15 abril 2010

Mudanza


Con este post, que figurará en todos los blogs de mi sitio, cierro la etapa Blogger de su gestión. Para hacer la transición, congelaré los comentarios en todos ellos, a la espera de poderlos reanudar pronto.

Disculpen las molestias...

10 abril 2010

Entrevista en "La Nación"

El diario argentino La Nación ha publicado una entrevista conmigo, con motivo de la aparición en ese país del libro epónimo de este blog: El candidato melancólico. La entrevista, titulada "La Web cambió el modo de escribir" la realizó Héctor M. Guyot, y la transcribo a continuación:

Las palabras comparten la condición nómade del hombre. Al cruzar valles, montañas y fronteras, cambian. También, como los hombres, esconden rastros de sus vidas anteriores. Y en esos rastros puede leerse la historia del mundo.

Así lo afirma el filólogo español José Antonio Millán. Las palabras, dice, llevan señales de contactos, invasiones y conquistas entre las culturas más diversas. Por eso, y porque el tejer y destejer colectivo de palabras en el tiempo es en buena medida un fenómeno oral, Millán llegó a una hermosa definición: la etimología es la arqueología del viento. La materialidad de un sonido, pero también el aliento efímero de la voz que nombra.

A la improbable tarea de leer en el viento se dedica Millán (Madrid, 1954) en su último libro, El candidato melancólico (RBA), una invitación a descubrir "de dónde vienen las palabras, cómo viajan, por qué cambian y las historias que llevan dentro". La travesía que propone puede llevarnos miles años atrás, allí donde las lenguas se confunden: "La comparación entre latín, griego y sánscrito, la antigua lengua de la India, nos sitúa en la lengua madre (o abuela) de todas ellas, a la que llamamos indoeuropeo -señala Millán-. El rege latino, de donde viene nuestro rey , y el rajá de la India deben provenir de un término común de hace cuatro o cinco mil años. Claro que a veces las palabras han variado tanto que puede ser difícil descubrir su origen: nuestro ajedrez viene, a través del árabe, del sánscrito shaturanga ".

Lo que antes viajaba en el viento hoy vuela también en forma de bits a través de los circuitos electrónicos del inconmensurable cerebro colectivo de Internet. Esta entrevista, por ejemplo, es fruto de un intercambio de e-mails . No es raro, porque Millán, autor de Internet y el español y La lectura en la sociedad del conocimiento , ha participado en el desarrollo del Centro Virtual Cervantes y dirigió el CD-Rom del diccionario de la Real Academia. En suma, es arqueólogo del viento pero también un hombre de la Web, que con su flujo incesante y global hace ya rato que participa de esta aventura común de dar nuevas formas a las palabras y el idioma. O los idiomas, en rigor.

Lo que sin embargo no ha cambiado, previene Millán, es la naturaleza de esta transformación permanente. "La gran revolución de las lenguas modernas comenzó con el periodismo, la radio y la televisión, que permitieron que muchas palabras pertenecientes al habla científica o técnica pasaran al lenguaje común -dice-. En este sentido, Internet no ha hecho más que continuar esa tendencia."

-¿Qué consecuencia tiene que el buscador de la Web por excelencia -Google- sea estadounidense y el inglés, el idioma preponderante?
-Google funciona perfectamente en español y en muchas otras decenas de lenguas, de modo que su influencia puramente lingüística no es muy grande. Tiene sí una clara influencia cultural, por las suposiciones que el buscador hace sobre lo que puede ser más interesante para el usuario, por ejemplo. En estos momentos puede que el idioma más usado en la Red sea el chino. Sin embargo, el inglés es la lengua de quienes crearon las tecnologías en las que se basa Internet, de modo que no es extraño que nos haya dado muchos préstamos para referirnos a aparatos (computadora), técnicas (bits), espacios (Web), géneros ( blogs ); pero muchas otras palabras en uso en este dominio, como tecla, pantalla, correo, son nuestras.

