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¿Qué hay en una letra? (2)

( En torno al Abecedario Industrial
y del Comercio)

José Antonio Millán

 

¿Qué hay en una letra? 1, 2, 3, 4
¿Qué hay en un número?
¿Qué hay en un acento?
¿Qué hay en dos (o más) letras?

 

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¿Por qué es tan bueno?

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Las letras forman parte del patrimonio que todos compartimos, y eso permite que puedan ser objeto de juego... y de creación. Uno de los ejempos más sobresalientes de trabajo con las letras es el del artista catalán Joan Brossa (Barcelona, 1919-1998). Los poemas visuales que concibió y fue desarrollando a lo largo de su vida demuestran una gran ironía y un conocimiento profundo de los recursos tipográficos.

A diferencia de los caligramas (en cuya tradición visual se inscriben, sin embargo), los poemas visuales de Brossa juegan muy frecuentemente con una sola letra, por lo general representada en una fuente de palo seco, sin rasgos, que permite exponer el juego en toda su desnudez.

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Cap de bou, 'cabeza de buey'. Fuente.

La obra Cap de bou devuelve a la letra A sus orígenes figurativos, cerrando así el círculo. O la deconstrucción a que se someten los rasgos de la misma letra, apilados como para su almacenamiento, en Desmuntatge:


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Desmuntatge, 'desmontaje'. Fuente.

Sí: como nos recuerda Brossa, las letras son al tiempo materia de figuración y suma de elementos no-significativos.

Los ejemplos que reunimos en el Abecedario Industrial y del Comercio sacan partido de estas peculiaridades... a veces hasta extremos inconcebibles.

La Entrega Segunda consta de las letras I a Ñ. La I presenta una doble facilidad para la representación: cualquier objeto erguido, desde una guindilla a un atleta pasando por una sardina, puede evocarla, y si no, la reinterpretación fantástica del punto que la corona (hecho burbuja, voluta o chispa) proporciona una solución más tímida, pero no menos efectiva. (El punto de la J, por cierto, puede sufrir idéntica metamorfosis). La K ya tiene patas, de modo que su antropomorfización es evidente.

Torres, clips o mayas sedentes, libros abiertos o paraguas son muy útiles para la L. La M se recoge bien con un corazón o un sobre, pero donde alcanza cimas elevadas es en el cartel manuscrito de la agencia de viajes en que se traviste de camello o cadena montañosa. La N mostacho, burro o deportista demuestra cómo realmente una letra puede plegarse (a veces no sin violencia) a cualquier capricho. Ñ en forma caprichosa nunca hemos encontrado, de modo que excepcionalmente apelamos a la materia, el asador Leña presenta su cartel hecho de leña.

Como ya ocurría en la Entrega Primera, los ejemplos proceden de tres o cuatro continentes bajo lenguas diferentes, lo que demuestra que realmente no hay límites para la creación alfabética...

 

Abecedario Industrial y del Comercio

 

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Creación: 11 de febrero del 2006
Última modificación, 21 de mayo del 2006

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