Katz Editores es un sello muy joven, que ha sorprendido con una línea seria y rigurosa de libros de ensayo y debate intelectual, muy bien editados, y con una estrategia mixta española y latinoamericana. He disfrutado especialmente de dos de sus ediciones: Una historia simbólica de la Edad Media occidental, de Michel Pastoureau, e Inscribir y borrar, de Roger Chartier. Entre sus novedades están Chomsky y Foucault, Marramao, Dennett, Dahrendorf, ... Un placer para el intelecto.
La curiosidad por conocer el proyecto editorial de Katz Editores me ha llevado a plantear unas preguntas a su responsable, Alejandro Katz, quien ha tenido la amabilidad de contestarlas para los lectores de este blog.
* ¿Para quién publica Katz Editores?
Hemos intentado poner en marcha una editorial (para decirlo con jerga
à la page) que fuera global en el espacio del idioma, con una dirección “deslocalizada”. “Global” en el espacio idiomático significa que intentamos armar un catálogo con contenidos que afecten a las comunidades académicas, intelectuales o, simplemente, lectoras, independientemente de su localización nacional. De todos modos, resulta claro que, al ser España el país que lidera la industria editorial en español, y al ser el mercado español el más competitivo y el más sofisticado, debíamos diseñar la editorial atendiendo a los estándares que el público español establece.
Por tanto, el diseño gráfico fue realizado en Barcelona, imprimimos sobre papel español (por una cuestión no sólo de calidad sino sobre todo de estabilidad de esa calidad), y tenemos ISBN español para el mercado español e ISBN argentino para el mercado americano. Hay obras (como el Pastoureau, o el Chartier) que hacemos en tapa dura para España, y en rústica para América, porque la diferencia de costo es muy grande y el efecto sobre el precio, en América, alejaría muchos lectores (aunque todo el resto de la edición es idéntica: también en América se utiliza papel español, el mismo diseño, etcétera).
* Pero, ¿dónde tiene su sede?Tenemos oficinas en Madrid y en Buenos Aires, y representación en México y en Bogotá.
En cuanto a la “dirección deslocalizada”: eso es lo me toca a mí. El año pasado estuve casi la mitad del año fuera de casa, y la mayor parte de ese tiempo en España (estuve seis veces en el año, dos de ellas durante un mes, pero también tres veces en México, Bogotá, ferias de Londres, Frankfurt y Guadalajara, etcétera). Este año pretendo viajar un poco menos.
* Parece, entonces, que no se puede concebir el negocio editorial en un solo país...Un proyecto editorial como el nuestro no puede tener éxito (y el éxito no es, para mí, más que la posibilidad de dar continuidad a la tarea) en un solo espacio nacional. Las comunidades se han fragmentado de tal modo, los saberes se han segmentado en grupos tan pequeños, que en un solo país no hay suficiente público (con la excepción, lógicamente, de algunos títulos) como para sostener una edición completa de la mayor parte de nuestros libros. Por tanto, la decisión de “globalizarnos idiomáticamente” tiene que ver no sólo con una vocación nómade, transfronteriza o como quieras llamarla, sino también con una estrategia de supervivencia del negocio.
* ¿Cómo está en la actualidad el público lector de Latinoamérica?Argentina sigue teniendo una comunidad lectora, pero es pequeña y, en líneas generales, América no está ocupándose de los temas que verdaderamente importan (aunque creo que Brasil es una excepción): el populismo (de “derechas” o de “izquierda”) sigue teniendo una vigencia poderosa, que invade la agenda pública. El "progresismo de reaccionario", del cual son paradigmáticos los gobiernos de Argentina y Venezuela, destruye las instituciones y aleja al público de los verdaderos problemas de nuestro tiempo. El pensamiento no es un valor social, y la discusión pública está sumamente empobrecida. La cobertura de los diarios españoles está abierta al mundo y a las cuestiones que, de un modo u otro, definirán qué será de nuestra vida en esta tierra en los próximos años. Los diarios latinoamericanos, por el contrario, son provincianos, casi pueblerinos.