-¿Puede compararse el boom del e-mail al viejo hábito de intercambiar epístolas?
-En efecto, el e-mail ha sustituido el antiguo arte epistolar, y no sólo eso: lo ha revitalizado. La gente de mi generación sustituyó las cartas por el teléfono, hasta el extremo de que hace dos décadas casi nadie escribía una carta. Con el e-mail hemos vuelto a hacer no sólo mensajes y breves notitas, sino auténticas misivas.

-¿Qué pasa cuando el e-mail viola las reglas del idioma en beneficio de la comunicación veloz e inmediata?
-Hay todo tipo de e-mails : los breves y apresurados, o los largos y demorados; hay correos de amor y de negocios, familiares y formales. En este sentido, ocurre como con la conversación hablada: uno no se expresa igual charlando con los amigos que compareciendo ante un juez; no es igual dar un recado a un desconocido que contar algo a tu pareja. Hay muy distintos registros de habla, y también de comunicación escrita. Hay, sí, géneros de comunicación que son eminentemente informales: los mensajes de texto en el celular, las notas en redes sociales, los mensajes de Twitter, el chat... En estas modalidades la lengua escrita no está perfectamente cuidada (igual que no lo está la lengua hablada en una conversación de amigos en un bar): de hecho, se trata de una especie de "oralidad por escrito". Pero eso no hace que nuestra lengua degenere, ni nada por el estilo...

-¿Llegará el día en que sólo leamos libros electrónicos? Cuando se extienda el uso de este nuevo formato, ¿cambiará la naturaleza del acto de leer?
-Es dudoso que prescindamos de los libros en papel, entre otras cosas por razones puramente económicas. Y sí, parece que la lectura en pantalla cambia algo: se está comprobando que estudiantes que manejan el Kindle encuentran más problemas para asimilar y memorizar que si estudiaran con un libro en papel. A medida que aumente la práctica, sabremos más cosas, algunas de ellas impensadas: el escritor Nicholson Baker, por ejemplo, ha contado lo divertido que le pareció un pasaje de una novela al leerlo en papel y cómo en pantalla no lo encontró nada gracioso.

-Estos cambios en el acto de leer, ¿modificarán la naturaleza del acto de escribir y la relación con el idioma?
-Ya ha cambiado el modo de escribir. Al menos para quienes escribimos mucho para la Web (y los diarios acaban también en la Web): uno sabe que parte de su público van a ser máquinas (las arañas de los buscadores como Google), de modo que estamos escribiendo también para ellas. Y el lector tiene al alcance de la mano, a un clic, la comprobación inmediata de lo que dices: hay que tener cuidado con lo que se escribe hoy en día.

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25 marzo 2010

Mi entrevista en "La Opinión"


Aprovechando que pasaba por La Coruña me ha entrevistado Isabel Bugallal en La Opinión. Como la entrevista es sobre todo de temática lingüística, aquí la reproduzco, aumentada con una imagen y enlaces.

He corregido pequeños errores, fruto de la transcripción de una entrevista oral y de las prisas periodísticas...
-¿Cómo puede hacer tantas cosas y mantener una bitácora (jamillan.com) tan amplia al día?

-Porque me gustan. Soy muy dado a aprovechar tiempos muertos como un viaje en metro, e ir haciendo cosas.

-Y escribe y publica en papel libros; cuentos, novela, ensayo, y hasta ha ilustrado alguno.

-Va por épocas, ahora estoy más volcado en el ensayo y las obras infantiles. La fotografía también me interesa: me ha permitido ilustrar de forma sui generis algún libro.

-¿Siempre lleva una cámara?

-Sí, eso es sagrado, porque nunca sabes cuándo puede saltar la oportunidad. Con la fotografía digital es comodísimo, puedes tirar las fotografías que quieras.

-¿El cartel más insólito que se ha encontrado recientemente?

-Un mensaje de amor de un chico a una chica. Decía: "Soy la guinda en tu sostén" [ver arriba]. Y la firma. ¿Precioso, no?

-Tampoco está mal el de la embajada de Rumanía que colgó en su bitácora.

-"Aquí no se hacen fotocopias, no hay esto, no hay lo otro, no tenemos cambio, no es la embajada de Rumanía"... Me encontré con carteles con todo tipo de negativas de gente que debe estar harta de que le pregunten.

-¿Fue lanzador de peso?

