mayores

14

12

12

Total

29

30

30

 

 

% han comprado en…

Base: han comprado libros el último año

librerías

grandes

superficies

quioscos

media de los tres

porcentajes

Estudios Superiores

87

52

26

55

Medios

84

51

26

54

Secundarios

82

47

25

51

Primarios

73

41

21

45

 

 Estos datos no cuadran completamente, o no se complementan todo lo que podría esperarse, con las estadísticas de uso de Internet que proporciona la Asociación de Usuarios de Internet (www.aui.es):

 

Perfil de usuarios de Internet por sexo

 

Población

Acceso

Uso

 

H

M

H

M

H

M

Feb/Mar 00

48.6

51.4

61.3

38.7

64.8

35.2

Oct/Nov 00

48.5

51.4

61.5

38.5

67.0

33.0

Abr/May 00

48.5

51.5

63.0

37.0

68.0

32.0

Oct/Nov 96

48.7

51.3

69.2

30.8

75.4

24.6

 

Péfil de usuarios de Internet por edad

 

Población

Con acceso

Usuario último mes

14/19

8.7

13.5

13.1

20/24

9.4

11.9

19.4

25/34

19.1

33.4

35.7

35/44

17.4

19.4

19.4

45/54

14.2

10.7

9.7

55/64

11.6

2.7

2.1

65 y +

19.1

1.2

0.7

 

Pérfil de usuarios de Internet por clase social

 

Población

Con acceso

Usuario último mes

Alta

7.4

25.9

27.4

Media-Alta

14.7

28.3

27.7

Media-Media

41.3

35.3

35.4

Media-baja

24.9

8.4

8.4

Baja

11.8

2.1

1.1

 

Los usuarios de Internet son mayoritariamente hombres jóvenes de clases medias-altas y altas, en proporción considerablemente superior a las mujeres, lectoras habituales y compradoras habituales de libros en formato tradicional. Sin duda, y no hace falta más que echar una ojeada a las tablas, la proporción de mujeres que acceden a la red es cada vez, desde el año 96 hasta hoy, más grande, pero aún a distancia de los hombres que la utilizan; también es cierto que los hombres jóvenes y con estudios pertenecen por derecho propio al grupo de los lectores habituales, pero podría ocurrir, según muestran los datos de la AUI, que sustrajeran parte de su tiempo a la lectura de libros para dedicarlo a la navegación virtual.

¿Y que pretendo decir con todo esto?: pues que nadie puede afirmar con total certidumbre que la red vaya a ser un soporte adecuado para el difundir el libro tradicional, porque sus usuarias prefieren, de momento, otros canales de distribución, y porque sus usuarios distraen parte del tiempo que dedicaban a la lectura para usarlo en la navegación. Cierto es, sin duda, que tanto el número de mujeres que accederán a la red crecerá, como que el número potencial de lectores se mantendrá o seguirá creciendo, pero en el estado actual de la cuestión, difundir libros en la red no deja de ser una apuesta más o menos arriesgada. Otra cosa sería, como me atreví a especular en otra ocasión, que cuando existe una demanda estructural suficiente y necesaria, el soporte electrónico e Internet sean vehículos ideales de difusión de los contenidos, pero para eso hace falta ser científico, profesor universitario o profesional especializado. Hoy por hoy, por decirlo una vez más, no existe evidencia ni demanda estructural suficiente para aseverar que Internet pueda ser una exitosa vía de difusión del libro.

 

 

10. Ciberbardo, que palabra tan fea:

 

Aunque sólo fuera por la palabra, no me gustaría ser ciberbardo, tal como lo bautiza Janet H. Murray. Si al menos lo hubieran llamado cibernarrador, todavía, pero no me reconozco con calzones renacentistas animando composiciones corales en la red. La "comedia del arte", antecedente que reivindica la autora de Hamlet, es de momento en la red, más bien, un arte de la comedia: las situaciones remotamente similares que se están dando en Internet, como los mud, no van más allá de devaneos cuasi monosilábicos que se deleitan con la repetición de lugares comunes y, sin restarle el mérito de la diversión y el desahogo, nada tienen que ver con una composición novelística ni con la comedia del arte, que no era otra cosa que la reproducción de ciertos valores mitológicos y culturales, mediante su representación, con cierta libertad mientras se respetaran sus patrones, cosa que, en cualquier caso, se da en todas las culturas tradicionales. No niego el interés de la variante narrativa hipertextual o de la escritura colaborativa como ensayos de nuevas estructuras narrativas; rechazo de momento, eso sí, la posibilidad de convertirme en ciberbardo. Quien sabe si deberé retractarme de lo dicho dentro de algún tiempo. Mientras tanto, y como colofón, una frase de un maestro:

"La televisión [hoy, quizás, cabría decir Internet] me parece muy educativa. Cada vez que alguien la enciende, me retiro a otra habitación y leo un libro" Groucho Marx

 

© Joaquín Rodríguez López, 2000
Ultima versión, 20 de junio del 2000
 

NOTAS: Para volver a la llamada en el texto, utilice la flecha "atrás" de su navegador

 

[1] Murray, J.H. (1999) Hamlet en la holocubierta. El futuro de la narrativa en el ciberespacio, Barcelona, Paidós, 330 p.

