El hermoso y emblemático edificio de mi barrio, La Rotonda, terminado en 1918 por el arquitecto Adolf Ruiz i Casamitjana, esta en peligro: no de derribo esta vez, sino de quedar desvirtuado y ahogado, en manos de la constructora de Núñez y Navarro (véase el muy claro artículo de El País).
Hay una plataforma ciudadana, Plataforma la Rotonda, que se opone al plan del constructor (se puede firmar contra el proyecto en su página), y aporta esta imagen del mamotreto que se va a encajar en el edificio:
La zona donde está la Rotonda ha visto alumbrar hace poco un nuevo hotel de lujo. Es un lugar privilegiado, al pie del Tibidabo, y muy visitado por el turismo, al lado de la nueva línea de metro que conectará con el aeropuerto (y de paso se cargará el barrio). La inmobiliaria de Josep Lluis Núñez tiene una fuerza inusitada en la ciudad, y está siendo responsable de diversos desaguisados urbanísticos, a pesar de su divisa: “Barcelona, siempre”. Hay que recordar que Núñez fue presidente del Club de Fútbol Barcelona (véase esta cauta semblanza en Wikipedia), y que la colusión entre los poderes futbolísticos, los inmobiliarios y los ayuntamientos ya es un clásico de nuestro país.
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