¡Parabrising!

19 octubre 2010 15:15

La merecida reprimenda que me propinó Solitarius en el comentario al post Inging (en el que yo afirmaba, falsamente, que vending era una acuñación hispana) me dejó con la mosca detrás de la oreja.

No he parado hasta no localizar otros ejemplos de estas uniones, en este caso creo que todas de cosecha inequívocamente española.

El que más me ha gustado, además atestiguado en un Work Center (foto superior): parabrising. Sí: el acto de colocar octavillas en los parabrisas de los coches, sujetos con el limpiaparabrisas (en realidad debería llamarse limpiaparabrising). Obsérvese que además el contexto de aparición está lleno de anglicismos, empezando por el “Work Center” del nombre: marketing, mailing.

Compring, con presencia nada desdeñable en la web.

Vuelquing o vuelking: parece ser una afición a avistar coches que vuelcan/volcados.

Jueguing

Porculing (!).

La verdad (y ha sido una sorpresa) es que casi cualquier palabra española a la que uno añada -ing está atestiguada en la Web (sobre todo en foros): cervecing, minifalding, pierning, etc., etc. Parece que se ha convertido en un recurso jocoso muy utilizado.

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El fin del “camarada” en China

12 junio 2010 13:13

El término camarada proviene del latín camara (primero ‘bóveda’, como su antecedente griego, y luego ‘habitación’), y apareció en castellano en el siglo XVI. Si los  que comparten el pan son compañeros, los que viven en un mismo aposento serán camaradas. Esta palabra se extendió al francés: camérade, inglés: comrade, alemán: Kamerad.

Su uso social como expresion de igualitarismo tiene sus orígenes en el siglo XIX. En ruso se adoptó a finales de ese siglo la forma tovarich, de tovar, ‘mercancía’, que originariamente aludía a ‘compañeros de negocios o viajes’. Y el partido nacionalista chino Kuomingtang puso en boga a principios del XX el término tongzhi, literalmente ‘[gente con] el mismo espíritu, meta, etc.’. (La Wikipedia inglesa presenta un buen resumen bajo Comrade).

El término se extendió en los años 30 por igual entre el fascismo alemán (Ich hatt’ einen Kameraden) y el falangismo español (Yo tenía un camarada), entre el comunismo ruso y el chino.

En Alemania su uso cesó tras el la caída del nazismo. En España, tras la victoria de Franco, pervivió mientras los falangistas dominaron en el aparato del Estado. Una aparición novelesca del término lo tenemos en Si te dicen que caí, de Juan Marsé, cuyo protagonista se dirige a un falangista como “camarada Imperial”; pero luego desapareció del todo.

En Rusia se mantuvo, con uso decreciente, mientras existió la Unión Soviética. China es el único lugar en el que seguía teniendo una cierta utilización, pero, como recoge La Vanguardia: ahora China dice adiós a la palabra ‘camarada’. El término había ido cayendo paulatinamente en desuso, pero aún se mantenía, por ejemplo en la forma en que los conductores de autobús se dirigían al público, y a hora este último uso ha sido abolido.

Pero como dice el mismo periódico:

En la última década, sin embargo, ha aparecido como palabra de uso corriente en el argot juvenil porque significa homosexual. Esta utilización tiene su origen en el hecho de que los dos caracteres que definen el término camarada son los mismos que significan homosexual. Su popularidad se extendió por toda la comunidad gay a partir de que empezara a ser utilizada por el cineasta Lin Yihua en Hong Kong. Esta definición no se reconoce de forma oficial, pero con el tiempo ha ido ganando adeptos entre la población más joven de China.

Este uso proviene de los años 90, como se ve en el artículo Tongzhi de Wikipedia.

Y aquí termina por el momento la historia de una palabra griega, que amplía su significado en latín, y cuyo derivado español triunfa en varias lenguas, teniendo un periodo de auge cuando los grandes movimientos políticos del siglo XX, para luego ser adaptado en ruso y chino y extenderse, y caer por fin en el olvido en el siglo XXI, salvo un rescate postrero por parte de la jerga de una comunidad específica. Bonito recorrido, ¿no?

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Polisemias fatales

27 enero 2010 9:09

Según una noticia en el New York Times, una revista fundada en 1920 ha tenido que cambiar su nombre. Se trata de Beaver, autopresentada como “Revista de historia del Canadá”. Beaver es el nombre inglés del castor. El problema es que es también la denominación vulgar del órgano sexual femenino (es lo que ocurre en español, al menos en España, con la palabra conejo). La cuestión ha sido explotada en innumerables chistes, como el de abajo: “¡A veces los hombres hacen las peticiones más extrañas!” (en español también hay coplas que explotan el doble sentido, como “El conejo de la Loles”).

Lo que no dejaría de ser una simple anécdota para una publicación casi centenaria se ha convertido en un problema en Internet, porque los filtros de contenido web en las escuelas vetan esta palabra en las búsquedas, y los filtros de spam se los tragan. Esto es lo que ha provocado el cambio de nombre (y direcciones electrónicas).

