Javier Candeira sobre las novedades
05 julio 2007 11:26
Javier Candeira, especialista en comunicación digital y autor de uno de los artículos más leidos de esta web: La Web como memoria organizada, contesta a una entrevista en Consumer.
Si, como dice usted, cada vez parece más claro que Internet va a ser actor principal en el siglo XXI, ¿cómo se explica que todavía tenga tan mala prensa?
La mala prensa de Internet se explica de muchas maneras, que todas son la misma: nos fijamos demasiado en las virtudes de lo que ya tenemos y en los defectos de lo nuevo. Hace poco Michael Gorman, un editor de la Enciclopedia Britannica, escribió un artículo contra la Wikipedia en el que básicamente la ponía a caer de un burro.
Clay Shirky le contestó con otro artículo del que sólo hace falta citar el título: 'Old revolutions good, new revolutions bad' (Las revoluciones antiguas son buenas, las nuevas revoluciones son malas). Esto es algo que llevamos diciendo, de una manera u otra, muchos observadores de Internet. Cory Doctorow, novelista y editor del popularísimo blog Boing Boing, lo explica diciendo que los libros de imprenta eran peores que los hechos a mano pero que triunfaron precisamente porque ese 'ser peores' en lo que los libros a mano eran buenos (de pergamino, grandes, iluminados a mano) les permitían ser buenos en lo que los libros manuscritos no podían serlo: eran pequeños, ligeros y baratos.
La revolución de la imprenta se disparó de verdad el día en que la imprenta de Francesco Griffo publicó volúmenes que cabían en la alforja de un caballo; el libro portátil creó la lectura privada, en silencio (antes la lectura se realizaba en voz alta, en comunidad), y con ello creó el germen del individualismo moderno, de la Ilustración, de todo aquello que hoy disfrutamos aunque lo demos por descontado.
Con Internet y las nuevas tecnologías pasa un poco lo mismo: son peores que las antiguas en las cosas en que las tecnologías antiguas eran buenas. Pero esto les permite ser mejores en cosas nuevas: el correo electrónico no es fetichizable como las cartas de papel (uno no puede guardar unas cartas de amor de la abuela, envueltas en un lazo, con aroma de violetas), pero es más rápido y más conveniente.
Como resultado, ahora la gente se escribe y lee más cartas que en ningún momento desde que se tuvo acceso al teléfono. Lo curioso es que la gente tiende a ser platónica, y a unir en sus cabezas lo bueno (útil) con lo bueno (moral). Yo creo que la mentalidad de 'horror sin cuento' atribuida a Internet viene también, al menos en parte, de ese "eso no vale para nada", proyectado al ámbito de lo moral.
Esto tampoco es nada nuevo: Cervantes escribió una fantástica sátira sobre lo malas que pueden ser las novelas, y cómo pueden llevarnos a la locura, y ahora los Ministerios correspondientes nos dicen que por favor, por bien de todos y de nosotros mismos, leamos más. Y todos los ejemplos que nos ponen son de libros de ficción.
En el metro de Madrid hay carteles con comienzos de libros y, por cada ejemplo de ensayo o de poesía, hay diez novelas. Lo mismo con los tebeos ("corrompen a la juventud") y con la tele ("¡la caja tonta!", "¡telebasura!"), mientras que el cine es ahora el 'séptimo arte'. Habría que ver qué se pensaba de los cinematógrafos en sus comienzos.
Así que no es de extrañar que ahora digan que los videojuegos sorben el seso, o que Internet es el comienzo de todos los males. No sólo no es de extrañar, sino que era de esperar. No por ello tienen razón en sus quejas, pero sí que tienen una justificación para quejarse: la tradición histórica.
Etiquetas: Escritura, Grandes lecciones del pasado, Lectura
6 Comentarios:
Estoy de acuerdo con Javier Candeira. Sin embargo, creo que la crítica en perspectiva histórica puede desembocar en relativismo. Es verdad que el romanticismo trasnochado tiende a demonizar lo nuevo y a encontrar virtudes inigualables en lo viejo. Pero, si bien es saludable criticar el sentido común, hay que tratar de no caer en un "acriticismo relativista". Se trata de un dilema similar al que se enfrentan quienes estudian la cultura popular: lo que antes fue tildado de popular y de mal gusto es ahora un producto considerado "culto" y viceversa.
Anónimo,
No entiendo de qué modo "la crítica en perspectiva histórica puede desembocar en relativismo", y menos como la uso yo en la entrevista.
¿Podría ponernos algún ejemplo de "acriticismo relativista" para que sepamos de qué estamos hablando?
supongo que anonimo queria decir que aunque es cierto que aunque siempre se critica toda novedad, eso no asegura que sean siempre infundadas las criticas
La tendencia a criticar las novedades, por el solo hecho de serlo, es connatural a un cierto pensamiento (llamado tradicionalmente "de derechas"). Lo mismo se aplica simétricamente. Filoneísmo y misoneísmo no son tanto posturas científicas como ideológicas. Dicho esto, me parece qeu Candeira-Shirky-Doctrorow tiene básicamente razón.
Estoy de acuerdo con Javier Candeira. Quizá de todas formas el problema de la mala prensa de internet provenga del uso que le da una parte muy alta de adolescentes de hoy: con gran asombro veo que amigos de mi hija mayor (12 y 13 años) cuando lo utilizan como herramienta de ayuda en el estudio no pasan de Google y su primera página, sin pararse a diferenciar si lo que viene es un enlace a la Wikipedia, un sitio de propaganda, uno de una universidad o un blog bueno o malo; creo que los profesores no les han dado criterios suficientes para saber buscar en la red. Aparte, esos mismos chicos, me confiesan asombrados a su vez que sí, que conocen y usan internet: el chat, youtube, algunas páginas de humor adulto que no sé ni cómo entienden.
Creo que en internet hay que tener mucha más capacidad de discernir lo válido o pertinente que en una biblioteca o frente a la tele: la información viene muchas veces en forma muy similar, el hipertexto nos abre ventanas que nos pueden interesar o no, la propaganda (como decía José Antonio Millán en otro post) se cuela por doquier... Es necesario haber navegado con el niño para que, de adolescente, sepa navegar. Claro, la tele tiene algo de eso, pero no es interactiva: en cuanto el chico posee una cierta sensibilidad, él mismo apaga el aparato ante _Rebelde_, si se le cuela en el zapping. Aparte, los chicos no consideran la tele ahora un medio de información fiable; se decantan más por internet y la prensa (al menos mi hija).
Es una revolución estupenda, en la que creo que falta formación para que el profesorado dé al estudiante. ¿Cuándo van a enseñar a manejar internet como fuente de información, si saben que lo usan?
Un beso
Soy el anónimo de la primera entrada.
Javier Candeira, no lo he acusado de relativista ni nada que se le parezca. Creo que Ud. hace un buen uso de la historia para criticar el romanticismo miope de algunas posiciones actuales. Lo único que quise señalar (y pido disculpas por no haber sabido expresarme con claridad) es que este tipo de crítica (que comparto) puede desembocar, de algún modo, en una posición simplista y extremista, opuesta a la reivindicación nostálgica del pasado. A esta posición simplista, que sostiene que todo lo nuevo es mejor por el sólo hecho de ser novedoso, la llamé "acriticismo relativista" (le podemos poner un nombre menos pretencioso, si desea). La cuestión es que esta postura simplista puede llevarnos a celebrar cualquier nueva tecnología inútil como si fuese la cosa más útil y revolucionaria de la historia. Es esto, simplemente, lo que quise decir con "acriticismo relativista".
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