 

[2] Existe un robot charlatán más moderno, con el aspecto de la amazona Lara Croft, que se encuentra en la dirección http://alison.alicebot.com/, y que, pese a toda su exuberancia visual, no parece muy capaz de manifestar alguna de las caracterísiticas del entendimiento humano: conjeturar, enjuiciar, hacer uso de la intuición y la experiencia… El problema seguirá siendo el de reducir a un algoritmo lo irreducible.

 

[3] La enésima discusión sobre si una máquina es inteligente porque es superficialmente capaz de simular ciertas respuestas, ha sido recientemente objeto de un libro ingenioso, El quinteto de Cambridge, de John L. Casti (Madrid, Taurus, 1998), en el que el autor, más proclive al más chato de los conductismos, aboga en el fondo por la teoría de Turing en contra de Wittgenstein, que se negaba a aceptar ni siquiera la posibilidad de establecer paralelismos entre la simulación mecánica de un proceso y las complejidades simbólicas y sociológicas del lenguaje humano.

 

[4] Por ofrecer una muestra de las belicosas descripciones de los contenidos de la mayoría de los MUDs y de sus supuestos argumentales –plagados de milenarismos agónicos, asesinos libertadores, sectas vetustas, deidades vengativas, etc.-, sirvan los siguientes:

3.1. After Hours http://204.71.157.201

The imaginative world of After Hours is one of medieval fantasy and adventure. Friendly and helpful players and immortals, as well as an extensive world, provide a fun atmosphere for both new and experienced players. Among the many aspects offered at After Hours are:

* A user interface which allows new users to start quickly, but is complex enough for advanced players.

* Three divisions of player killing status: Player Killer, Non-Player Killer, and Immune.

* Many creative quests to challenge players.

* A variety of guilds and races with a wide range of spells and skills at their disposal.

* A new combat and advancement system, with separate levels for guilds, and general mortal advancement, which is unlimited.

* Players can form their own clans --allied groups of players-- and construct and customize the clan castle with a range of additions that enhance game play.

 

3.2. Age of Chaos 205.177.91.200 http://www.Chaos.Mudd.net

We like people to roleplay, spells/skills have additional benefit for those who group with properly aligned players. Over 300 skills/spells. Welcome zone writers for experienced players, Patron God System. Whats that mean? Your spells/skills vary from Deity to Deity for the same race/class character. Guilds such as Knights, Dreamwalkers, Aiel. 30 levels, trans and do 30 more levels to be an immortal. We base this mud off the popular Wheel of Time series and we keep all gear and characters well balanced. No god gear here. We offer 90 levels, NO Equipment MAX (although more that exists, harder to get more) Hearbeat ticks, clans, new formation fighting, and more!

Recent Additions: SCRYE duelers, Wager Duelers, Clan and clan races for superiority. 500 new rooms just this month, and average 300-500 new rooms monthly!

3.3. Age of Darkness 206.245.158.229 http://aod.mudservices.com

It is an Age of Darkness, where evil rules supreme and the light dims more and more every day. Fret not, for there are still the few who follow the light, trying to return goodness to the lands of Abenmael. Or perhaps you can raise your empire to crush your enemies. All in all, you'll find many things at AoD. Including a helpful staff and a group of dedicated players that can only come from being around as long as we have. We have always been player-oriented, in the fact that we tend to build the mud how players want it build. A prime example being the time we switched to the SMAUG codebase, only to switch back to the original AoD due to player demand. We believe a MUD is little or nothing without it's players, and we tend to make that show, I believe. From the moment you log on you'll find a difference, the most obvious being the fact you won't be dropped off into the stock Midgaard. AoD is constantly growing and improving, and we hope you will come and be part of our family... Only thing we ask is a valid email address, to protect our players from those who may not have the best intentions.

 

[5] Es necesario, por ejemplo, descargar una versión especializada de Telnet, denominada zMUD v5.55, en la siguiente dirección http://www.zuggsoft.com/zuggsoft/index.asp, para empezar a introducirse en la "narración".

