Los remotos (y obscenos) orígenes de la charada

04 noviembre 2018 17:17

Recordemos que una charada es (según la un tanto farragosa definición del DRAE), el “Pasatiempo consistente en adivinar una palabra a partir de alguna pista sobre su significado y sobre el de otras que se forman con sílabas de la palabra buscada”. Se trata, pues, de un juego de palabras y además metalingüístico.

Pues bien, el caso más antiguo que conozco proviene de una inscripción latina que protegía un huerto. Este es su texto y su traducción:

Penelopes primam Didonis prima sequatur
et primam Cadmi syllaba prima Remi,
quodque fit ex illis, tu mi deprensus in horto,
fur dabis: hac poena culpa luenda tua est

Que la primera sílaba de Dido siga a la de Penélope,
y la primera sílaba de Remo siga a la primera de Cadmo,
y lo que resulta de esta combinación, tú, ladrón lo sufrirás,
si te pillo en mi jardín; ese castigo expiará tu crimen.

La palabra sugerida sílaba a sílaba es pedicare, es decir: ‘sodomizar’. Recordemos que abundaban en el mundo romano las figuras fálicas para proteger huertos y jardines. La curiosa relación entre hurto de frutas y agresión anal se ha mantenido hasta nuestros días en algún chascarrillo.

Encontré la protocharada en la obra Ancient Obscenities: Their Nature and Use in the Ancient Greek and Roman Worlds, de Dorota Dutsch y Ann Suter (2015), por pura serendipia, mientas buscaba unos usos peculiares del ablativo.

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