Leer sin papel

13 abril 2009 09:17

El pasado 9 de abril publiqué un largo artículo titulado Leer sin papel en la sección de Opinión de El País. Aproveché esa oportunidad para recordar algo que con frecuencia se pasa por alto: que leer en pantalla no es necesariamente lo mismo que leer en papel.

A continuación voy a proporcionar las referencias de los testimonios citados en el artículo (no lo repetiré íntegro, porque está fácilmente accesible en el primer enlace, sino sólo los párrafos que quiero comentar):
Cuando le preguntaron a un especialista cuál sería el futuro del libro contestó: "Si por libros entendéis nuestros innumerables cuadernillos de papel impreso, plegado, cosido, encuadernado bajo una cubierta que anuncia el título de la obra, reconozco francamente que creo que la invención de Gutenberg caerá más o menos próximamente en desuso como intérprete de nuestras producciones intelectuales". Terrible predicción... que fue formulada hace más de un siglo, en 1894. Lo que entonces se suponía que iba a terminar con la lectura en papel era la grabación fonográfica.
La cita proviene de un cuento de Octave Uzanne, "La fin des livres", publicado en 1894, dentro de la recopilación Contes pour les bibliophiles, que he leído en la edición de Éditions Manucius, Houilles (Francia), 2008, y que también está disponible en una edición posterior en el Internet Archive.
Cien años después nunca ha habido más libros, pero ahora se anuncia que lo que va a desplazar al papel es la lectura en pantalla: en ordenador, en teléfonos avanzados o en esos aparatitos llamados lectores de e-books, libros-e o (como acaba de proponer el académico Darío Villanueva) portalibros.

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Y es que leer no es sólo acceder con los ojos al texto. Si así fuera, lo más cómodo sería un artefacto por el que fueran desfilando las letras (al modo de los textos que corren en las marquesinas), como en el cuento de Isaac Asimov que transcurre en 2157 [Cuánto nos divertíamos]. Su protagonista recuerda: "Había una época en que los cuentos estaban impresos en papel. Era divertidísimo leer palabras que se quedaban quietas en vez de desplazarse". Es difícil que llegue este libro futuro de palabras móviles porque el lector común no lee letra a letra ni palabra a palabra sino que se administra a bloques, mediante saltos de los ojos, las porciones de texto que va descifrando.

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Los lectores electrónicos además aplanan el texto, suprimiendo las distinciones tipográficas y espaciales que lo jerarquizan a los ojos del lector. Hay que señalar que aquí radica también una de sus ventajas, porque permiten aumentar el tamaño de la letra para lectores con problemas de visión. Pero en productos textualmente complejos como los periódicos la jerarquización tipográfica es vital. El poeta experimental Kenneth Goldsmith creó la obra Day (2003) reescribiendo en un tamaño de letra uniforme la totalidad del ejemplar de diario The New York Times del 1 de septiembre de 2000, incluidos anuncios y cotizaciones de Bolsa. La resultante fue un tomo de 836 páginas tamaño folio. ¿Un solo ejemplar de un periódico contenía tanto texto como un novelón? Sorprendentemente sí, pero sobre el papel la disposición espacial y los tamaños de letra van diciendo al lector qué importancia y uso tiene cada texto: éste para lectura, éste para hojeo, éste sólo para consulta.

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¿Perdemos algo leyendo en pantalla? William Powers, columnista de la revista estadounidense The Nation, llamaba recientemente al papel "el arma secreta de los periódicos": "La mayor fuerza del papel reside en el hecho de que la mente se asienta en un estado de tranquilidad apaciguada que da lugar a reflexiones más acertadas. Ese estado es mucho más difícil de lograr cuando se lee en formato digital donde la información es infinita y donde existen tantas actividades posibles en cualquier momento".

En efecto: hay estudios que describen a los lectores de páginas web, incluso académicos, como "promiscuos, diversos y volátiles", por su hábito de "picoteo" de páginas, lectura parcial y cambio frecuente de objeto.
Se trata de CIBER (University College, Londres), Information Behaviour of the Researcher of the Future, 2008, págs. 9 y 10.

No es extraño que surjan programas que, como Readability, despejan el contenido de una página web retirando todo lo que rodea al texto central (propuestas de otras lecturas, anuncios, barras de navegación), con el objeto de que el lector se concentre.