 

[6] "En todas las ficciones, cada vez que un hombre se enfrenta con diversas alternativas, opta por una y elimina las otras; en la del casi inextricable Ts'ui Pên, opta -simultáneamente- por todas. Crea, así, diversos porvenires, diversos tiempos, que también proliferan y se bifurcan. De aquí las contradicciones de la novela" Borges (1978)

 

[7] http://arttech.about.com/hobbies/arttech/library/weekly/aa011899.htm

 

[8] Vale la pena citar con algo de extensión: "la idea misma de hipertextualidad parece haber tomado forma al mismo tiempo aproximadamente en que se desarrolló el posestructuralismo, pero sus puntos de convergencia tienen una relación más estrecha que la mera contingencia, ya que ambos surgen de una insatisfacción con los fenómenos asociados al libro impreso y al pensamiento jerárquico". Y antes de eso: Así, por ejemplo, como muchas obras recientes de posestructuralistas como Roland Barthes y Jacques Derrida, el hipertexto concibe de nuevo postulados considerados convencionales durante mucho tiempo, sobre escritores y lectores y los textos que estos escriben y leen. El enlazamiento electrónico, que es una de las características definidoras del hipertexto, encarna además las nociones de intextualidad de Julia Kristeva, el énfasis de Mikhail Bakhtin en la diversidad de voces, las nociones de redes de poder de Michel Foucault y las ideas de "pensamiento nómada" en rizoma de Gilles Deleuze y Félix Guattari". Estas dos citas se encuentran en Landow, George, P. 1997, "¿Qué puede hacer el crítico? La teoría crítica en la edad del hipertexto", pp. 17-68, en Landow, George, P. (comp.) Teoría del hipertexto, Barcelona, Ediciones Paidós.

 

[9] Léase, por ejemplo; El narrador en ficción interactiva. El jardinero y el laberinto, José Luis Orihuela, Universidad de Navarra, en http://www.ucm.es/info/especulo/hipertul/califia.htm

 

[10] El dueño de este sitio web me permitirá copiarle, quiero decir "intertextualizarle" o "interhomenajearle", y citar un fragmento de la primera página de Nueva Lisboa, Alfaguara, Madrid, 1995.

 

[11] Puesto que el hipertexto, al poder conectar un pasaje de discurso verbal a imágenes, mapas, diagramas y sonido tan fácilmente como a otro fragmento verbal, expande la noción de texto más allá de lo meramente verbal, no haré la distinción entre hipertexto e hipermedia. Con hipertexto, pues, me referiré a un medio informático que relaciona información tanto verbal como no verbal. Los nexos electrónicos unen lexias tanto externas a una obra, por ejemplo, un comentario de ésta por otro autor, o textos paralelos o comparativos, como internas y así crean un texto que el lector experimenta como no lineal o, mejor dicho, como multilineal o multisecuencial." (Landow, 1992 (1995): 15-16)

Landow, George. 1992 (1995). Hipertexto. La convergencia de la teoría crítica contemporánea y la tecnología. Barcelona: Paidós.

 

[12] http://samfox.com/newsitenearlyready/samfox/

 

[13] Codex miscellaneus. Texto del siglo XI (copia de Francisco Santiago Colmenas, siglo XVIII). Toledo: Biblioteca Pública del Estado, Ms.381.

 

[14] Léase Homo videns. La sociedad teledirigida, Giovanni Sartori, 1998, Madrid, Taurus.

 

[15] Léase "La aldea enmudecida. opulencia comunicacional y desinformación", en Telos nº 48, 108-112, febrero 1997. También El eros electrónico, 2000, Madrid, Taurus.

 

[16] Este simulacro de diálogo con la última tecnología supuestamente inteligente es un eco de aquél otro que mantuvo Mavin Minsky con una máquina y que llevó a los mismos resultados: "Y dos años después relató la frustrante exploración de las alternativas en un secuestro de una niña con un sistema de Inteligencia Artificial, hasta que después de varias horas el sistema preguntó: ¿Por qué alguien iba a pagar dinero para recuperar a su hija?" (citado en Gubern, R. El eros electrónico, 2000, Madrid, Tarus, p. 97.

 

[17] Sampedro, J. (2000), "Dos cerebros sólo se parecen desde lejos, al igual que dos árboles", en El País (Futuro), miércoles 12 de abril, p. 40

 

[18] Echeverría, Javier, (1999) Los señores del aire : telépolis y el tercer entorno, Ediciones Destino, S.A.

 

[19] Léanse, a este respecto, Schiffrin, A.(2000) La edición sin editores, Barcelona, Destino; Bourdieu, P. (1999) "Une révolution conservatrice dans l’édition", en Actes de la Recherche en Sciences Sociales, mazo, nº 126-127, pp. 3-28.

 

[20] http://www.simonandschuster.com/excerpt.cfm?isbn=0743204670

 

[21] http://www.dreams-unlimited.com/

http://www.electronpress.com/

http://www.booklocker.com/

 

[22] Datos obtenidos del estudio Los españoles y los libros. Hábitos y actitudes hacia el libro y la lectura, Madrid, CEGAL, 1998.

 

[23] Datos proporcionados por la Sociedad General de Autores: www.sgae.es

 

salida