La noticia me sorprendió
de viaje, y sólo pude reseñarla de pasada, de modo que vuelvo sobre el tema con más calma.
Antecedentes: Google
arranca públicamente en el 2004 con el programa de digitalización hoy llamado
Google búsqueda de libros. Sus obras provienen tanto de bibliotecas como de acuerdos con editores. Entre las primeras hay obras en el dominio público (a las que se da acceso íntegro), otras con copyright vigente, y otras que probablemente tengan copyright, pero cuyos propietarios en la práctica son imposibles de localizar: son las obras
huérfanas. (De estas dos últimas categorías se enseña sólo una parte).
En el 2005 el
Author's Guild, asociación de escritores para la defensa del copyright, pone una
demanda a Google Libros, sobre la base de que escanear las obras y hacer factibles búsquedas sobre ellas vulnera el copyright. Esto ocurre en el contexto de una
eclosión de proyectos de digitalización (aquí se puede seguir la
historia legal del enfrentamiento). A ello siguieron otras demandas como la de la
Association of American Publishers.
Pues bien: el 28 de octubre se ha anunciado que se ha alcanzado un
acuerdo entre Google y las diversas instancias litigantes. El acuerdo es válido sólo para Estados Unidos y además está pendiente de ratificación por los tribunales. En el resto del mundo las cosas seguirán como hasta ahora.
Con la noticia del acuerdo se han hecho públicas por primera vez las
cifras de Google Libros: unos siete millones de libros digitalizados, acuerdos con 20.000 editores y escritores y con
veinte biliotecas. De esos siete millones de libros, entre cuatro y cinco millones estarían en situación de obras huérfanas, según John Naughton en
The Guardian.Google pagará por el acuerdo
125 millones de dólares, que servirá para crear el
Registro de Derechos de Libros (Book Rights Registry: ya informábamos hace tiempo que tanto Google como las bibliotecas europeas habían emprendido acciones para
determinar la situación de las obras huérfanas), pagar las reclamaciones existentes, y costear los gastos legales.
El acuerdo tiene
estas características, según Google:
Una vez que se haya aprobado este acuerdo, [usted] podrá adquirir un acceso online total a millones de libros. Esto significa que podrá leer un libro completo desde cualquier equipo conectado a Internet sólo con acceder a su cuenta de la Búsqueda de libros de Google.
También ofrecemos a bibliotecas, universidades y otras organizaciones la posibilidad de adquirir suscripciones institucionales, lo que permitirá a los usuarios acceder al texto completo de millones de títulos mientras los escritores y editores obtienen una compensación por este servicio. Los estudiantes e investigadores podrán acceder a una biblioteca electrónica que combina las colecciones de muchas de las principales universidades del país.
El acuerdo también creará un registro de derechos de libros independiente y sin ánimo de lucro, donde se incluirá a los escritores, a los editores y a otros titulares de derechos de autor. En esencia, este registro ayudará a localizar a los titulares de los derechos de autor y a garantizar que reciben los beneficios obtenidos por su trabajo según este acuerdo.
Además de las suscripciones institucionales y los terminales gratuitos de acceso público, el acuerdo también crea oportunidades para que los investigadores puedan estudiar los millones de volúmenes incluidos en el índice de la Búsqueda de libros de Google. Los académicos podrán enviar consultas computacionales a una institución a través del índice sin tener que leer realmente cada uno de los libros.
De acuerdo con el mismo Google, este acuerdo creará "un
nuevo mercado para que autores y editores vendan sus obras". ¿Bajo qué bases? Lo cuenta de nuevo John Naughton en
The Guardian:
Google puede mostrar gratis hasta el 20 por ciento del texto, y hacer disponible por línea la totalidad de la obra por una tarifa. La compañía se levará el 37 por ciento [o sea, algo más de un tercio] de los ingresos resultantes , dejando el 63 por ciento par editores y autores. (De este modo los autores pueden obtener ingresos de obras que sus editores no han querido reimprimir. Imaginen qué le habría pasado al negocio de la música si los sellos discográficos hubiera negociado un acuerdo como éste.) Y si Google añade anuncios a los textos que muestra, partirá los ingresos sobre la misma base.
El acuerdo tiene puntos aún por aclarar, pero presenta aspectos claramente positivos, como el de sacar de la oscuridad millones de obras huérfanas. Claramente, tendrá consecuencias impensadas para el comercio del libro, tanto si las obras compradas se suministran por línea (con derecho a imprimirlas) como si se venden en impresión bajo demanda (aspecto no mencionado en el acuerdo, pero que creo que es la gran baza que está detrás de detrás de él).
¿A quién irán a parar los ingresos por venta de obras huérfanas (cuyos propietarios no son conocidos)? Supongo que a las asociaciones que agrupan a derechohabientes, autores o editores. Si de golpe todo el patrimonio de derechos de autor acumulado durante décadas y hoy sin propiedad pasa a ser disfrutado por los miembros de estas asociaciones, sus requisitos de transparencia en la gestión y claridad en el reparto deberán ser llevados al máximo.
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