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No es extraño que cambios aparentemente menores en la práctica lectora (como leer en un soporte material o en uno virtual) tengan consecuencias notables. La lectura es una actividad neurológicamente complejísima. Una obra reciente de la psicóloga Maryanne Wolf, Proust y el calamar, [Cómo aprendemos a leer : historia y ciencia del cerebro y la lectura] nos recuerda que el acto de lectura no es natural: en él confluyen mecanismos cerebrales surgidos evolutivamente con otros fines, y de hecho el aprendizaje de la lectura cambia el cerebro del sujeto que la practica, hasta tal extremo que lo configura de una determinada manera si lee en caracteres alfabéticos (como el español) y de otra si lo hace en ideogramas chinos.

Por otra parte, la especialista Anne Mangen ["Digital fiction reading: Haptics and immersion", en Journal of Research in Reading, ISSN 0141-0423, Volume 31, Issue 4, 2008, págs. 404–419] nos recuerda "el papel vital de nuestros cuerpos, incluso en una actividad tan aparentemente intelectual como la lectura": leemos con todo el cuerpo, y sobre todo con las manos y los dedos. Y también sabemos desde el Renacimiento que leemos en el espacio: quien haya preparado una tarea intelectual distribuyendo libros abiertos, obras de consulta y esquemas por la mesa de trabajo sabe lo difícil que es organizar y percibir la multiplicidad dentro de una pantalla. El lector como un homúnculo que se asoma por las ventanas de los ojos a la ventana de la pantalla es una construcción irreal y reduccionista.

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4 Comentarios:

Anonymous jincho dijo...

Magnífico artículo. Y gracias por las referencias a estudios actuales. Ya se nota que estamos pasando de la fase de early adopters a la de estudio de sus posibilidades reales en profundidad.

Coincido con que la lectura nunca será lo mismo. Pero ese argumento es parecido al que ya expusimos aquí: viajar en coche tampoco es igual que hacerlo en calesa... ( Ya sé que en un caso es un hecho físico y en otro lo es mental).

¿Y las nuevas generaciones? Puede que estemos entrando en la generación de la lectura no-sosegada ( lo que no tiene porque significar necesariamente la no-lectura), ó del lecto-picoteo. Pero, ¿Estamos seguros de que sólo es buena la forma de lectura actual, ligada al papel, ó más bien se trata de una forma de quietud temporal, como cuando en los años 30 del siglo pasado se afirmaba que ir en un coche a más de 30 Km/h aplastaría el cuerpo del ser humano?

Yo, en los libros que he leido en el iLiad, no he tenido ese sentimiento de que me informe pobremente de mi relación con la obra, ni con su tamaño ¿A qué te refieres, exactamente?.

Creo que es posible que estemos cayendo una vez más en el error de comparar algo que es nuevo, con lo que hemos tenido hasta ahora. Es conocido que eso ha pasado en el tema de la inicial paradoja de la productividad con la introducción de los pcs en los 80. Aparentemente, la introducción de la informática ralentizaba algunas tareas. En el fondo, era sencillamente que se hacían cosas distintas, de distintas formas y con muchas más posibilidades. Sencillamente no eran comparables. Puede que nos estemos esforzando en comparar de la misma forma la lectura hasta la fecha "en papel", con lo que está llegando " en pantallas".

En cualquier caso, muy buena la reflexión.
Saludos

13 abril, 2009 14:16  
Anonymous jincho dijo...

Y, por cierto, me gustaría saber si ya existe algun estudio acerca de un supuesto proyecto piloto de introducción de iLiad en escuela, en Holanda, creo. (Aunque evidentemente, si el proyecto se ha hecho en Holanda, tierra de Philips, fabricante del iLiad, el sesgo pueda ser nada despreciable).

Saludos.

13 abril, 2009 14:28  
Anonymous gorki dijo...

Muy interesante, especialmente la falsa predicción del siglo pasado.

¿Me preguto si las que hacemos sobre los e-books, no son parecidas?

¿Alguien sabe como murieron los escritos en rollos, como la Tora judía?. El invento del papel encuadernado también es un avance tecnológico.

14 abril, 2009 14:43  
Blogger Ferran Alvarez dijo...

Creo que los e-books nos aportarán grandes beneficios en muchos sentidos, especialmente cuando la tecnología aúne dispositivos como el tablet-PC y el e-book (cosa que ya ha hecho Fijitsu). Este es un tema importante pensando especialmente en los estudiantes y en los libros de texto que deben cargar o tomar de las Bibliotecas.

Y esto me lleva a otra reflexión sobre cómo pueden cambiar ciertos hábitos íntimamente ligados a los libros en papel: ¿deambular por la librerías?, ¿saber cómo funciona una bibliteca 'real'?,... Nada de todo esto desaparecerá, lo sé, pero seguramente veremos cerrar bastantes pequeños librerías por las que ahora deambulamos para descubrir nuestras lecturas.

07 mayo, 2009 10:26  

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