Los restos de las barracas del Turó de la Rovira

26 marzo 2012 17:17

El sábado pasado me deparó una buena sorpresa. Acudí a la presentación del libro Barraquisme, la ciutat (im)possible, de Pas a Pas-Equip d’estudi barraques de Barcelona, en la fenomenal biblioteca El Carmel–Juan Marsé. Acabado el acto, había un paseo hasta el Turó de la Rovira, conducidos por uno de los antiguos habitantes del asentamiento de barracas, Paco (siento no recordar su apellido).

En el Turo (o cerro) de la Rovira hubo durante a Guerra Civil unas baterías antiaéreas. Pero desde los años cuarenta, los alrededores e incluso las bases de hormigón de las baterías se utilizaron para edificar barracas o chabolas, que duraron hasta 1990, cuando las movilizaciones de sus habitantes les procuraron pisos.

Hace pocos años, el espacio se recuperó como lugar de “memoria histórica”, y las barracas se echaron abajo (puede verse aquí un documental de TV3 sobre el hecho). Ahora quedan sólo algunos restos de los pavimentos de esos asentamientos autoconstruidos.

Y pienso que sería una pena que estos restos se perdieran, en una idea errónea de que “lo valioso” son los restos de la guerra. Estos se levantan a su vez sobre un antiguo poblado ibero, y así sucesivamente. La historia es eso: edificar sobre lo destruido. Sería una pena que desenterráramos con cuidado los restos de barracas de hace pocos siglos y destruyéramos los actuales.

Bienvenidas sean las memorias históricas, pero estos pavimentos que delimitan las antiguas habitaciones, unidas a la historia oral de sus habitantes, y a publicaciones como Barraquisme, permiten reconstruir las duras condiciones en la que vivían trabajadores apiñados con sus familias.

La imagen superior muestra uno de los habitáculos de la plataforma de tiro, que, techada y acondicionada como se pudo, albergó a una familia de cinco miembros.

La zona está en proceso de gentrificación, y el futuro Parque de los tres turós se delimita como una zona de paso y deporte, ayudada por las magníficas vistas. Pero todo ello debería hacerse sin amenazar las casas existentes y sin borrar los restos de la historia reciente de quienes contribuyeron a hacer nuestra ciudad.

 


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Heráldica de las forjas del Guinardó

29 noviembre 2010 19:19

A S.N.

Un paseo por el nordeste de Gracia y el comienzo del Guinardó nos depara el hallazgo de dos establecimientos de forja, situados en la misma zona.

En la calle Argentona, primero nos llamó la atención una bonita reja:

Pronto descubrimos que correspondía al establecimiento de un antiguo herrero o forjador, en cuya puerta campeaba un escudo en el que un dragón parece exhalar su aliento ardiente sobre un yunque (véase la puerta abajo, y un detalle al comienzo de este post). El dragón es un frecuente motivo modernista, digo yo que heredero del que alancea San Jorge (Sant Jordi), aunque si es una representación del Maligno ha triunfado notablemente en la iconografía de la ciudad. Como animal que escupe fuego, es lógico encontrarlo asociado a la forja.

Apenas unas manzanas más allá, en Pi i Margall 55, hay un curioso edificio que exhibe ya desde la puerta de nuevo la efigie del dragón:

Sobre  la puerta hay un escudo con el yunque y las herramientas del oficio: martillo y tenazas, junto al nombre del propietario.

Tirando de este hilo llegamos a averiguar muchas cosas: Joan Balaciart (1896-1994), nacido en Gracia, empezó como aprendiz a los 10 años en la sección de litografía de la imprenta Seix i Barral, en el mismo barrio. A los 16 años comenzó a trabajar en la forja (todo ello según el relato que Lluís Permanyer hacía en La Vanguardia del 10 de abril de 1988). Colaboró, entre otros con el arquitecto Puig i Cadafalch, y en 1943 edificó con sus propias manos esta casa adornada con lo mejor de su arte: no sólo la puerta, sino también las acróteras de la terraza, las rejas de separación de la finca o incluso el pescante para colgar la polea de las mudanzas, de nuevo en forma de dragón. Pensando en esta muy barcelonesa muestra de arte de la forja: de los muchos pescantes del barrio de Gracia, ¿cuántos habrán salido del taller de Balaciart?

En 1982 recibió la Medalla al mérito en el Trabajo, pero siguió trabajando. Murió en 1994. Hay un libro sobre su obra: Maria Carme Vila i Gili, La Forja a Catalunya i l’obra de Joan Balaciart (1983).

