Cuando se descubrió la doble vida del prófugo líder serbio Radovan Karadzic, la prensa se entretuvo en relatar sus actividades bajo la nueva personalidad de médico naturista. Entre ellas, no ha sido la menos glosada la dedicación del monstruo genocida al tañido de "el
gusla", que, dice
El País, es "un instrumento medieval muy vinculado a la tradición serbia."
Cuando leí por primera vez la noticia me resonaron estos versos en la cabeza:
Balzarad tiene en verdad
una guzla en la garganta,
guzla dúlcida que encanta
cuanda canta Balzarad
Sabía que eran de Rubén Darío, y me costó poco encontrar a qué composición pertenecían: era
La cabeza del Rawí.
Pues sí: la palabra
gusla no es española. La forma que se usa en nuestra lengua es
guzla, que, por cierto, es femenina: "la guzla", y que define así la
Academia: "i
nstrumento de música de una sola cuerda de crin, a modo de rabel, con el cual los ilirios acompañan sus cantos".
El término anda dando vueltas por nuestra lengua al menos desde hace siglo y medio, cuando Zorrilla escribía en su "poema oriental" Granada de 1852 (al que accedemos gracias al Corpus de la Academia):
Así dando la voz y el instrumento
El amante cantar por concluído,
Calló la guzla y expiró el acento
Guzla es la forma que el español tomó prestada del francés, a donde llegó de las lenguas eslavas, según el
Dictionnaire général (1890-1900) Traité de la formation de la langue, Préstamos, apartado 20. Mientras que
gusla es la forma que ha adoptado en la lengua inglesa.
En fin: en vez de hacer una mínima comprobación, los periodistas se han apresurado a mantener la forma inglesa, masculinizándola por si acaso.
Etiquetas: Por algo se llamará así..., Traducción