Y ahora... novelas con bibliografía
05 diciembre 2006 14:39
Julie Bosman, colaboradora del New York Times, a quien ya conocemos por alguno de sus curiosos artículos sobre el mundo del libro, publica hoy su pieza Loved His New Novel, and What a Bibliography.
Para nadie será una sorpresa saber que los novelistas se documentan (algunos muy bien y mucho), para escribir sus ficciones. Los novelistas policiacos leen tratados de toxicología, los de ciencia ficción el Scientific American, los autores de novelas históricas leen... otras novelas sobre el periodo, y los autores de cosas como el Código Da Vinci la sección de astrología de los diarios. Lo que no era frecuente hasta ahora era que los novelistas publicaran una bibliografía de su obra. Pues bien: la última novela de Norman Mailer viene con una lista de cientoveintitantos títulos utilizados para escribirla.
En los Estados Unidos, además, con una sensibilidad a flor de piel para las apropiaciones indebidas, la declaración de las fuentes podría evitar futuras susceptibilidades acerca de quién ha cogido qué de dónde. Por ejemplo, Ian McEwan ha sido acusado recientemente (recuerda Julie Bosman) de haber aprovechado el material de una autobiografía. Todo eso lo evitaría la mención explícita de las fuentes utilizadas. Y, ¿se imaginan qué delicia comparar las lecturas de dos autores que han coincidido en crear una historia de detectives situada entre los neandertales?
Para nadie será una sorpresa saber que los novelistas se documentan (algunos muy bien y mucho), para escribir sus ficciones. Los novelistas policiacos leen tratados de toxicología, los de ciencia ficción el Scientific American, los autores de novelas históricas leen... otras novelas sobre el periodo, y los autores de cosas como el Código Da Vinci la sección de astrología de los diarios. Lo que no era frecuente hasta ahora era que los novelistas publicaran una bibliografía de su obra. Pues bien: la última novela de Norman Mailer viene con una lista de cientoveintitantos títulos utilizados para escribirla.
En los Estados Unidos, además, con una sensibilidad a flor de piel para las apropiaciones indebidas, la declaración de las fuentes podría evitar futuras susceptibilidades acerca de quién ha cogido qué de dónde. Por ejemplo, Ian McEwan ha sido acusado recientemente (recuerda Julie Bosman) de haber aprovechado el material de una autobiografía. Todo eso lo evitaría la mención explícita de las fuentes utilizadas. Y, ¿se imaginan qué delicia comparar las lecturas de dos autores que han coincidido en crear una historia de detectives situada entre los neandertales?
2 Comentarios:
La verdad es que me parece una medida saludable. Puede evitar suspicacias y considero que, dependiendo de las referencias aportadas por los novelistas que realicen la bibliografía, esto puede llevar a interesarse más o menos en su propia obra, amén de declararse o presentarse como un o una autora con recursos. A ver si lo lee Lucía Etxebarría... Saludos
Siento curiosidad por ver la reacción de algunos editores españoles ante esta posibilidad, ya que se manifiestan crecientemente contra las notas de traducción a pie de página, para no "sobrecargar" al lector perezoso, como si las notas no fueran sólo una opción para quien quiera saber más o entender algo incomprensible. Si ahora les añaden bibliografía...
Publicar un comentario en la entrada
<< Home