Calidades en eBooks

30 enero 2015 11:11

Se suele repetir que entre nosotros los ebooks “no acaban de despegar”, como si, en efecto, hubiera una inevitable tendencia hacia el predominio de esta modalidad de libro, cuyo retraso causara la perplejidad de propios y extraños. No es así: en ningún sitio está escrito que los libros para lectura en pantalla tengan que dominar el mercado, y de hecho, en el mundo hispanohablante no lo están haciendo.

Me gustaría explorar aquí una de las causas posibles de esta situación, o, para no forzar demasiado una causalidad que al fin y al cabo no puedo demostrar, me gustaría sencillamente exponer una situación que se puede resumir así: los libros digitales, concretamente las ediciones en ePub (que son quizás las únicas que merecerían esa denominación) están muy mal hechas.

Desde lo más sencillo…

Cojamos el caso más sencillo, el de una novela, que es al fin y al cabo el género que podría llevarse la parte del león en ese hipotético despegue. No son obras de gran complejidad tipográfica; no estamos hablando de tratados de química orgánica cuajados de fórmulas. Son libros con predominio de texto seguido (y aun así sembrado de trampas), con muchos diálogos (donde siguen los problemas), y que además pueden contener muchos otros elementos textuales: reproducción de cartas, una lista, la transcripción de una factura (ya decididamente espinosos)… Cualquier editor sabe que no hay libro simple.

Ante los ojos del lector habituado a los libros —a los libros-libros, a los tradicionales en papel, vamos— la primera extrañeza puede ser que esté compuesto en párrafos sin sangrar separados por blancos, en vez de mediante párrafos unidos unos a otros y con la primera línea sangrada. No es una inmensa ruptura, pero sí que es un elemento de disconfort lector. Un espacio en blanco entre párrafos indica un corte, un cambio de escena: un salto narrativo o conceptual; un libro que presenta líneas en blanco a cada rato es una obra que tartamudea.

Los guiones son un problema añadido: los únicos que suelen aparecer en muchas de estas obras son los cortos, que sirven tanto para partición de palabra a final de línea como para iniciar los diálogos, o para crear incisos, a modo de paréntesis. Es decir: las rayas (lo que en inglés se llama m-dash) han desaparecido del uso, y con ellas una útil balización de los diálogos y de los incisos. Claro, que a veces se sustituyen por dos guiones cortos pegados, que son aún más disruptivos.

Cualquier cita textual extensa contenida en una obra (por ejemplo, una carta que el autor tiene a bien intercalar en la trama) puede crear problemas sin cuento. O bien se entrecomillan todos y cada uno de sus párrafos (sin hacer uso de las “comillas de seguir” o “invertidas” que marcan la continuacion en los párrafos segundo y sucesivos), o bien se reproducen sus párrafos constituyentes sangrados a la izquierda, pero muchas veces manteniendo además las comillas.

El puesto del lector

La gran ventaja del formato ePub para el lector es, por supuesto, que se puede ampliar considerablemente el cuerpo de letra, y que se adapta a pantallas (y por tanto a cajas de texto) muy pequeñas, pero cuanto más grande es la letra o más pequeña la pantalla, más artefactos extraños empiezan a aparecer: líneas huérfanas, viudas, “calles” de blancos que se extienden en vertical o en diagonal a lo largo de la página, líneas justificadas con demasiado espacio entre palabras, por problemas de la partición automática al final… En esos casos también saltan más a la vista problemas como dobles espacios en blanco, espacios indebidos ante signos de puntuación (que pueden hacer, por ejemplo, que una coma aislada aparezca al comienzo de una línea), etc.

Ante estas cosas, el profesional de la edición se llevará, por supuesto, las manos a la cabeza, pero el simple lector no estará obteniendo, ni mucho menos, una “experiencia de usuario” óptima (por decirlo en términos de consumo digital), y alguna vez se quedará desconcertado ante algo que no sabrá, por ejempo, si es una frase del narrador, algo que repite textualmente uno de los personajes o qué exactamente… No sabrá por qué de pronto ¡en una obra digital! aparecen varias páginas en blanco seguidas… Nada muy grave, por cierto: si acudimos a las ediciones populares del XIX podemos encontrar esas cosas, y peores, y nadie protestaba. Incluso parece que las obras se leían y disfrutaban, pero resulta un poco extraño encontrarse, de golpe, en una situación que parecía felizmente superada.

¿Culpa del ePub?

¿Por qué ocurre todo esto? ¿Es un problema del formato ePub? ¿Tendrá que ver con que éste no se ha creado dentro de la tradición tipográfica hispánica, sino de la anglosajona (que, aunque haya quien pueda sentirse sorprendido, no es idéntica)?

La realidad es aún más triste: todos y cada uno de los problemas que he señalado serían evitables, siempre y cuando hubiera personas con conocimientos controlando el proceso, y los editores no metieran sus libros en la tolva industrial de creación de ePubs, por la sencilla razón de que es la más barata…

Como no sólo ya no existen los antiguos talleres de composición, sino que también el mundo editorial ha prescindido de los correctores, puede no haber ningún profesional entre un original creado en procesador de textos por un autor con un conocimiento parcial de los usos de la edición y un resultado final al que se llega tras un vavivén de formatos y cambios de convenciones. Porque en muchas ocasiones los libros se crean pensando únicamente en su salida a imprenta, y el proceso de retorno a lo digital es una auténtica retroconversión, donde surgen infinidad de problemas.

Sí: los ebooks son ahora en muchos casos malos, de muy mala calidad, y no hablo de obras pirata, sino de las que están a la venta. Editores de fama a los que se les caería la cara de vergüenza de ver tales defectos en uno de sus libros impresos (que tampoco hoy en día son perfectos, pero ése es otro problema) lanzan al mercado edición tras edición de ebooks infames. Lo más probable es que no hayan mirado con detenimiento ninguno de los engendros que ponen a la venta. Lo más probable también es que estén en la edición digital por presión del medio, para que ningún otro sello saque sus libros en formato electrónico si ellos no lo hacen, o porque sí… Pero no los comprenden, no los cuidan y además no quieren gastarse ni un duro en mejorar procesos que tampoco entienden. Hay entre nosotros muy buenos profesionales que podrían ayudarles en esa tarea.

El libro en el nuevo medio tiene, sí, problemas inherentes a su condición derivativa. Un ebook no es más que la imagen desmaterializada de un objeto casi perfecto, el libro impreso, forjado a lo largo de siglos de resonancia con las mentes de sus lectores bajo la mirada atenta de una industria cuidadosa. Pero, con interés e inversión, se podría mantener gran parte de sus potenciales. Los torpes remedos que saltan al mercado no ayudan a los autores ni a los editores, y minan la confianza de los lectores.

[Escrito para ThinkEPI. Publicado por primera vez en la lista IWETEL]