-De jovencito. Era una actividad atlética que me gustaba mucho. Es una mezcla curiosa de fuerza, agilidad y dinamismo que, cuando la descubrí, me emocionó. Lo dejé de practicar de joven pero me quedó huella, cuerpo de lanzador de pesos: un cuerpo un poco soviético.

-Y ahora es atleta de la lengua.

-Las palabras me interesaron siempre. Me gusta la historia de las palabras, descubrir carteles en la calle, oír cómo habla la gente. Sí, me hice un atleta de la lengua y, cuando me dejan, hablo muchísimo.

-¿De dónde le viene ese interés por el lenguaje?

-Vengo de una familia con una cultura verbal muy grande. En Navidades, por ejemplo, hacíamos concursos e inventábamos letras de villancicos. Uno de mis abuelos era traductor de Shakespeare, mi madre escribía libros para niños... En fin, estaba inmerso en una cultura muy relacionada con la lengua. Recuerdo cuando mi padre me contó la etimología de una palabra y descubrí de golpe que las palabras no fueron tal como las conocemos sino que tienen detrás una historia, a veces gigantesca, y que son historias alucinantes que van pasando de continente en continente a lo largo de los siglos.

-¿Van pasando y se producen las invasiones bárbaras?

-Las invasiones acaban siendo tan asimiladas que no son bárbaras. Una cantidad inmensa de palabras del español vienen del árabe, de lenguas germánicas, del italiano, del francés, muchísimas del inglés y, en cuanto pasan cincuenta o sesenta años, las sientes como propias. Si le dices a alguien que detective o tanque son palabras inglesas se quedaría sorprendido. Pasó siempre y no es un problema, al revés, acaba enriqueciendo la lengua.

-¿Qué hacer con los términos que han venido con las nuevas tecnologías?

-Googlear o bloguear, ¿se quedarán en la lengua? Depende del azar. Google es un nombre propio pero hay otros muchos nombres de marcas que se quedaron, como celo o kleenex.

-¿La Academia peca a veces de tolerante con lo que no son más que modas pasajeras?

-Uno ha visto de todo. La función de la Academia es más bien ser notario. Ahora que hay muchos lingüistas allí y que son gente sensata, puede decir, 'sí, esto es así y significa esto, pero es un uso de tipo vulgar'. Eso no estaría mal, pero, a veces, hace propuestas fallidas, como ciberpágina y el prefijo cíber- para todo, y la gente no la seguido. La lengua funciona por sufragio universal: si los hablantes quieren llamar a una cosa de una determinada manera, lo harán por encima de las academias y, si no, no habrá forma humana de que lo hagan.

-¿Es muy escrupuloso con la puntuación?

-Me parece un recurso absolutamente sutil y maravilloso. Soy cuidadoso cuando escribo porque una frase puede acabar diciendo una cosa completamente distinta. No es igual 'Pedro es simpático. Pero un poco aburrido' que 'Pedro es simpático, pero un poco aburrido'. Con el punto estás insinuando una oposición grande y con la coma parece una cosa secundaria.

-¿El punto y coma se explota poco?

-No sólo en español, también en francés, en portugués, en las lenguas de origen latino. Es que fue de los signos de puntuación más tardíos en aparecer y está a caballo entre el punto y la coma. Hay autores como Bolaño o Vila-Matas que no lo usan jamás, sorprendentemente, porque a mí me ayuda mucho, sobre todo en las frases largas, con subordinadas o con adversativas. Es uno de los signos que se utilizan menos también por su dificultad.

-¿El epiceno ha muerto?

-El género gramatical es una cosa muy curiosa que está sometida a tensiones de los hablantes. Las mesas no son femeninas ni los coches masculinos.

-¿Qué opina de tratar de eliminar el sexismo en la lengua con 'los y las'?

-Es evidente que una solución tan pesada no puede ser buena. Eso nos llevaría a cosas como 'todos los padres y las madres de los alumnos y alumnas, junto a los profesores y profesoras de este centro...' Son frases intragables, que nadie dice.

-¿Qué tal están escritos los periódicos?