¿Habrá que recordar que estos edificios, muestra de la actividad del pasado y del arte popular, situadas en barrios periféricos, corren peligro en una ciudad que no defiende lo suyo?


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La casa que brotó

14 noviembre 2010 20:20

En una ciudad en la que las intervenciones urbanísticas son con tanta frecuencia inanes y destructoras de la auténtica vida, da gusto ver esta acción de signo opuesto en una “casa ocupada” en la esquina de Floridablanca y Comte d’Urgell. Por obra y gracia de una pintada, el portal y la ventana encima de él se han convertido en una pequeña casa de la que brota una vegetación de pesadilla.

La obra, perfectamente realizada, se extiende hasta el cuarto piso del chaflán y dobla por las esquinas, sobre todo por la de Floridablanca. No está muy claro cómo se hizo (¿se utilizaron andamios?) y no sé quién fue su autor. Pero tengo claro que si el Modernismo pobló las fachadas de plantas y monstruos (por cierto, no muy bien conservadas), estos desconocidos grafiteros son sus herederos más directos.

Abjo se pude ver un detalle de cómo está trabajada la fachada.

Ni que decir tiene que es una obra asombrosa que merecería el “indulto”, y pervivir como muestra artística y como ejemplo de cómo transformar una esquina sin el más mínimo interés (abajo, en fecha indeterminada antes de la intervención, tomada de Google Maps)  en un poderoso grito gráfico.


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Huellas de la espera

18 junio 2010 16:16

En los números 22 y 24 de la Rambla de Santa Mónica, en el umbral, hay (¿o ya habría que decir había?) unas curiosas huellas en el mármol. Las labró el roce de los tacones de las prostitutas, a lo largo de innumerables horas de espera del cliente, resguardadas del frío o de la lluvia en el portal.

Hoy el edificio está en obras (ya estaba abandonado cuando, en en 2005, tomé la fotografía superior). La fachada está cubierta, y no se puede saber qué ocurre dentro. Pronto habrá en el lugar un hotel; otro más.

Para mí que las huellas en mármol han desaparecido. Fíjense en la fotografía inferior: las intervenciones de “Barcelona posa’t guapa” están regidas más por la apariencia que por el respeto. La Barcelona actual, la Barcelona del turista y el diseño, tiene una enemistad manifiesta por la vida, por la historia popular: el “Paisaje urbano” ahora quiere ser algo limpio, aséptico. La “calidad de vida” que nos quieren conceder es la de la regulación, la del control, la de la selección de qué cosas merecemos disfrutar y de cuáles no. La ciudad que publica periódicos llenos de anuncios de sexo de pago, expulsa y acosa a las prostitutas callejeras; su memoria es borrada: el barrio conocido anteriormente como “el Chino” pasa a ser “el Raval”: no han existido nunca.

Por eso creo que nunca más veremos estas marcas sobre el mármol…


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Alerta: casa modernista en Septimania

25 abril 2010 12:12

Esta casa modernista en la esquina de Septimania y Saragossa está desde hace años abandonada y desde hace meses con los balcones tapiados. Es un edificio muy bello, con detalles de rejería excepcionales y preciosos pescantes en forma de plantas:

Ya conocemos el proceso demasiado bien: abandono, ruina y por fin derribo…


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La Rotonda, en peligro

19 abril 2010 11:11

El hermoso y emblemático edificio de mi barrio, La Rotonda, terminado en 1918 por el arquitecto Adolf Ruiz i Casamitjana, esta en peligro: no de derribo esta vez, sino de quedar desvirtuado y ahogado, en manos de la constructora de Núñez y Navarro (véase el muy claro artículo de El País).

Hay una plataforma ciudadana, Plataforma la Rotonda, que se opone al plan del constructor (se puede firmar contra el proyecto en su página), y aporta esta imagen del mamotreto que se va a encajar en el edificio:

La zona donde está la Rotonda ha visto alumbrar hace poco un nuevo hotel de lujo. Es un lugar privilegiado, al pie del Tibidabo, y muy visitado por el turismo, al lado de la nueva línea de metro que conectará con el aeropuerto (y de paso se cargará el barrio). La inmobiliaria de Josep Lluis Núñez tiene una fuerza inusitada en la ciudad, y está siendo responsable de diversos desaguisados urbanísticos, a pesar de su divisa: “Barcelona, siempre”. Hay que recordar que Núñez fue presidente del Club de Fútbol Barcelona (véase esta cauta semblanza en Wikipedia), y que la colusión entre los poderes futbolísticos, los inmobiliarios y los ayuntamientos ya es un clásico de nuestro país.


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