Bibliografía antigua y la Red

23 septiembre 2006 14:12


  • Muchas veces parece que los libros por línea sólo aprovechan a lectores de novela y a estudiosos de la literatura, por eso me ha gustado leer a Pedro Escobar García en la sección por línea de Cartas al director de El País.
[...] Soy botánico, y eso hoy día significa [...] que las fuentes bibliográficas de nuestro trabajo se extienden hacia atrás en el tiempo de manera vertiginosamente profunda, hacia épocas en que el latín era el idioma al uso en el mundo del saber, antes de que se establecieran los fundamentos mismos de lo que hoy es la ciencia moderna. A menudo estas fuentes bibliográficas antiguas son cuando menos difíciles de encontrar, siendo bastante común que haya que dejar interrogantes abiertos en el trabajo porque la fuente original está enterrada en el fondo antiguo de alguna biblioteca remota. No podemos ir allí a leer, está demasiado lejos, el viaje cuesta demasiado. Muchas veces localizamos una obra gracias a alguna ficha de cartulina amarillenta escrita a mano con letras góticas, dentro de un cajón de biblioteca que contiene un catálogo sin informatizar. Por eso son de una importancia tan vital los proyectos como Gutenberg, o los menos famosos pero muy importantes Philological Museum, de la Universidad de Birmingham, o Gallica - la bibliothèque numérique, de la Biblioteca Nacional de Francia. Ya no es necesario ir a la Rue de Richelieu de París si uno quiere leer unos anales científicos de principios del siglo XVIII. Basta con teclear unas palabras y unas fechas en el buscador para que broten, como brota el agua de un grifo o la luz de una bombilla, las páginas en la pantalla del ordenador. Le doy a otra tecla y oigo el ruido seco de la impresora funcionando. La primera vez que hice esto y vi aparecer un texto de Joseph de Tournefort, de 1706, en la bandeja de la impresora, casi me echo a llorar de la emoción [...].


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