Ferlosio y la lengua

02 noviembre 2009 14:14

En el suplemento “Babelia” de El País, el pasado sábado 31.10, he publicado una recensión del último libro de Rafael Sánchez Ferlosio: “Guapo” y sus isótopos (Barcelona, Destino, 2009):

Este libro parte del asombro ante la existencia de palabras tan próximas como “guapo”, “lindo”, “bonito”, … Prueba de su similaridad es que no se pueda decir “el niño es guapo y lindo”. Ferlosio las llama, con una analogía química, “isótopos”, o sea “del mismo lugar”, y si le seducen es por sus relaciones “conceptualmente brumosas donde la mente no se ve asistida por la visión de netos límites semánticos, ni deslumbrada por su claridad”.

En la obra Ferlosio analiza desde muy diversos puntos de vista este campo semántico. La reseña se puede leer íntegra en el enlace indicado.

Copio ahora su pieza final sobre “Ferlosio y la lengua”. Tomé los datos sobre los avatares lingüísticos del autor de su pieza autobiográfica “La forja de un plumífero”, en la tristemente desaparecida Archipiélago, 31, invierno de 1997:

El autor de El Jarama siempre tuvo un vivo interés por la lengua; de hecho, su novela más famosa surgió de sus notas sobre formas populares de habla. Al acabar de escribirla en 1955, Ferlosio se “retiró de la circulación” para dedicarse a “altos (o bajos) estudios gramaticales” durante 15 años. Estudios solitarios, que se vieron enriquecidos en una época por una tertulia con un grupo de amigos profesionales de la lengua (Carlos Piera, el malogrado Víctor Sánchez de Zavala…). Esta reunión recibió el título, algo rimbombante, de Círculo Lingüístico de Madrid. De la numerosa escritura surgida de estos años de estudio, la pieza más acabada fue “Guapo” y sus isótopos, empezada en 1970 y revisada y publicada ahora.

¿Desde dónde escribe Ferlosio cuando habla de lengua? Desde luego, no se declara un experto (no tiene reparos en observar en un momento: “Quise cumplimentar la referencia en la Biblioteca del Ateneo, pero no encontré nada; no tengo impulsos de investigador, y me desanimé”). Pero se ve con las fuerzas intelectuales para aprehender algunas de sus sutiles realidades, a través de la lectura y la observación, y contarlas maravillosamente a quien quiera escucharlas.

Como el sabio del grabado antiguo, que atraviesa la bóveda celeste para asomarse a la maquinaria que la mueve, en esta obra palpita la emoción de quien se adentra en lo que “nadie ha visto nunca con ojos mortales, ni creo que llegue a ver jamás, esa gran página arbórea, pluridimensional y pluriarticulada que llamamos ‘el acervo'[léxico]”.

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2 comentarios

Gorki dijo...

Entiendo que los "isótopos de la lengua" o simplemente "sinónomos", no ocupan el mismo espacio, sino lugares muy próximos, no se puede decir "un niño guapo y bonito", como tampoco se puede decir, "esto es igual y lo mismo que esto otro"Sin embargo los sinónimos, como sabe cualquier escritor, no están de más, pues el uso de un sinonimo acertado, da el matíz a lo expuesto en uns frase, sin necesidad de mayores aclaraciones.El matíz que hay, entre decir: "bonito es igual a guapo", o "bonito es lo mismo que guapo". En el primer caso, afirmamos la identidad de ambas palabras, mientras que en el segundo, afirmamos que son permutables entre sí, pero que no son identicas.

02 noviembre 2009 18:42
Iñaki dijo...

De hecho, ¿creéis que hay sinónimos absolutos? Yo no lo tengo nada claro. El término que propone Ferlosio, isótopos, es sugestivo.

Aparte, gracias por esta entrada del blog, me ha parecido la más bonita y emotiva que llevo leída hasta ahora.

15 septiembre 2010 22:59