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Las jergas del Poder

27 noviembre 2009 11:11

Me ha alegrado mucho encontrarme en un nuevo medio, FronteraD, con Mal-dic(c)ciones, un blog de un escritor que me gusta: J. Á. González Sainz. En su entrada “La voz de la megafonía” cuenta una anécdota que ocurre en italiano, pero que es perfectamente equivalente en español. Se trata de un viaje en un tren que de pronto se detiene, y se emite un mensaje por altavoz que informa de que se trata de “una avería en el PN”. Nadie parece saber qué significan esas siglas, y el narrador interpela a la empleada del ferrocarril: PN es ni más ni menos que “paso a nivel”… Y el narrador reflexiona:

¿Por qué había dicho PN en lugar de paso a nivel? ¿Por qué demonios —porque de demonios sin duda alguna se trataba— había dicho algo que sabía a ciencia cierta que nadie iba a entender, en lugar de utilizar la palabra por la que todos podía saber que iban a entender? ¿Al decir PN en lugar de paso a nivel se quería dar torticeramente a entender que era algo de elevada complejidad técnica, algo cuya dificultad o aleatoriedad estaba fuera de nuestro alcance y que, dicho en palabras que todos entendiéramos y nos capacitaran para saber a qué atenernos, podía mover nuestra insatisfacción y resultar contraproducente para la Empresa?, ¿o bien sólo se nos quería tomar el pelo? Si no querían que entendiéramos lo que sucedía no tenían por qué habernos informado. Pero no, querían informarnos y a la vez que no nos enteráramos, cumplir no con la información sino con la religión o la ideología de la información. Querían que recibiéramos la información como se recibe una comunión. De repente fui presa de un extraño terror. Por el agujerillo de aquella vulgar y pequeña situación cotidiana, que muy bien hubiera podido pasar inadvertida, me asomaba de pronto a todo lo demás y todo lo demás era igual o tendía a ser igual: nos sustituyen las palabras con las que entendemos y los modos que tenemos de entender por aquello con lo que se nos escapa el entendimiento de las cosas pero simulando no obstante una comunicación realizada. No comunican nada, pero comunican, siguen comunicando o no hacen más bien otra cosa que comunicar e informar no sólo importándoles un bledo que nos quedemos a dos velas sino aspirando religiosamente a que quedarse el receptor a dos velas sea el verdadero objetivo, el auténtico cumplimiento de la información, la comunión total con “la voz de la megafonía’.

(Vale la pena leer el post completo). Su reflexión me ha impresionado, poniendo voz a algo que había sentido muchas veces: la sustitución de la comunicación desde el poder (y tan poder es el Jefe del Estado como una revisora) por un remedo oscurecedor…

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La castradora de vocablos

05 octubre 2009 12:12

No me he podido contener: iba en el autobús aquí en Barcelona, y justo detrás de mí había una chica hablando por el teléfono móvil.

En cuestión de segundos me enteré de que salía de la uni, iba a la biblio y que luego quedarían en el hospi.

Este uso persistente del apócope está en España muy extendido entre los niños (la profe) y, por lo que veo, también entre estudiantes pijos (lo que en varios países de América se llaman pitucos).

Mi informante involuntaria era claramente de clase alta, como comprobé por su indumentaria al bajarme del autobús, y ya había deducido de su acento peculiar, que no sabría muy bien cómo definir.

Era estudiante de medicina. Supongo que de mayor será cirujana…

La imagen del hacha, en el dominio público, proviene de Wikimedia Commons.

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Tropecientas flores

01 marzo 2009 12:12


¿Cuántas flores hay en un campo primaveral (como éste del Bajo Ampurdán)? Pues… !vaya usted a saber! Un montón: tropecientas

El español tiene algunos numerales indeterminados y festivos utilizados para expresar “una gran cantidad”. Lo divertido es que utilizan los sufijos de las centenas, usando como raíz creaciones expresivas muy variadas.

¿Conocen los lectores más de estas formaciones? Agradecería que en sus respuestas mencionaran en qué lugar de España o del mundo hispanohablante se usan…

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El/la mejor amigo o amiga del hombre y la mujer

15 enero 2009 18:18


Oteando desde Proa me llevó a un post de La bitácora del tigre titulado: “En esto se gastan los dineros públicos”. Se trata de la llamada Herramienta-T:

un analizador on-line que permite examinar el contenido textual de una página web. Detecta potenciales usos sexistas del lenguaje y ofrece, para cada sintagma potencialmente incorrecto, diferentes alternativas inclusivas, que pertenecen a textos reales extraídos de diferentes webs y documentos.

En general, las soluciones que se dan para evitar la interpretación exclusivamente masculina de determinados sintagmas son verbosas o antinaturales, pero además esta herramienta, junto a algunas propuestas acertadas (véase abajo), introduce muchas erróneas.

Concluye el Tigre

Lo que me toca las narices, hablando en plata, es que se gaste dinero público (según la página del proyecto “Web con Género” dicho proyecto está “apoyado y financiado por el Ministerio de Industria, Turismo y Comercio, Plan Avanza, que responde a la convocatoria de ayudas 2007 para la realización de actuaciones que impulsan la igualdad de género en la Sociedad de la Información”) para financiar iniciativas cuya rigurosa inutilidad acabo de demostrar. Ninguna herramienta informática puede (y me atrevería a decir que tampoco debe) sustituir a la buena educación, al hábito de lectura, al ejemplo de los buenos escritores y escritoras, y a la libertad creativa de los usuarios de la lengua.

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Generación de palabras de argot

21 marzo 2007 17:17

En el español de España (ignoro si en el de otros sitios) hay un recurso lingüístico bastante productivo para convertir palabras usuales en otras de la jerga juvenil y marginal.

El procedimiento consiste en truncar la palabra, y añadirle el sufijo -ata. El resultado mantiene el género gramatical de su origen. De “bocadillo” sale bocata; de “guardia de seguridad”, segurata; de “ordenador”, ordenata; de “drogadicto”, drogata.

Hasta se ha convertido en marca comercial: Bocatta (con esta demencial -tt- italianizante) existe desde 1986…

¿Sabrían los lectores encontrar más ejemplos? ¿Está activo este procedimiento fuera de España?

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