-Para ser bestsellers diarios, bastante bien escritos están; los de calidad tienen un nivel razonable. Algo tiene que padecer la lengua si traduces a toda velocidad y a veces conviertes a bomberos en etarras.

-Usted empezó a trabajar como corrector, una figura que prácticamente ha desaparecido.

-Sí, y ha desaparecido -por presiones económicas- sobre todo en la prensa; en las editoriales, casi también, cuando el control de calidad es más necesario que nunca [para diferenciarse], ahora que cualquiera puede crear un blog y escribir de lo que quiera.

-¿Augura una pronta desaparición del papel en prensa?

-Es una cuestión muy debatida pero el papel tiene unas ventajas que van a hacer que permanezca, aunque no en la misma forma. En el periódico te encuentras todo junto, los cines, los anuncios de pisos, las últimas noticas, los análisis y la opinión. Quizá pronto no sea necesario incluir anuncios o la cartelera porque estará en otros medios y hasta la tengas en tu teléfono.

-¿Las ediciones digitales se parecen todavía demasiado a las de papel?

-En gran medida, sí. La edición digital debe buscar su propio camino. No es hacer lo mismo y pegarle un vídeo encima. Debería sobre todo explotar los enlaces, una riqueza que el papel no puede tener.

-¿Las nuevas tecnologías cambiarán la forma de hacer literatura?

-Tanto como la literatura, no sé. Siempre hubo escritores que hicieron lo que les dio la gana, como Joyce, incluso cosas rarísimas. Lo que seguro que cambiará es la comunicación escrita. Ya está cambiando.

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15 marzo 2010

Medida de la diversidad lingüística en el ciberespacio

Acaba de aparecer el estudio Twelve years of measuring linguistic diversity in the Internet: balance and perspectives de Daniel Pimienta, Daniel Prado y Alvaro Blanco. Esta publicación pone al día un estudio de la UNESCO sobre este tema que se divulgó con motivo de la Cumbre Mundial de la Sociedad de la Información en el 2005.

El estudio expone una metodología utilizada de forma coherente durante un largo periodo para ver el peso de un importante grupo de lenguas (español, francés, catalán, alemán, etc.) frente al inglés. Representa un sistema de medición utilizando los buscadores que probablemente no podrá volver a ser utilizado, dado la tendencia de estos a dar resultados ceñidos al universo local.

Está disponible el texto íntegro en inglés y francés, y pronto seguirá en español.

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28 febrero 2010

Va de cuchillos


En alguna otra ocasión hemos recordado una esquina de la lengua en la que el español ofrece una riqueza de matices que otras lenguas no poseen.

Toca ahora el ejercicio contrario. Hace tiempo (antes de que llevara la cámara digital siempre conmigo), me sorprendió en el escaparate de una ferretería un despliegue de cuchillos con sus correspondientes rótulos. Inmediatamente destacaba un aspecto:

Cuchillo de cocina, de plástico, de pescado, de sierra, de trinchar

Un hablante de francés tiene al menos tres formas de precisar las relaciones de la herramienta con su utilización, sus características o su materia, formas que el español recoge siempre con la socorrida preposición de:

Couteau de cuisine, en plastique, à poisson, à scie, à découper

Estamos aquí en una interesante zona limítrofe entre la gramática y el léxico (el régimen preposicional). Sería interesante saber si hay otras que ofrezcan resultados tan diferentes en distintas lenguas.

Por supuesto, quienes enseñan español a extranjeros en otros países tienen muy en cuenta estas zonas de posible error.

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14 febrero 2010

"En el nombre de Alá..."