* Por volver sobre una categoría que has manejado antes: ¿qué peso relativo crees que ocupan en vuestro público las tres comunidades "académicas, intelectuales o lectoras"? Es decir: ¿qué porcentaje de vuestras ventas proviene de recomendación en universidades o similar, y cuánto sería "venta de impulso" en librerías?No tenemos suficiente historia como poder responder claramente a esta pregunta. Nuestros primeros libros llegaron a las librerías en abril de 2006, y es necesario atravesar más de un ciclo académico (¡y nosotros todavía no atravesamos ni siquiera uno!) para saber qué ocurre con la prescripción académica. Creo, de todos modos (y está hipótesis deberá ser validada con más información empírica en el futuro) que las librerías juegan todavía, afortunadamente, un papel muy importante en la promoción de libros como los nuestros, y que la demanda que las buenas librerías pueden generar es mucho mayor que la que gran parte de los editores están dispuestos a reconocerles.
* ¿En qué confías más para la promoción de tu catálogo? Listo, sin ánimo de exhaustividad: reseñas de prensa, anuncios en prensa general, boca-a-oreja, vuestra web, promoción en la Web (Google Libros, inserciones publicitarias), anuncios en revistas académicas (de historia, de filosofía...) Intento responder, sin ánimo de exhaustividad, y no en orden jerárquico: no hacemos anuncios. No los hacemos por razones presupuestarias, pero en la decisión puede adivinarse cierta desconfianza hacia ese recurso para libros como los nuestros. Eventualmente, haremos publicidad en medios más especializados que la prensa general (revistas académicas, como tú mencionas, por ejemplo).
Creo, sí, que el boca-a-oreja es fundamental, pero debe ser activado para que se ponga en marcha. ¿De qué modo? Nuestra estrategia de comunicación, por llamarla de un modo un tanto pretencioso, se articula, por un lado, sobre un eje tradicional: reseñas de prensa, menciones de nuestros libros en el marco de artículos de opinión (ha ocurrido, en los últimos meses, que personas como Ramoneda, Cebrián o Estefanía mencionaran libros nuestros como apoyo de sus argumentos, y eso es de gran ayuda), visitas de autores (entre marzo y abril estarán en Madrid y Barcelona tres autores nuestros: Saskia Sassen, Otfried Höffe y el premio Nobel de Física Robert Laughlin; la visita a España de éstos últimos fue generada por nosotros, buscando aliados sin los cuales no podríamos hacerlo: el Instituto Goethe, en un caso, la Universidad Complutense, en otro).
Por otro lado, tengo gran confianza en la comunicación electrónica, siempre y cuando no sea invasiva y esté bien segmentada: tenemos una gran base de datos de lectores potenciales de nuestros libros, y les enviamos la información de las obras que creemos pueden ser de su interés. Eso, a la vez, genera tránsito en nuestra página web (en la cual no vendemos) y visitas a librerías. Estamos, también, considerando seriamente la posibilidad de ingresar en Google Book Search: creo que eso puede ser de gran ayuda.
* Antes de crear Katz Editores (un sello con el nombre de su artífice, como es tan tradicional en el mundo editorial), ¿qué otros proyectos editoriales te ocuparon?Como todos (o como muchos) de los que estamos en este oficio, durante varios años transité por redacciones y proyectos editoriales y culturales diversos, principalmente en México y Argentina. Los veinte años anteriores a iniciar esta editorial estuvieron, sin embargo, dedicados al
Fondo de Cultura Económica, cuya casa en Argentina dirigí durante quince años, y desde la cual me hice cargo del programa editorial de ensayo extranjero del Fondo.
* ¿Qué futuro vislumbras para esta nueva editorial?En verdad, Katz Editores no se concibe a sí misma como una nueva editorial.
Si nos va a bien, es decir, si podemos seguir haciendo los libros que nos parecen necesarios, si podemos agregar valor para el lector y para la circulación de las ideas en nuestro idioma, no habremos sido más que una nueva metamorfosis de ese antiguo animal editorial que se llamó Taurus, Sur, Era, Alianza, Paidós... Pero, eso, finalmente, lo decidirán los lectores.
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