Interesante cuestión la que plantea una lectora de La Vanguardia:
me sorprendió que en la [entrevista] realizada al teólogo islámico Nazar Abu Zayd (16 enero) Víctor Amela dijese: ´Las obligaciones del buen musulmán consisten en creer que no hay más Dios que Dios (Alá), rezar cinco veces al día, ayunar cuando toca y ser caritativo´. Alá es la castellanización de la palabra árabe Allah,que significa en árabe dios,y por tanto resulta incorrecto usar Alá en español para referirse al dios de los musulmanes, que es el mismo de cristianos y judíos, pues equivale a decir que el dios de los cristianos holandeses o ingleses es God,o que el de los franceses es Dieu".
Debo confesar que a mí siempre me ha parecido extraño este uso de "Alá", que creo que tiende a exotizar, y por tanto alejar las creencias religiosas islámicas. Además es curioso ver los contextos en los que aparece: véase este uso en un artículo sobre seguridad en los aeropuertos.
"Prefiero que me desnuden aquí, a que me hagan pedazos en el aire". Es evidente que la sentencia la firmaríamos todos, con la excepción de estos mártires de Alá que se la tienen jurada a ese mundo de infieles que es Occidente.
En general no habría problema en sustituir siempre Alá por Dios, como se puede comprobar en esta noticia:
"El Corán es claro: no hay obligación en la religión. ¿Un imán? Es un kafir [término empleado en el islam para designar aquellas personas que niegan a Alá o al profeta]", prosigue antes de transcribir una oración en árabe dedicada a la supuesta víctima. [...]

Otro opina que es lamentable a lo que se ha llegado, por parte de "una familia que emigra de un país islámico a un país en que el islam es el eterno enemigo" y a que "una mujer desobedezca a Alá", agrega.
A esto se agrega el hecho de que, como señala el responsable lingüístico de La Vanguardia Magí Camps, los cristianos árabes llaman Alá a Dios. Tan es así que han sido los integristas musulmanes de Malasia quienes han reaccionado con violencia ante este uso.

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03 febrero 2010

No, y no... y no

Ya hace tiempo me han fascinado los avisos callejeros que contienen negaciones. Me explico: un cartel informativo, aunque a veces sea misterioso, añade una información a la que ya posee el lector. Pero los avisos negativos lo que hacen es destruir las preconcepciones de quien los lee.

Al pobre librero de la calle de San Bernardo de Madrid le deben de atribuir todo tipo de servicios que él no puede prestar, de modo que tiene que defenderse a priori con esta bonita sucesión de negaciones y maniobras de diversión.

Termino con dos ejemplos más, uno de Madrid y otro en una obra de Barcelona.



 

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27 enero 2010

Polisemias fatales


Según una noticia en el New York Times, una revista fundada en 1920 ha tenido que cambiar su nombre. Se trata de Beaver, autopresentada como "Revista de historia del Canadá". Beaver es el nombre inglés del castor. El problema es que es también la denominación vulgar del órgano sexual femenino (es lo que ocurre en español, al menos en España, con la palabra conejo). La cuestión ha sido explotada en innumerables chistes, como el de abajo: "¡A veces los hombres hacen las peticiones más extrañas!" (en español también hay coplas que explotan el doble sentido, como "El conejo de la Loles").


Lo que no dejaría de ser una simple anécdota para una publicación casi centenaria se ha convertido en un problema en Internet, porque los filtros de contenido web en las escuelas vetan esta palabra en las búsquedas, y los filtros de spam se los tragan. Esto es lo que ha provocado el cambio de nombre (y direcciones electrónicas).

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13 enero 2010

El espectáculo del español


Alguna otra vez hemos reflexionado sobre qué palabras castellanas asoman a otras lenguas. En un anuncio del metro de París estas Navidades se anuncia un encuentro futbolístico entre las selecciones francesa y española (¡para marzo!), y vean qué palabras sancionan la "furia española": fiesta, olé y espectáculo.

Bueno...

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04 enero 2010

Ante la gramática


Ayer publiqué en El País un extenso artículo titulado Ante la gramática, sobre la Nueva Gramática de la lengua española de la Real Academia.

Este es su comienzo:
"Pocos habrá que nieguen la utilidad de la Gramática si se considera como medio para aprender alguna lengua estraña; pero muchos dudarán que sea necesaria para la propia, pareciéndoles que basta el uso". Así decía el prólogo de la primera Gramática de la Academia (1771). A pesar de los casi dos siglos y medio transcurridos, la afirmación podría mantenerse. De hecho, una de las no pequeñas sorpresas que tendrá un lego en la materia al ver la voluminosa Nueva gramática académica es pensar: ¿toda esta gramática tiene el español? Y la respuesta es sorprendente: "Sí: y usted la domina prácticamente toda...".

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